jueves, 17 de diciembre de 2009

NUESTRO VIAJE A CUENCA







Invitados por nuestros amigos Patricia y José Antonio a visitar la maravillosa ciudad de Cuenca, de donde ellos son originarios y con ganas de visitarla, nos desplazamos a la misma durante el fin de semana del 12 y 13 de diciembre de 2009. Nos alojamos en un hotel situado a escasos metros de la Catedral y del casco antiguo, el Leonor de Aquitania- nombre de la mujer de Alfonso VIII, conquistador de la ciudad a los árabes.
Habiendo salido de buena mañana nos encontramos con una niebla tan densa que no se veían ni los letreros de la carretera; menos mal que llevábamos el tomtom; a pesar de eso, a la altura de Tomelloso estuvimos un rato dando vueltas, hasta que decidimos volver a Manzanares y seguir el camino por Ocaña, pues el letrero de Cuenca no aparecía por ningún lado. Tardamos en llegar algo más del tiempo que creíamos íbamos a invertir en llegar. Pero la Torre Mangana nos recibía desde lo lejos, anunciando la llegada a Cuenca.
Nos encontramos con Patricia, su marido y sus tres hijos y comenzamos la visita de la ciudad. Para abrir boca, visitamos en primer lugar la majestuosa catedral de la ciudad, de estilo gótico-normando. Como todas las ciudades turísticas- hay raras excepciones, como la catedral de Jaén- cuesta una cantidad de dinero entrar en ellas. Pagamos el peculio establecido y nos dispusimos a abrir nuestros ojos ante la vista de la misma. Eso sí, al igual que hace más de 20 años cuando la visité la primera vez, no he podido ver el claustro de la misma, pues sigue en restauración. En esta catedral destaca, sobre todo, los triforios y el transparente, la puerta de Jamete y la leyenda sobre el reloj que se encuentra en el interior. Dice la misma que el día que se ponga en marcha, será el fin del mundo. Esperamos que no sea en el “2012”. Bromas aparte, vamos a seguir la visita de Cuenca.
Nos dimos un paseo por el exterior de la muralla y castillo de la ciudad, admirando desde el mismo, la hoz del Júcar en todo su esplendor, haciendo una subida de 1000 metros de altura por un camino muy bonito, eso sí para cabras más que para personas. Desde lo más alto de Cuenca pudimos contemplar, en un pequeño espacio de terreno las dos hoces de la ciudad, la del Huécar y la del Júcar y contemplando, asimismo, como la ciudad de Cuenca queda enmarcada entre ambas. Las vistas eran magníficas. Desde allí se divisaban las Casas Colgadas (ojo con decir colgantes), los llamados “rascacielos” (casas que por la calle Alfonso VIII tienen dos plantas pero que por la hoz del Huécar tienen hasta diez plantas, el Hospital de Santiago, hoy Parador de Turismo, la Catedral, el Archivo Histórico Provincial, antigua cárcel, la Torre Mangana, reloj que como dicen los nativos da la hora cuando le da la gana- un minuto antes de la media y de la entera-, y muchos otros monumentos de una ciudad que te agrada desde el primer momento que la ves.
La visita vespertina, después de un merecido homenaje a nuestro estómago y una reparadora siesta, nos deparó la visión de iglesias, rincones y lugares que impresionaron nuestra retina de una forma inolvidable. La Plaza de la Merced con la vista de la Torre Mangana, la Iglesia de las Esclavas, San Nicolás, San Pedro, la Fundación Antonio Pérez hizo que la visita de la tarde fuera muy bonita. La cena, en compañía de nuestros amigos, en un restaurante-cueva, con platos típicos de la ciudad acabó con nuestras energías.
A la mañana siguiente, José Antonio, el marido de nuestra amiga Patricia nos dio una muy agradable sorpresa: Una visita a la Ciudad Encantada de Cuenca. Conocedores expertos de la Sierra de Cuenca, nos la enseñaron de una forma que pocos hacen. Las fotos de la misma indican bien a las claras que lo pasamos magníficamente. Al final de la misma unos pocos copos de nieve nos indicaron, cómo yo les dije a ellos, que una nevada intensa iba a caer sobre la sierra. Los platos típicos degustados en la comida, en el pueblo de Valdecabras, puso colofón a dos días intensos en la magnífica ciudad de Cuenca.
El agradecimiento a nuestros amigos, tanto de Bailén como de Cuenca que hicieron posible este maravilloso viaje.


Cándido T. Lorite

miércoles, 2 de diciembre de 2009

VIAJE A PALMA DE MALLORCA


La mejor manera de comenzar este blog, referente a mis viajes, que empezar con el que ha sido mi viaje de novios. Efectivamente, me casé el día 11 de octubre de 2009 en Bailén, con una mujer encantadora, preciosa, trabajadora; en definitiva, una joya de mujer, a diferencia de mi… Llegado el momento y haciendo realidad un sueño de mi mujer, decidimos hacer nuestro primer viaje de casados a una ciudad muy conocida por mi, he ido hasta ocho veces con mis alumnos, pero desconocida para Paqui.Así pues, nos subimos un avión de la compañía Iberia en Granada, en el aeropuerto Federico García Lorca, el día 6 de noviembre de 2009, con destino Son San Juan, aeropuerto de Palma; llegamos sobre las siete de la tarde, en un vuelo totalmente tranquilo, sin sobresaltos. Nos alojamos en el Hotel Palma Bay, situado en El Arenal.
Decididos a conocer la isla, nos fuimos de excursión alas Cuevas del Drach y de Hams, a La Granja, a Valldemosa, A Palma de Mallorca, a una cena especial en barco a la luz de la luna en la bahía de Palma; en definitiva, un viaje muy completo, que paso a describir.
Cuevas del Drach y Hams: Iniciamos el camino por la autovía, dirección a Manacor, allí, visitamos, como todo el mundo, la fabricación de las perlas; a continuación nos dirigimos a Porto Cristo, donde hicimos un alto para visitar su puerto deportivo y su iglesia. Más tarde nos desplazamos a la Cueva del Drach. Pocas fotos se pueden tener de las mismas, pues están prohibidas por los propietarios de la misma. Una prueba de la visita, pero sacada en la puerta de entrada y salida. Más tarde, nos desplazamos a la Cueva de Hams, aquí si se pueden hacer fotos y queda constancia de la misma.
Al día siguiente, 9 de noviembre, nos desplazamos a la ciudad de Palma. Por cierto, en el inicio del viaje hicimos amistad con un matrimonio de Jaén, antiguo compañero mío en S. Agustín, allá por los años 50 y 60, Pedro Quesada y su señora, Amelia, con los que hemos visitado y disfrutado en este viaje. Decía que en Palma, visitamos el castillo de Bellver, redondo él y con unas vistas de Palma y su bahía, sensacionales. Después nos trasladamos a la catedral de Palma, gótica y majestuosa sobre la ciudad y sobre el Parque del Mar. Visitamos asimismo, patios y callejuelas del barrio antiguo, Ayuntamiento y un olivo centenario (700 años, más o menos), cerca del Ayuntamiento; paseamos por las calles comerciales de la ciudad, visitamos sus iglesias más conocidas y sus claustros más bellos. La Basílica de S. Francisco, dónde se encuentra enterrado Ramón Llull, Sta. Gertrudis, San Miguel, San Benito, etc. dejaron en nuestras retinas unas imágenes bellas difíciles de olvidar.
El día 10 de noviembre cogimos la carretera, camino de Valldemosa. Una ciudad muy bien conservada, dónde se encuentra su Cartuja (propiedad privada, desde la desamortización de Mendizábal); lugar dónde habitó durante unos meses del invierno de 1838, Federico Chopin, pianista polaco y su compañera y amiga, George Sand (seudónimo de Amandine Aurore LucileDupin, baronesa Dudevant). Pasado unos años, publicó un libro titulado Un invierno en Mallorca, dónde dice cómo la trataron los habitantes de Mallorca, en especial los de Valldemosa (no muy bien por cierto). En esta Cartuja, visitamos su iglesia, su farmacia, la de los monjes cartujos- claro-, y las habitaciones que ocuparon Chopin, George Sand y el Prior de la Cartuja. En ellas se encuentran los pianos de Chopin, los libros- algunos- del prior, fotos de George Sand, etc. Este fue un día bastante gélido, casi para todo el mundo en el pueblo, menos para mi. Después de comer, nos trasladamos a La Granja, un lugar perfectamente conservado. En ella, se pueden visitar todas las dependencias que tenía la misma, con sus enseres antiguos; una visita muy nostálgica, por la vista de enseres que ya no quedan en la mayoría de los hogares españoles.
El día siguiente, 11 de noviembre, nos dirigimos a visitar de nuevo la ciudad de Palma, cosmopolita y singular. Nos adentramos en sus viejas callejuelas y visitamos detenidamente todo aquello que se nos había olvidado del día anterior; además, aprovechamos para realizar algunas compras, recuerdos de nuestro viaje y regalos para los hijos; lo que se suele hacer en cada viaje, comprar para recordar después.
El día 12, por la mañana nos desplazamos al Aquarium de Palma. La visita de más de dos horas de duración, nos dio para ver multitud de animales, tanto terrestres como marinos, que hicieron nuestras delicias. Multitud de fotos dan muestra de lo bien que lo pasamos.
A la noche y, para terminar nuestra visita a Palma, decidimos cenar en un barco, a la luz de las velas en la bahía de Palma, acompañados de nuestros amigos y otros visitantes a la misma. La vista de la Catedral y de los monumentos de Palma a la luz de la Luna y en compañía de la mujer querida, es algo increíble. Fue el mejor modo de acabar nuestra visita las Islas Baleares. La visita se realizó entre los días 6 y 13 de noviembre de 2009 y en cumplimiento de algo que sucedió cuando mi mujer, Paqui, era una estudiante de bachillerato. Su madre no la dejó ir a Palma en la excursión que hicieron todas sus compañeras en el viaje de fin de curso y le dijo:”Cuándo te cases que te lleve tu marido”. Y eso es lo que he hecho. Llevarla a Palma