jueves, 23 de diciembre de 2010

SAGRADO CORAZÓN-SACRE COEUR- Y ARCO DEL TRIUNFO

En todo lo alto de Montmartre se encuentra la Basílica del Sagrado Corazón. Se supone que en esta cima o lugar cercano, se situó el martirio de San Denis, primer obispo de París. Por esta cima pasaron Juana de Arco, S. Vicente de Paul, S. Francisco Javier, S. Ignacio de Loyola, ambos fundadores de la Compañía de Jesús, de tanta importancia en el mundo entero. La abadía benedictina que había en la cima fue destruida durante la Revolución Francesa y sólo se salvó San Pierre de Montmartre, una de las iglesias más antiguas de París.
En 1893 se decide edificar una basílica en este lugar, Montmartre, y se le da la edificación a Paul Abadie. Él y otros cinco arquitectos más terminaron la basílica. Se inspiró en Santa Sofía de Estambul, aunque tiene algunas trazas de S. Marcos de Venecia, con un estilo romano-bizantino.
La basílica se termina hacia el año 1919, totalmente en blanco. Tiene una cripta, sobre la que está edificada, de gran interés en su visita. Igualmente el domo, se encuentra a 80 metros de la cima de la colina, por lo que la vista desde lo alto es, en días claros, de una gran belleza. En su interior, la cúpula tiene un enorme Corazón de Jesús, que la ocupa toda ella. Tiene siete capillas y en la entrada principal se encuentra Juana de Arco y San Luis. En su torre se encuentra situada la campaña más grande Francia, La “savoyarde”, con 3 metros de diámetro y 18 toneladas de peso. Su sonido se oye en todo París.
¿Cómo llegar a la Basílica?. Si va en metro, hay que bajar en Anvers y saliendo a la calle, en la plaza girar a la derecha, subir la calle y enfrente está la basílica. Puede hacerlo andando, si tiene buenas piernas, o en funicular, con un billete de metro. La entrada no cuesta dinero, aunque la cripta vale 8 €, junto con el domo y hay que subir como 300 escaleras. Buena suerte al que lo intente. Su horario de visita es de 6’45 a.m. hasta las 23 p. m. La cripta se abre y se cierra dos horas antes de la basílica. Si hay mucha gente tengan cuidado con los bolsos y las carteras; hay carteristas muy hábiles.
Si a continuación de la visita al Sagrado Corazón se dirigen hacia el Arco del Triunfo, cojan el metro en Anvers , línea 2 hacia Porte Dauphine y bajar en Charles de Gaulle-Etoile; salgan por la salida que pone Arco del Triunfo; está un poco lejos, pero la visión del Arco nada más salir del metro merece la pena.
El Arco del Triunfo es una obra monumental, grandiosa, en la Plaza de L’Etoile (plaza de la estrella), llamada así por tener hasta ocho grandes avenidas, entre ellas los Campos Elíseos, que salen de ella, en forma radial. Hoy la plaza se llama Charles de Gaulle, en honor al general francés, presidente de la República francesa durante muchos años. Cuando uno se encuentra situado en medio del arco, debajo de la enorme bandera francesa, la vista de los Campos Elíseos, con la Plaza Concorde, el Louvre y al otro lado la gran Plaza de la Grand Armé o Gran Arco de la Defense, nos da una idea de la enormidad de la plaza y de la longitud de Los Campos Elíseos, ya descritos en otro lugar.
El enorme espacio vacío que ocupaba la plaza no tenía en el siglo XVIII, ninguna función. Fue Napoleón, cuando a la vuelta de la victoria en Austerlitz, decidió la construcción de un gran arco, imitando a los romanos, para conmemorar sus victorias y las de sus soldados. Se le mandó su construcción a Jean-François Chalgrin, que no pudo terminarlo, haciéndolo Goust y Huyot; se terminó bajo el reinado de Luis Felipe en el año 1836. Cuando las cenizas de Napoleón volvieron a Francia, el 15 de diciembre de 1840, el cortejo pasó bajo el Arco del Triunfo. Igualmente lo hizo Víctor Hugo, velado allí toda la noche del 22 de mayo de 1885, antes de ser enterrado en el Panteón.
Las dimensiones del arco son 50 metros de alto por 45 de ancho, con cuatro pilares decorados, siendo el más famoso el de “la partida de voluntarios”, conocida como la Marsellesa. En sus caras internas se encuentran los nombres de las batallas ganadas por Napoleón y el nombre de 660 generales, mariscales y oficiales franceses. A los pies del arco, en su mitad justa, se encuentra La Tumba del Soldado Desconocido de la Primera Guerra Mundial, donde arde la llama eterna, siempre velada y mantenida viva, por los excombatientes y sus descendientes. Cada 11 de noviembre se realiza un acto que conmemora el armisticio firmado entre Francia y Alemania en 1918.
Por el precio de 5€ se puede entrar al museo y subir a lo alto del Arco. La vista desde arriba es magnífica.

Cándido T. Lorite

martes, 21 de diciembre de 2010

JARDÍN DE LAS TULLERÍAS Y MUSEO DEL LOUVRE











Un jardín, en París, magnífico, junto con el Parque de Luxemburgo, llena los pulmones de una ciudad cosmopolita y millonaria en habitantes. Aunque parezca increíble voy a hacer una semejanza entre este jardín y Bailén, mi ciudad. Tullerías en francés, proviene de “tuile” (tejas), pues en este lugar en el siglo XII se hacían tejas. Las mismas que se hacen en Bailen.
Sobre la segunda mitad del siglo XVI, Catalina de Médicis hizo construir en este lugar el magnífico Palacio de Las Tullerías, de estilo florentino con una gran cantidad de fuentes, árboles frutales y ornamentales, césped, etc. Después se hicieron caballerizas, plantas de morera para hacer seda con los gusanos. En el año 1564, Luis XIV encargó a Andrés La Nôtre el diseño del nuevo jardín, abriéndolo a la alta sociedad y al público en general, más tarde. Desde entonces está considerado como el primer jardín público de París. Los jardines se llenaron de estatuas, olmos, tulipanes, arces, castaños de indias, de tal manera que sus alamedas estaban frondosas y frescas, haciéndose la fuente octogonal hacia finales de 1669.
En tiempos de La Revolución, fueron el centro del poder republicano y Robespierre transformó el jardín italiano en uno británico, cambió árboles, y propuso propìleos, palestras, que no se llevaron a cabo, debido a su muerte. Con Napoleón en el poder, se intentó reunir el Louvre con el jardín de las Tullerías y se construyó el arco del Triunfo del Carrousel; además volvieron las grandes fiestas a los jardines. Los sucesos de 1870, de La Comuna, hicieron arder el Palacio de las Tullerías, decidiéndose arrasarlo y destruirlo, en vez de reformarlo. Las guerras mundiales acabaron con el jardín que fue restaurado y dedicado a zonas públicas hasta la actualidad. Hoy en día el Jardín de las Tullerías es un espacio dedicado al arte al aire libre.
El Museo del Louvre, aparte de ser el más grande del mundo, también es el más antiguo, pues sus orígenes se remontan a la Edad Media. El rey Felipe Augusto había dotado a la ciudad de las murallas más poderosas de la época, haciendo construir al lado, un poderoso castillo con una gran torre, la Grosse Tour du Louvre. Como la ciudad crece, Carlos V decide hacer una nueva muralla, con lo que la antigua y su castillo quedan como residencia real. A principios del siglo XVI la Grousse Tour fue destruida y el rey Francisco I reconstruye el castillo en un palacio renacentista. Varios reyes franceses hicieron el palacio cada vez más grande y lujoso, hasta que en época de Luis XIV y Luis XV, el palacio se transforma en “la reunión de todos los monumentos de las ciencias y las artes”. Acababa de nacer el Museo del Louvre, como tal museo.
Describir el Museo interiormente sería una tarea de “chinos” que aquí no es sitio ni momento para hacer. Indicar si algunas características: 1.Tiene tres grandes alas, ubicadas según la entrada, a la derecha, Denon, al frente, Sully y a la izquierda, Richelieu. En cada una de ellas, subiendo y bajando escaleras se encuentran las obras más conocidas. Algunas de ellas las iré diciendo aquí, junto con su ubicación, para los que vayan nuevos.
Comencemos por el ala DENON: pasando el control de entradas nos vamos a encontrar rápidamente, a la derecha, con las esculturas etruscas, entre ellas la sepultura de los esposos, maravillosamente realizada; hay vasijas bellamente decoradas, exvotos, monedas, etc.,y escenas de la vida de los etruscos. Siguiendo la sala, hacia la derecha nos encontraremos rápidamente con la Venus de Milo (Afrodita) y con Diana Cazadora. Volviendo sobre nuestros pasos subimos unas escaleras y veremos la escultura de la Victoria de Samotracia; giramos a la derecha y entramos en la sala o salas de la pintura italiana, de los siglos XIII al XV. Giotto, Tintoretto, Veronés, Fra Angélico, etc. se nos muestran en toda su belleza. A la derecha, en una sala inmensa dedicada a la pintura italiana de los siglos XVI y XVII, hacia la mitad, se encuentra una sala grande, espaciosa; en ella se encuentra la Mona Lisa o Gioconda. Dispone de un gran espacio para que la gente pueda verla con tranquilidad, sin agobios, fotografiarla, grabarla en video, etc; un acierto, pues la anterior era muy pequeña. Enfrente de ella se encuentran Las Bodas de Canaán, del Veronés, La Libertad guiando al pueblo, con la famosa figura de la revolucionaria con el pecho descubierto y la bandera francesa al viento, la Derrota de la Medusa, etc. Una gran cantidad de pinturas menores de Leonardo de Vinci, recubren las paredes de la gran sala. Volviendo sobre nuestros pasos, admiramos de nuevo la Victoria de Samotracia y pasamos a la Sala SULLY. En ella, encontramos una serie de salas dedicadas a los objetos de cerámica griega, adentrándonos poco a poco en el Egipto antiguo, el de Amenhotep IV y Akenatón, el dios Sol, el que quiso cambiar la religión en Egipto, nos encontramos en la sala 27, con la figura del Escriba Sentado. Parece que estuviera hecha en el mismo momento; conserva toda la originalidad, pintura y saber estar de un hombre de la época en que fue hecha, allá por el 2500 a.C. Se conserva en perfecto estado. Al final de estas salas y bajando las escaleras, no s dirigimos hacia el Egipto faraónico. Allí nos encontramos con la estatua de Ramsés II, magnífica, sentado, como viendo pasar el tiempo y los visitantes. De aquí pasamos hacia la derecha hacia el ala RICHELIEU. En ella nos encontramos, al momento, con los persas antiguos, Irán, Mesopotamia. En estas salas encontramos el capitel del Apadana, toros alados, leones de arcilla, frisos de arqueros, cariátides. En definitiva toda la belleza del imperio persa y mesopotámico, incluidas estatuillas, ruedas, vasijas, platos, monedas, exvotos. Toda la parafernalia de los grandes imperios. Espero que esta pequeña descripción, de cómo moverse en el interior del Louvre les sirva a aquellas personas que contacten con este blog.
Cansados y siendo la hora de salir, obligatoria, nos despedimos del Louvre, con la esperanza de volver en algún otro momento al mismo y dedicarle más tiempo. Se lo merece. Cogimos el metro y nos dirigimos hacia nuestro hotel. Muy cansados, pero satisfechos por todo lo que habíamos visto.

Cándido T. Lorite

sábado, 18 de diciembre de 2010

VALLADOLID: LA TIERRA DE DELIBES

Dejamos atrás las tierras fértiles de La Rioja y nos adentramos poco a poco en la tierra de Castilla; los parajes de viñedos dieron paso a los de trigo y cereales diversos; el verdor a la aridez; en definitiva dos partes diferentes de esta tierra nuestra, España, tan grande, tan distinta y a la vez, fecunda.
Nos recibió Valladolid inmersa en obras; parece el sino de todas las ciudades en la época del verano; el caso es que el GPS se volvió loco para dar con el hotel, pues cuando no era una calle era otra la cerrada al tráfico rodado. En definitiva, haciendo un poco de trampa, llegué al hotel, pequeño pero muy coqueto y situado en el centro de la ciudad, a espaldas de la Catedral. Media mañana era y nos dirigimos hacia el Parque de Campo Grande, en busca de la Oficina de Turismo de la ciudad. Allí nos informaron de todas las actividades que podíamos realizar durante nuestra visita. Nos dieron un folleto con un plano y comenzamos nuestra visita. He de decir que con ésta son cuatro las veces que la visito y el plano poca necesidad tenía de él.
Comenzamos nuestra andadura por la calle Santiago, en busca de la iglesia del mismo nombre. Tiene una serie de sepulcros del gótico fluminense y un retablo, magnífico, de Berruguete. Al lado, en la misma calle se encuentra la antigua iglesia de Las Francesas, dedicada actualmente a galería de arte; también la iglesia de San Joaquín y Santa Ana, está ahora dedicada a Sala Municipal de Exposiciones. Al final de la calle Santiago nos encontramos con la Plaza Mayor de Valladolid. En su centro se halla la estatua del que es considerado fundador de la ciudad., Pedro Ansúrez, encargado por el Rey Alfonso, para el repoblamiento de la zona, habitada desde la época del paleolítico superior y con zona de influencia en la Edad Media con el califa Walid I; su nombre puede ser también Valle de los Olivos. Valladolid fue sede la corte castellana y posteriormente, capital del Imperio español, desde 1601 y 1606, en que pasa a Madrid la capitalidad. La Plaza Mayor de Valladolid está pintada en un color muy llamativo pero a la vez funcional que le da un aire determinado y característico. A la caída de la tarde y en la noche se llena de gente joven y menos joven que hablan, dialogan y las terrazas se llenan de personas deseosas de beber algo fresquito, al menos durante el verano, época en que yo la visito. El bullicio da idea de una ciudad cosmopolita y en plena efervescencia, con ganas de gastar e invertir.
Una parada en la calle Santiago, para comer tranquilamente en una terraza, al fresco del calor veraniego, a la sombra. Reparador para poder continuar el camino, aunque antes una siesta reparadora en el hotel, muy cerca de donde nos encontrábamos. Cuando nos levantamos nos dirigimos rápidamente a ver la Catedral, abierta desde las 5 de la tarde, el frescor de sus naves y el claustro nos hacía no tener ganas de dejarla, para no pasar el calor vespertino. Una catedral no terminada, llamada de la Asunción. Diseñada por Juan de herrera es de estilo herreriano. El origen de esta catedral se encuentra en la edificación de la iglesia de Santa María La Mayor, hoy prácticamente destruida y cuyas piedras sirvieron para terminar de edificar la parte posterior de la catedral.
En esa parte posterior se encuentra la iglesia de Santa María la Mayor, la más antigua de Valladolid, del siglo XI; hoy se encuentra totalmente en ruinas con unas cuantas capillas situadas cerca de Santa María la Antigua. Ésta es llamada así debido a eso a la antigüedad que tiene; puede ser anterior al siglo XI. Tiene una torre, del siglo XIII, monumental, adosada a su muro norte, de una gran belleza y un claustro románico de magnífica belleza. El río Esgueva pasaba al lado y la torre era el mirador del mismo. Ha sufrido muchas reconstrucciones a lo largo de su historia que no le han quitado el halo de belleza que tiene y que llama la atención del visitante. Continuando por la calle Moros llegamos a la iglesia de S. Martín, en la que destacamos su impresionante torre gótica, con arcos apuntados, del siglo XII. En su interior se encuentran seis enormes columnas salomónicas y un retablo de S. Martín partiendo su capa de Pedro de Cea. En esta iglesia fue bautizado José Zorrilla. Siguiendo la calle S. Martín nos desplazamos hastael Convento de la Descalzas Reales, el Archivo de la Real Chancillería, iglesia de S. Pedro y a través de la calle Real de Burgos, llegamos hasta el convento de Santa Clara y en un periquete a S. Benito e l Viejo y al lugar que más me gusta de todo Valladolid, la Iglesia de S. Pablo y el colegio S. Gregorio. Mi lugar preferido de esta ciudad.
El colegio de S. Gregorio ha sido cuna de estudiantes y profesores como Fray Bartolomé de las Casas, Fray Melchor Cano, Fray Luis de Granada. Fue extinguido como Colegio en el siglo XIX.. Fue erigido en el siglo XVI para la formación de los frailes dominicos, su portada es lo ultimo del gótico, el llamado hispano-flamenco, algo autóctono del gótico flamígero, con un ritmo de de arte mudéjar. La fachada está hecha como si fuera un tapiz y en su interior se encuentra la figura de S. Gregorio. La entrada llamada Patio de Estudios, la escalera y el claustro son de una belleza magnífica.
En la parte delantera, en la Plaza de S. Pablo se encuentra la fachada de esta iglesia, la de S. Pablo, del siglo XIII, gracias al empeño de la reina Doña María de Molina. La fachada es de Simón de colonia y tiene dos partes diferenciadas: 1.Hasta la parte impostada por el rosetón con los límites laterales en dos agujas. La puerta tiene un arco cornupial, con la Coronación de la Virgen y Fray Alonso de Burgos y de los Santos Juanes. Encima dos ángeles tenantes con el escudo del Duque de Lerma, de gran influencia en la corte de Valladolid. 2. El inicio de la segunda parte está definida por las gárgolas. Está compartimentada en cuadrados o rectángulos. La fachada se termina en un frontón con el escudo de los Reyes Católicos. El frontón no es gótico sino renacentista. Ambas partes, unidas dan una increíble sensación de poderío a la fachada.
Como ya era un poco tarde para el inicio de nuestro viaje en autobús para ver Valladolid, nos trasladamos hasta Campo Grande. Nos enseñaron la ciudad desde un autobús, descansamos y nos dispusimos, cuando acabó el tour, a dar un paseo por Valladolid con un guía. Andando. Si no habíamos andado suficiente, este era le remate. La guía en este caso, nos enseño Valladolid desde la óptica de las anécdotas, las fábulas las intrigas palaciegas, el misterio y otros duendes que generalmente habitaban el Valladolid antiguo. Cuando terminamos, allá por las nueve y media de la noche, de lo único que teníamos ganas era de cenar, ducharnos y tener un sueño reparador. Y es lo que hicimos.
Temprano el desayuno, con unos churros calentitos y, andando que es gerundio. En la Plaza de la Rinconada nos encontramos con el mercado del Val, perfectamente conservado, después de su remodelación. De ahí, al lado, al Monasterio de S. Benito; se empieza a construir hacia finales del s. XIV, haciéndose el pórtico por Gil de Hantañón hacia mediados del s. XV, con dos pilares octogonales. El claustro de estilo herreriano alberga el museo de Arte Contemporáneo Español. Los monjes benedictinos son los encargados de este monasterio que tuvo una gran influencia hasta la llegada de los dominicos. Subiendo por la calle S. Ignacio nos encontramos con la iglesia de San Julián y San Miguel, edificada por los jesuitas y con una imagen de S. Miguel, gótica y los escudos de los Condes de Fuensaldaña, que están ahí enterrados. Tiene tablas, retablos y esculturas entre otros, de Juan de Mena.; andando un poco más nos encontramos con la Plaza Ochavada, antiguo Coso Viejo de Valladolid, hoy habitado y perfectamente conservado.; al lado, siempre al lado, se encuentra la Plaza de la Trinidad, con el Palacio Benavente, la iglesia de Quirce y la de San Nicolás. Siguiendo por calle S. Quirce llegamos de nuevo a S. Pablo, para despedirnos de él, y por Felipe II, llegar hasta la Vera-Cruz, la Fuente Dorada y de allí al hotel.
Ya sé que no he hablado ni del Palacio de Santa Cruz, del Teatro Calderón, la iglesia de Las Angustias, enfrente de éste, el edificio Histórico de la Universidad y muchas cosas más de esta increíble ciudad; pero esto es un blog de viajes y no una guía de arte. Espero que los que lo lean se hagan una idea más o menos acertada de la ciudad de Valladolid. Como dice su leyenda, ahora:”Valladolid, siempre en el corazón”.
Y acabada la visita a la antigua capital del reino de España, cogimos el coche y despacio, nos dirigimos a casa, a Bailén. Al hogar, dulce hogar.

Cándido T. Lorite