Decididos a conocer la isla, nos fuimos de excursión alas Cuevas del Drach y de Hams, a La Granja, a Valldemosa, A Palma de Mallorca, a una cena especial en barco a la luz de la luna en la bahía de Palma; en definitiva, un viaje muy completo, que paso a describir.
Cuevas del Drach y Hams: Iniciamos el camino por la autovía, dirección a Manacor, allí, visitamos, como todo el mundo, la fabricación de las perlas; a continuación nos dirigimos a Porto Cristo, donde hicimos un alto para visitar su puerto deportivo y su iglesia. Más tarde nos desplazamos a la Cueva del Drach. Pocas fotos se pueden tener de las mismas, pues están prohibidas por los propietarios de la misma. Una prueba de la visita, pero sacada en la puerta de entrada y salida. Más tarde, nos desplazamos a la Cueva de Hams, aquí si se pueden hacer fotos y queda constancia de la misma.
Al día siguiente, 9 de noviembre, nos desplazamos a la ciudad de Palma. Por cierto, en el inicio del viaje hicimos amistad con un matrimonio de Jaén, antiguo compañero mío en S. Agustín, allá por los años 50 y 60, Pedro Quesada y su señora, Amelia, con los que hemos visitado y disfrutado en este viaje. Decía que en Palma, visitamos el castillo de Bellver, redondo él y con unas vistas de Palma y su bahía, sensacionales. Después nos trasladamos a la catedral de Palma, gótica y majestuosa sobre la ciudad y
El día 10 de noviembre cogimos la carretera, camino de Valldemosa. Una ciudad muy bien conservada, dónde se encuentra su Cartuja (propiedad privada, desde la desamortización de Mendizábal); lugar dónde habitó durante unos meses del invierno de 1838, Federico Chopin, pianista polaco y su compañera y amiga, George Sand (seudónimo de Amandine Aurore LucileDupin, baronesa Dudevant). Pasado unos años, publicó un libro titulado Un invierno en Mallorca, dónde dice cómo la trataron los habitantes de Mallorca, en especial los de Valldemosa (no muy bien por cierto). En esta Cartuja, visitamos su iglesia, su farmacia,
El día siguiente, 11 de noviembre, nos dirigimos a visitar de nuevo la ciudad de Palma, cosmopolita y singular. Nos adentramos en sus viejas callejuelas y visitamos detenidamente todo aquello que se nos había olvidado del día anterior; además, aprovechamos para realizar algunas compras, recuerdos de nuestro viaje y regalos para los hijos; lo que se suele hacer en cada viaje, comprar para recordar después.
El día 12, por la mañana nos desplazamos al Aquarium de Palma. La visita de más de dos horas de duración, nos dio para ver multitud de animales, tanto terrestres como marinos, que hicieron nuestras delicias. Multitud de fotos dan muestra de lo bien que lo pasamos.
A la noche y, para terminar nuestra visita a Palma, decidimos cenar en un barco, a la luz de las velas en la bahía de Palma,
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