jueves, 5 de enero de 2012

VIAJE A ROMA. 3º DÍA (1)






1ªPARTE


COLISEO

PALATINO

FORO ROMANO

PLAZA VENECIA


Nada más ver lo que teníamos que hacer el tercer día de nuestra visita a Roma ya teníamos los pies cansados. Los lectores de este blog que hayan visitado esta ciudad, se darán cuenta de la cantidad de cosas que íbamos a visitar hoy. No sólo monumentos sino las iglesias que se encuentran en estos lugares o cerca de ellos, así como las plazas correspondientes.
Como es lógico pensar empezamos el día con un abundante desayuno en el hotel. Nos aprovisionamos bien de todo, agua incluida y, nos dirigimos rápidamente hasta el metro en Termini, nos bajamos en Coliseo, cuando aún no eran las 8 de la mañana. Dimos una vuelta completa, para “calentar motores”, al Coliseo, el que ya vimos casi de noche el miércoles. Ahora se nos presentaba en toda su inmensidad, a la luz del día. Hablar de este monumento está casi de más, pues todos hemos visto fotos, películas, documentales, etc, en los que se hablan de él de una manera total. No obstante cogimos nuestra audioguía y en ella nos enteramos de todos aquellos aspectos interesantes del mismo, incluidas las anécdotas más impactantes. Entramos con nuestra Roma Pass, gratis, por la puerta situada enfrente casi de la salida del metro, y nada más entrar a su interior nos quedamos mudos ante la magnitud y grandeza del Coliseo. Nos impresionó todo él; no un aspecto o una instantánea, sino el completo. Hay que verlo, estar en su interior para saber lo que estoy diciendo. Intentar meterse en la piel de los romanos de la época para conocer lo que allí pasó en las distintas épocas de los emperadores fue una sensación única. Fotos y más fotos para el recuerdo, algunas de las cuales quedan en este blog de viajes.
Con esa sensación de grandeza, nos adentramos, a continuación, en el Arco de Constantino, uno de los mejores conservados de la época. Su historia queda escrita en sus muros, en forma de grabados, esculturas, etc que nos hablan de las conquistas de Constantino, Trajano, Adriano y Marco Aurelio. Por debajo de este arco debían pasar los ejércitos de Roma cuando llegaban victoriosas a la ciudad, para de esta manera purificar su alma y entrar limpios en ella. Provenían de la Via Gregorio, pasaban por debajo del Arco de Constantino, luego por Via Sacra entraban en el Foro Romano, llegaban hasta el Arco de Tito, a continuación el de Septimio Severo y llegaban al final, a la Curia Romana; allí eran recibidos por el emperador correspondiente. Cuenta la tradición que, como los generales romanos tenían un gran poder, en su carro iba un hombre del pueblo que le recordaba, ante las continuas aclamaciones de la gente la frase de: “Recuerda que eres sólo un hombre”, indicándole de esta manera que no debían oponerse al emperador, considerado casi un dios. De todos estos monumentos y lugares se hablará más adelante en este blog de viajes.
Por Via Gregorio entramos en el Palatino y el Foro Romano. Quizá empezamos la visita al revés de casi todo el mundo, pero era la entrada que teníamos más cercana a nosotros. Así pues, el mapa que hay nosotros lo hicimos al contrario. En lugar de empezar por el uno y terminar en el 46, empezamos en el 46 y terminamos en el uno. Luego nos vino bien para visitar el Foro Imperial y los Mercados de Trajano, así como el Campidoglio.
Intentar describir aquí el Foro Romano y el Palatino sería estar más de cuatro páginas escribiendo, así que sólo voy a describir algunos de los lugares más importantes, para nosotros- Paqui y yo- de ambas cosas. Es aconsejable de entrada armarse de paciencia, agua y una buena guía para intentar descifrar todas las ruinas que aparecen ante los ojos del visitante. Si no es así la visita no tiene ningún sentido. Empezaré indicando que en su centro se encuentra el Museo Palatino, que pasa desapercibido para la mayoría de los visitantes. En su interior se encuentran los restos de las Cabañas de Rómulo, del s. VII a. de C.; La casa de Augusto, el Criptopórtico de Nerón, los jardines escalonados y las vistas del Foro Romano desde los jardines de Farnese. Comenzamos por la vista del Estadio en la zona de la Domus Augustana, pequeño pero muy interesante por estar situado dentro de una casa o Domus, continuamos hasta la zona del mirador para ver la enorme magnitud del Circo Máximo, aún por descubrir en su casi totalidad. Pasamos a continuación a la zona de la Domus Flavia y aquí encontramos el Triclinium, la casa de Livia y el peristilo, pasamos después al Aula Regia, la Basílica y el Lararium. El Criptopórtico y el teatro del Fontanone dieron paso al Foro Romano y en él, al Arco de Tito, como una entrada al mismo, triunfal y magnífica. El Templo de Venus y la Domus Aurea nos trasladó a los tiempos de Nerón y a sus excentricidades y extravagancias. Los restos de la Basílica de Majencio nos dan una idea de la enorme magnitud de la misma. A continuación no hay más que seguir la Via Sacra para poder admirar todo las cosas que se hallan en el Foro Romano, lo primero, a la izquierda de la Via se encuentra la Casa de las Vestales y enfrente de esta el Templo de Romulo, luego nos encontramos, a derecha e izquierda, con el Templo de Antonino y La Regia, la Basílica Fulvia-Emilia y el Templo del Dios Julio, la Curia Regia y el Templo de Saturno, y entre ambos el Arco de Septimio Severo. Como ven los lectores la ingente cantidad de monumentos hace que la descripción de todos y cada uno de ellos sea totalmente imposible para un blog de pequeñas características como es el de este escritor. Dos mapas, indicarán de una manera visual lo que en este blog queda dicho de una forma somera y descriptiva. Lo que si es claro es que la visita ha de durar, al menos, unas dos horas, si se quiere tener una visión mínima de lo que acontecía en Roma en esa época. Sitios para descansar, para beber agua, entrar al servicio, etc, los hay según aparecen marcados en el plano. Hay que aprovecharlos porque el cansancio se acumula con mucha facilidad.
Cuando salimos del Foro Romano en la zona de la cárcel Mamertina, eran las 12 de la mañana; llevábamos andando desde las 8 de la mañana y había que hacer un descanso, mínimo, pero necesario. Unas fotos con unos centuriones por parte de mi mujer nos vino bien para afrontar nuestra siguiente visita: La Plaza del Campidoglio.
La subida al Campidoglio se hace por unas escaleras que hay situadas al lado de la cárcel Mamertina, donde se dice que estuvo encerrado Vercingetorix, el último galo vencido por César en la guerra de las Galias y S. Pedro y S. Pablo antes de ser crucificados. Una vez en la parte superior de las escaleras nos encontramos con una copia de la Loba Capitolina, símbolo de la ciudad de Roma, la famosa loba que amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad. El original se encuentra en el interior de los Museos Capitolinos; la copia está en un lateral de una iglesia, situada encima de una columna de estilo dórico y es más pequeña que la original. La entrada a la Plaza del Campidoglio la hicimos con no mucha gente en ella, a pesar de que era ya media mañana. Había unos estudiantes escuchando las explicaciones de su profesor, sobre la estatua de Marco Aurelio a caballo, cuyo original se encuentra en los Museos Capitolinos.
El Campidoglio es la Colina Sagrada en la antigua Roma y es la única plaza renacentista de la ciudad. Es el km 0 de todas las carreteras de Italia, algo parecida a nuestra Puerta del Sol de Madrid. Es un lugar muy visitado por los turistas y los romanos por la gran cantidad de cosas que se pueden ver o visitar; entre estos se encuentran los Museos Capitolinos, con salas en ambos lados de la plaza y con entrada situada a la derecha de la estatua ecuestre vista de frente. Estos museos son los más importantes de Roma después de los del Vaticano y aquí podemos encontrar, como he dicho, más arriba, la Loba Capitolina, la estatua ecuestre, verdadera de Marco Aurelio, las ruinas del Templo de Júpiter, descubiertos no hace muchos años y los restos de la estatua de Constantino, aparte de otras muchas estatuas, frescos, mosaicos, etc. Su visita ha de ser de una hora, mínimo; cuesta 12€, aunque reducida con la Roma Pass son 9€. La entrada repito se hace por la Puerta del Palacio de los Conservadores. Dentro se puede pasear por las zonas ajardinadas y llegar hasta la Rupe Tarpea, lugar dónde eran arrojados los infantes. Enfrente se tiene una vista magnífica de la basílica de Sta. María Della Consolazione.
La salida de nuevo a la plaza nos condujo a una joya, la Basílica de Sta. María in Aracoeli. Entrando a ella por la parte de atrás de la plaza por un pasadizo pequeño que hay al lado del Palacio Nuevo, nos evitamos la subida de los 120 escalones, que después de las horas andando, viendo cosas, no es muy saludable subirlos. Los bajaríamos después de comer, descansados y con más ganas de andar. En su interior se encuentra algunas cosas dignas de ver, como son el sepulcro del cardenal d’Albret, la Capilla Bufalini, de Pinturicchio, s. XV, sepulcro de Luca Savelli, del s. XIII y las pintura de San Antonio de Padua, de mediados del s. XV. La fachada es de una austeridad impactante, como la de muchas iglesias de la ciudad. Los verdaderos tesoros se encuentran en el interior de las mismas. Es algo que hemos visto en casi todas las iglesias y basílicas de Roma.
Era la hora de comer y, sobre todo, de descansar. Nos dirigimos con pies tranquilos, sin prisas pero sin pausa, hacia la cercana Plaza Venecia, buscamos un lugar para comer y lo encontramos en el Bar Brasil, situado en la esquina con la Via del Corso. Teníamos justo enfrente el majestuoso, aunque controvertido, monumento a Victorio Enmanuelle II. Su descripción para después de la comida y de lo que nos pasó en la misma. Pedimos una cerveza con alcohol y otra sin él, una lasaña y unos canelones. Charla tranquila sobre lo que habíamos visto, comida en buenas condiciones, cerveza fresca; parecía que todo iba con normalidad hasta que llegó el momento de pedir la cuenta y pagar. No admitía tarjetas a pesar de que tenía las pegatinas puestas en la entrada de que sí las admitía. Observé la cuenta, escrita rápidamente, en un papel normal, sin IVA, sin nada, por un valor de 44’50 €. Le pedí que me desmenuzara la misma pues no ponía el concepto correspondiente a cada cantidad. Mi asombro fue mayúsculo cuando me dijo que la cerveza, normal y corriente que me puso, costaba 8 € con alcohol y 7 € sin alcohol. Como los precios de la cerveza no estaban en la lista de precios que me presentó no pude reclamarle. Pero mi asombro no terminó ahí, en ese momento. Cuando le presento la tarjeta Visa me indica que no puede cobrarme, que es en metálico. Eso a pesar de que en la puerta del establecimiento ponía, bien claro, las pegatinas de aquellas tarjetas permitidas en el establecimiento, entre ellas Visa. Lo dicho: UNA VERGÜENZA para Roma que haya establecimientos que juegan con los turistas, abusando de ellos. En este caso de nosotros. Así que aunque poco puedo hacer, a través de este blog digo que el Bar Brasil, en la Plaza Venecia, ni pisarlo. Dicho queda para todos aquellos lectores de este blog.

Cándido T. Lorite

3 comentarios:

  1. Excelentes fotografías, un viaje por la historia... eso, se transmite. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias. Es lo que siempre deseo. Transmitir lo que he visto de la mejor manera posible para el que me lea.

    ResponderEliminar
  3. Muy bien escrito y contado, yo he estado con otras dos amigas y en otro restaurante que previamente dejamos cerrado el precio del menú, nos pusieron una cestita con 6 rebanadas de pan (que dicho sea de paso algo duro) y al pedir la cuenta nos iban a cobrar 6€ por las rebanaditas de pan. Pero al final no nos la cobraron. Creo que intentan aprovecharse bastante de los turistas, aunque habrá de todo.

    Un saludo,

    MªAngeles

    ResponderEliminar