jueves, 14 de abril de 2016

VENECIA. TRES DÍAS Y MEDIO. FINAL


            Nos levantamos sin prisas el día de la marcha de Venecia. El avión salía hacia las 12 de la mañana y había tiempo para todo. Las maletas, como de costumbre, quedaron hechas la noche anterior y, así, por la mañana estaríamos más tranquilos. Amaneció el día un poco nublado y se fue poniendo peor a medida que avanzaba la mañana.
Hotel Santa Marina. Venecia
Desayunamos, nos despedimos del hotel y cogimos camino de Fondamente Nove, donde esperamos al transporte de Alilaguna. Los billetes los teníamos sacados con anterioridad, así que no tuvimos problema. Los convalidamos y esperamos a su llegada. Cogimos el de las 10.02. Salen cada media hora.
          
Servicio de Alilaguna
  Por el camino, en la laguna de Venecia, comenzó a llover un poco. La lluvia nos despidió de Venecia, tal como nos recibió. Un sentimiento de tristeza nos invadió, al dejar tan hermosa y encantadora ciudad. Sabíamos que, a no ser por circunstancias especiales, no volveremos a esta ciudad. Otras nos esperan en nuestros viajes por Europa y el mundo.
            Llegamos a la estación de Alilaguna y de allí, andando, durante diez minutos, sin pérdida alguna, llegamos hasta el aeropuerto Leonardo de Vinci. No es muy grande, pero tiene un enorme impedimento. Menos mal que ya nos vamos acostumbrando a toda clase de percances, incomodidades y otras curiosidades de los diferentes aeropuertos.
Dársena en el aeropuerto de Venecia
Me refiero a la falta de paneles informativos de salida vuelos nacionales e internacionales, en la entrada del aeropuerto, tal y como sucede en todos ellos. Una vez pasado los controles de rigor de equipajes y seguridad, es cuando vimos los paneles; pero ya en la sala de embarque. No lo veo lógico.
           
Última imagen de Venecia.
Nuestro vuelo llegó a Madrid, T4, a la hora prevista y allí estaba nuestro coche esperándonos, llevado hasta el lugar por la agencia que se encargó de recogerlo y de traerlo. Siempre a su hora. Perfectos. Mi enhorabuena a Airpark de Madrid.
            Nos montamos, tomamos el agua y las chuches que siempre nos dan en una bolsa y paramos a comer en Seseña, en la R-4, camino de casa. Descansamos un rato, llenamos el depósito de gasolina, pues como de costumbre, cualquier lugar de España, al menos de los visitados hasta ahora, es más barata la gasolina que en Bailén. Siendo Autopista, de pago, la R-4 me costó el litro de gasolina 4 céntimos de euro el litro más barato. Increíble pero cierto.
            Llegamos a Bailén hacia las 7 de la tarde, tranquilos, muy cansados. Estábamos en nuestro hogar, dulce hogar.
Hasta la próxima. Que será Badajoz y cercanías. Esperemos.

Cándido T. Lorite