Dejamos atrás las tierras fértiles de La Rioja y nos adentramos poco a poco en la tierra de Castilla; los parajes de viñedos dieron paso a los de trigo y cereales diversos; el verdor a la aridez; en definitiva dos partes diferentes de esta tierra nuestra, España, tan grande, tan distinta y a la vez, fecunda.
Nos recibió Valladolid inmersa en obras; parece el sino de todas las ciudades en la época del verano; el caso es que el GPS se volvió loco para dar con el hotel, pues cuando no era una calle era otra la cerrada al tráfico rodado. En definitiva, haciendo un poco de trampa, llegué al hotel, pequeño pero muy coqueto y situado en el centro de la ciudad, a espaldas de la Catedral. Media mañana era y nos dirigimos hacia el Parque de Campo Grande, en busca de la Oficina de Turismo de la ciudad. Allí nos informaron de todas las actividades que podíamos realizar durante nuestra visita. Nos dieron un folleto con un plano y comenzamos nuestra visita. He de decir que con ésta son cuatro las veces que la visito y el plano poca necesidad tenía de él.
Comenzamos nuestra andadura por la calle Santiago, en busca de la iglesia del mismo nombre. Tiene una serie de sepulcros del gótico fluminense y un retablo, magnífico, de Berruguete. Al lado, en la misma calle se encuentra la antigua iglesia de Las Francesas, dedicada actualmente a galería de arte; también la iglesia de San Joaquín y Santa Ana, está ahora dedicada a Sala Municipal de Exposiciones. Al final de la calle Santiago nos encontramos con la Plaza Mayor de Valladolid. En su centro se halla la estatua del que es considerado fundador de la ciudad., Pedro Ansúrez, encargado por el Rey Alfonso, para el repoblamiento de la zona, habitada desde la época del paleolítico superior y con zona de influencia en la Edad Media con el califa Walid I; su nombre puede ser también Valle de los Olivos. Valladolid fue sede la corte castellana y posteriormente, capital del Imperio español, desde 1601 y 1606, en que pasa a Madrid la capitalidad. La Plaza Mayor de Valladolid está pintada en un color muy llamativo pero a la vez funcional que le da un aire determinado y característico. A la caída de la tarde y en la noche se llena de gente joven y menos joven que hablan, dialogan y las terrazas se llenan de personas deseosas de beber algo fresquito, al menos durante el verano, época en que yo la visito. El bullicio da idea de una ciudad cosmopolita y en plena efervescencia, con ganas de gastar e invertir.
Una parada en la calle Santiago, para comer tranquilamente en una terraza, al fresco del calor veraniego, a la sombra. Reparador para poder continuar el camino, aunque antes una siesta reparadora en el hotel, muy cerca de donde nos encontrábamos. Cuando nos levantamos nos dirigimos rápidamente a ver la Catedral, abierta desde las 5 de la tarde, el frescor de sus naves y el claustro nos hacía no tener ganas de dejarla, para no pasar el calor vespertino. Una catedral no terminada, llamada de la Asunción. Diseñada por Juan de herrera es de estilo herreriano. El origen de esta catedral se encuentra en la edificación de la iglesia de Santa María La Mayor, hoy prácticamente destruida y cuyas piedras sirvieron para terminar de edificar la parte posterior de la catedral.
En esa parte posterior se encuentra la iglesia de Santa María la Mayor, la más antigua de Valladolid, del siglo XI; hoy se encuentra totalmente en ruinas con unas cuantas capillas situadas cerca de Santa María la Antigua. Ésta es llamada así debido a eso a la antigüedad que tiene; puede ser anterior al siglo XI. Tiene una torre, del siglo XIII, monumental, adosada a su muro norte, de una gran belleza y un claustro románico de magnífica belleza. El río Esgueva pasaba al lado y la torre era el mirador del mismo. Ha sufrido muchas reconstrucciones a lo largo de su historia que no le han quitado el halo de belleza que tiene y que llama la atención del visitante. Continuando por la calle Moros llegamos a la iglesia de S. Martín, en la que destacamos su impresionante torre gótica, con arcos apuntados, del siglo XII. En su interior se encuentran seis enormes columnas salomónicas y un retablo de S. Martín partiendo su capa de Pedro de Cea. En esta iglesia fue bautizado José Zorrilla. Siguiendo la calle S. Martín nos desplazamos hastael Convento de la Descalzas Reales, el Archivo de la Real Chancillería, iglesia de S. Pedro y a través de la calle Real de Burgos, llegamos hasta el convento de Santa Clara y en un periquete a S. Benito e l Viejo y al lugar que más me gusta de todo Valladolid, la Iglesia de S. Pablo y el colegio S. Gregorio. Mi lugar preferido de esta ciudad.
El colegio de S. Gregorio ha sido cuna de estudiantes y profesores como Fray Bartolomé de las Casas, Fray Melchor Cano, Fray Luis de Granada. Fue extinguido como Colegio en el siglo XIX.. Fue erigido en el siglo XVI para la formación de los frailes dominicos, su portada es lo ultimo del gótico, el llamado hispano-flamenco, algo autóctono del gótico flamígero, con un ritmo de de arte mudéjar. La fachada está hecha como si fuera un tapiz y en su interior se encuentra la figura de S. Gregorio. La entrada llamada Patio de Estudios, la escalera y el claustro son de una belleza magnífica.
En la parte delantera, en la Plaza de S. Pablo se encuentra la fachada de esta iglesia, la de S. Pablo, del siglo XIII, gracias al empeño de la reina Doña María de Molina. La fachada es de Simón de colonia y tiene dos partes diferenciadas: 1.Hasta la parte impostada por el rosetón con los límites laterales en dos agujas. La puerta tiene un arco cornupial, con la Coronación de la Virgen y Fray Alonso de Burgos y de los Santos Juanes. Encima dos ángeles tenantes con el escudo del Duque de Lerma, de gran influencia en la corte de Valladolid. 2. El inicio de la segunda parte está definida por las gárgolas. Está compartimentada en cuadrados o rectángulos. La fachada se termina en un frontón con el escudo de los Reyes Católicos. El frontón no es gótico sino renacentista. Ambas partes, unidas dan una increíble sensación de poderío a la fachada.
Como ya era un poco tarde para el inicio de nuestro viaje en autobús para ver Valladolid, nos trasladamos hasta Campo Grande. Nos enseñaron la ciudad desde un autobús, descansamos y nos dispusimos, cuando acabó el tour, a dar un paseo por Valladolid con un guía. Andando. Si no habíamos andado suficiente, este era le remate. La guía en este caso, nos enseño Valladolid desde la óptica de las anécdotas, las fábulas las intrigas palaciegas, el misterio y otros duendes que generalmente habitaban el Valladolid antiguo. Cuando terminamos, allá por las nueve y media de la noche, de lo único que teníamos ganas era de cenar, ducharnos y tener un sueño reparador. Y es lo que hicimos.
Temprano el desayuno, con unos churros calentitos y, andando que es gerundio. En la Plaza de la Rinconada nos encontramos con el mercado del Val, perfectamente conservado, después de su remodelación. De ahí, al lado, al Monasterio de S. Benito; se empieza a construir hacia finales del s. XIV, haciéndose el pórtico por Gil de Hantañón hacia mediados del s. XV, con dos pilares octogonales. El claustro de estilo herreriano alberga el museo de Arte Contemporáneo Español. Los monjes benedictinos son los encargados de este monasterio que tuvo una gran influencia hasta la llegada de los dominicos. Subiendo por la calle S. Ignacio nos encontramos con la iglesia de San Julián y San Miguel, edificada por los jesuitas y con una imagen de S. Miguel, gótica y los escudos de los Condes de Fuensaldaña, que están ahí enterrados. Tiene tablas, retablos y esculturas entre otros, de Juan de Mena.; andando un poco más nos encontramos con la Plaza Ochavada, antiguo Coso Viejo de Valladolid, hoy habitado y perfectamente conservado.; al lado, siempre al lado, se encuentra la Plaza de la Trinidad, con el Palacio Benavente, la iglesia de Quirce y la de San Nicolás. Siguiendo por calle S. Quirce llegamos de nuevo a S. Pablo, para despedirnos de él, y por Felipe II, llegar hasta la Vera-Cruz, la Fuente Dorada y de allí al hotel.
Ya sé que no he hablado ni del Palacio de Santa Cruz, del Teatro Calderón, la iglesia de Las Angustias, enfrente de éste, el edificio Histórico de la Universidad y muchas cosas más de esta increíble ciudad; pero esto es un blog de viajes y no una guía de arte. Espero que los que lo lean se hagan una idea más o menos acertada de la ciudad de Valladolid. Como dice su leyenda, ahora:”Valladolid, siempre en el corazón”.
Y acabada la visita a la antigua capital del reino de España, cogimos el coche y despacio, nos dirigimos a casa, a Bailén. Al hogar, dulce hogar.
Cándido T. Lorite
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