martes, 21 de diciembre de 2010

JARDÍN DE LAS TULLERÍAS Y MUSEO DEL LOUVRE











Un jardín, en París, magnífico, junto con el Parque de Luxemburgo, llena los pulmones de una ciudad cosmopolita y millonaria en habitantes. Aunque parezca increíble voy a hacer una semejanza entre este jardín y Bailén, mi ciudad. Tullerías en francés, proviene de “tuile” (tejas), pues en este lugar en el siglo XII se hacían tejas. Las mismas que se hacen en Bailen.
Sobre la segunda mitad del siglo XVI, Catalina de Médicis hizo construir en este lugar el magnífico Palacio de Las Tullerías, de estilo florentino con una gran cantidad de fuentes, árboles frutales y ornamentales, césped, etc. Después se hicieron caballerizas, plantas de morera para hacer seda con los gusanos. En el año 1564, Luis XIV encargó a Andrés La Nôtre el diseño del nuevo jardín, abriéndolo a la alta sociedad y al público en general, más tarde. Desde entonces está considerado como el primer jardín público de París. Los jardines se llenaron de estatuas, olmos, tulipanes, arces, castaños de indias, de tal manera que sus alamedas estaban frondosas y frescas, haciéndose la fuente octogonal hacia finales de 1669.
En tiempos de La Revolución, fueron el centro del poder republicano y Robespierre transformó el jardín italiano en uno británico, cambió árboles, y propuso propìleos, palestras, que no se llevaron a cabo, debido a su muerte. Con Napoleón en el poder, se intentó reunir el Louvre con el jardín de las Tullerías y se construyó el arco del Triunfo del Carrousel; además volvieron las grandes fiestas a los jardines. Los sucesos de 1870, de La Comuna, hicieron arder el Palacio de las Tullerías, decidiéndose arrasarlo y destruirlo, en vez de reformarlo. Las guerras mundiales acabaron con el jardín que fue restaurado y dedicado a zonas públicas hasta la actualidad. Hoy en día el Jardín de las Tullerías es un espacio dedicado al arte al aire libre.
El Museo del Louvre, aparte de ser el más grande del mundo, también es el más antiguo, pues sus orígenes se remontan a la Edad Media. El rey Felipe Augusto había dotado a la ciudad de las murallas más poderosas de la época, haciendo construir al lado, un poderoso castillo con una gran torre, la Grosse Tour du Louvre. Como la ciudad crece, Carlos V decide hacer una nueva muralla, con lo que la antigua y su castillo quedan como residencia real. A principios del siglo XVI la Grousse Tour fue destruida y el rey Francisco I reconstruye el castillo en un palacio renacentista. Varios reyes franceses hicieron el palacio cada vez más grande y lujoso, hasta que en época de Luis XIV y Luis XV, el palacio se transforma en “la reunión de todos los monumentos de las ciencias y las artes”. Acababa de nacer el Museo del Louvre, como tal museo.
Describir el Museo interiormente sería una tarea de “chinos” que aquí no es sitio ni momento para hacer. Indicar si algunas características: 1.Tiene tres grandes alas, ubicadas según la entrada, a la derecha, Denon, al frente, Sully y a la izquierda, Richelieu. En cada una de ellas, subiendo y bajando escaleras se encuentran las obras más conocidas. Algunas de ellas las iré diciendo aquí, junto con su ubicación, para los que vayan nuevos.
Comencemos por el ala DENON: pasando el control de entradas nos vamos a encontrar rápidamente, a la derecha, con las esculturas etruscas, entre ellas la sepultura de los esposos, maravillosamente realizada; hay vasijas bellamente decoradas, exvotos, monedas, etc.,y escenas de la vida de los etruscos. Siguiendo la sala, hacia la derecha nos encontraremos rápidamente con la Venus de Milo (Afrodita) y con Diana Cazadora. Volviendo sobre nuestros pasos subimos unas escaleras y veremos la escultura de la Victoria de Samotracia; giramos a la derecha y entramos en la sala o salas de la pintura italiana, de los siglos XIII al XV. Giotto, Tintoretto, Veronés, Fra Angélico, etc. se nos muestran en toda su belleza. A la derecha, en una sala inmensa dedicada a la pintura italiana de los siglos XVI y XVII, hacia la mitad, se encuentra una sala grande, espaciosa; en ella se encuentra la Mona Lisa o Gioconda. Dispone de un gran espacio para que la gente pueda verla con tranquilidad, sin agobios, fotografiarla, grabarla en video, etc; un acierto, pues la anterior era muy pequeña. Enfrente de ella se encuentran Las Bodas de Canaán, del Veronés, La Libertad guiando al pueblo, con la famosa figura de la revolucionaria con el pecho descubierto y la bandera francesa al viento, la Derrota de la Medusa, etc. Una gran cantidad de pinturas menores de Leonardo de Vinci, recubren las paredes de la gran sala. Volviendo sobre nuestros pasos, admiramos de nuevo la Victoria de Samotracia y pasamos a la Sala SULLY. En ella, encontramos una serie de salas dedicadas a los objetos de cerámica griega, adentrándonos poco a poco en el Egipto antiguo, el de Amenhotep IV y Akenatón, el dios Sol, el que quiso cambiar la religión en Egipto, nos encontramos en la sala 27, con la figura del Escriba Sentado. Parece que estuviera hecha en el mismo momento; conserva toda la originalidad, pintura y saber estar de un hombre de la época en que fue hecha, allá por el 2500 a.C. Se conserva en perfecto estado. Al final de estas salas y bajando las escaleras, no s dirigimos hacia el Egipto faraónico. Allí nos encontramos con la estatua de Ramsés II, magnífica, sentado, como viendo pasar el tiempo y los visitantes. De aquí pasamos hacia la derecha hacia el ala RICHELIEU. En ella nos encontramos, al momento, con los persas antiguos, Irán, Mesopotamia. En estas salas encontramos el capitel del Apadana, toros alados, leones de arcilla, frisos de arqueros, cariátides. En definitiva toda la belleza del imperio persa y mesopotámico, incluidas estatuillas, ruedas, vasijas, platos, monedas, exvotos. Toda la parafernalia de los grandes imperios. Espero que esta pequeña descripción, de cómo moverse en el interior del Louvre les sirva a aquellas personas que contacten con este blog.
Cansados y siendo la hora de salir, obligatoria, nos despedimos del Louvre, con la esperanza de volver en algún otro momento al mismo y dedicarle más tiempo. Se lo merece. Cogimos el metro y nos dirigimos hacia nuestro hotel. Muy cansados, pero satisfechos por todo lo que habíamos visto.

Cándido T. Lorite

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