viernes, 2 de julio de 2010

VIAJE DE RECREACIÓN AL BIERZO Y TURÍSTICO A ZAMORA Y TORO

De nuevo puestos en camino mi mujer, Paqui y yo. Esta vez nos tocaba viajar hasta S. Pedro Castañero, un pequeño pueblo situado en El Bierzo, allá en la provincia de León. Fuimos invitados por los organizadores de la Recreación, la Agrupación Histórico-Cultural Tiradores del Bierzo, en colaboración con la pedanía y Junta Vecinal del pueblo antes mencionado. El viaje fue largo y la llegada al lugar bien entrada la tarde del día 25 de junio. Una vez allí nos dirigimos al lugar de la recreación y saludamos, como es costumbre a los recreadores invitados, llegados en esta ocasión de la región gallega y León, uno del Bruch y nosotros, El Regimiento de La Reyna, desde Bailén.
La acogida por parte de la gente del pueblo fue extraordinaria, cálida y acogedora, como en todos los sitios donde recreamos la historia. La historia a repetir y recrear consistía en la entrada de los franceses en el pueblo y la muerte del cura y 12 personas más que defendieron lo poco que tenían, el 27 de junio de 1810. El sábado los “franceses” nos derrotaron en toda regla echándonos del pueblo, pero el domingo la contienda sucedió al revés; los soldados “españoles” ayudados por el pueblo, que se levantó contra el invasor, echaron del pueblo a los “franceses”, dejando gran cantidad de “muertos” y “heridos”. La recreación acabó con el agrado de todas las personas que la vieron, llegados desde puntos de la provincia de León y Galicia.
Cansados pero satisfechos nos dirigimos el día 27 hacia Zamora, dónde llegamos al inicio de la tarde. Gran casualidad, la ciudad de Zamora festejaba en esos días las fiestas de su Patrón, S. Pedro; la ciudad estaba animadísima, con todas sus plazas- que son muchas- ocupadas por un gran cantidad de gente. Después de dejar las cosas en el hotel en el que nos alojábamos por esa noche, nos dispusimos a hacer el recorrido románico de la ciudad. Las 24 iglesias románicas nos estaban esperando en toda su magnificencia y esplendor.
Hicimos dos recorridos, uno por la tarde del 27 y otro para el lunes 28 por la mañana; no era cuestión de darnos todo el atracón de una sola vez. Menos mal que Zamora es una ciudad que se puede pasear, andar con tranquilidad por sus calles, deleitarse con sus jardines y sobre todo, con su limpieza. Eso sí, esta vez, con más gente porque como he dicho eran las fiestas de la ciudad. La visión de las iglesias de Sto. Tomé, Sta. Lucía, la Magdalena, S. Juan, Sta. María la Nueva, S. Cipriano y un largo etcétera de iglesias, nos dejó el camino expedito hacia la visión que más nos interesaba, la Catedral de León. La vista de la misma entrando por la Puerta del Obispo es realmente extraordinaria. Su cimborrio y su puerta de entrada con la torre lateral se nos presentaron en todo su esplendor románico. Como la gente se encontraba en los alrededores de la Plaza Mayor, la catedral y el castillo estaban casi solitarios, lo que consiguió que la disfrutáramos casi para nosotros solos, todo un privilegio para los amantes del románico como nosotros.
Al día siguiente, lunes 28 terminamos de ver y visitar la ciudad de Zamora, con las iglesias de S. Andrés. Leonardo, Tránsito, Carmen del Camino, etc. Una visión lo más completa posible en el poco tiempo que teníamos de la ciudad de Zamora, románica por excelencia. De allí nos desplazamos a la ciudad de Toro, en busca de su Colegiata e, igualmente, su parte monumental. En media hora de la salida de Zamora nos encontramos en Toro.
Entramos en la parte monumental de la ciudad por la Puerta del Mercado, para llegar directamente a la Plaza Mayor y a la iglesia del Sto. Sepulcro. Desde allí nos desplazamos caminando tranquilamente hacia la Colegiata; para nuestro pesar la entrada principal de la misma está en restauración, con lo que su visión nos quedó prohibida, no así su ábside y su imponente trazado.
La iglesia de S. Julián de los Caballeros, S. Lorenzo, San Salvador, Santi Spiritus, la Trinidad nos congraciaron y nos hicieron olvidar que no habíamos podido ver la entrada de la Colegiata, símbolo de la ciudad de Toro. Un descanso en la Plaza Mayor y unos dulces típicos de la ciudad nos hicieron recordar que la vuelta a nuestra ciudad, Bailén, había llegado. Como de costumbre volvimos al hogar, dulce hogar, para descansar después de nuestro pequeño periplo por tierras leonesas y zamoranas. Hasta la próxima.

Cándido T. Lorite