sábado, 18 de agosto de 2012

FRÓMISTA Y VILLARCÁZAR DE SIRGA

Frómista. San Martín
Frómista. Ábside
Frómista. San Martín. Capitel de los Reyes Magos
Frómita. San Martín. Capitel fábula
Frómista. San Martín. Cristo
Frómista. San Martín. pelícanos

            Saqué el coche del garaje del hotel y pusimos dirección a Frómista. Lo primero que vimos fue S. Martín,  iglesia románica del s. XI, fundada por Doña Mayor de Castilla, esposa de Sancho III de Navarra. Del exterior se destaca una cabecera con tres ábsides: Le da realce las columnas y las impostas que enriquecen la cabecera. Las torres de los pies del templo no son usuales en el románico español, parecen importados del románico alemán. En el frontal existe un cimborrio octogonal. Los elementos decorativos son muy abundantes y espléndidos: El ajedrezado que recorre toda la iglesia a distintas alturas. Los capiteles, los hay con decoración vegetal, animal y humana. Los canecillos, pequeñas esculturas que decoran los aleros de los tejados, La planta es basilical con tres naves y tres ábsides. La central tiene un San Martín del s. XIV; la de la derecha, un Santiago del siglo XVI y la central un Cristo de finales del XIII. Quizá lo más importante, siéndola toda la iglesia, sean los capiteles, con Adán y Eva tomando la fruta prohibida, la expulsión del Paraíso, La Adoración de los Reyes, y pecados como la lujuria, la avaricia y otros capiteles con oficios.
Frómista. San Pedro
Frómista. Santa María del Castillo.
                        Muy cerca, en la Plaza de Tuy encontramos la iglesia de San Pedro, fundada en el siglo XV, de estilo gótico tiene, sin embargo, una portada renacentista de Juan de Escalante. Por la calle Martín Vera llegamos a la Plaza del Castillo y en ella encontramos la iglesia de Sta. María del Castillo, cerrada al público y se visita sólo si ves el multimedia llamado Vestigia. Habla de la historia de Frómista, desde los orígenes hasta los tiempos modernos. Tiene una tarifa de 3€ y un horario, improrrogable y único de 12, 13, 18 y 19 horas, todos los días del verano. Cuenta con página web.
Villarcázar de Sirga. Santa Mª la Blanca
Villarcázar de Sirga. Entrada principal
Villarcázar de Sirga. Santa Mª. la Blanca
Villarcázar de Sirga. Sepulcro de Doña Leonor
Villarcázar de Sirga. Retablo
                        En el coche recorrimos los pocos kilómetros que nos quedaban para llegar a Villarcázar de Sirga. Un pueblo del Camino de Santiago. Aquí encontramos una joya del románico ojival, del siglo XII. Es la iglesia de Santa María la Blanca. Tiene una planta archiepiscopal (46x36 m) y fundada por los caballeros templarios como iglesia fortaleza. Tiene tres naves centrales atravesadas por un doble crucero de cinco tramos. Majestuosa en su interior con esta forma. La cabecera tiene cinco ábsides, rectos los tres centrales, como los cistercienses. En la capilla de Santiago se encuentra la Virgen de las Cantigas, en piedra. Sus milagros le fueron cantados al rey Sabio, Alfonso X y a su hijo Sancho IV el Bravo. Aquí se encuentran los sepulcros del infante Felipe, hermano de Alfonso X; y la segunda esposa de éste, Leonor. El tercer sepulcro tiene los restos de un caballero de Santiago. El Altar Mayor está presidido por la imagen gótica de la Virgen Blanca Los diferentes cuerpos del retablo contiene imágenes de Pedro Berruguete y artistas flamencos, referentes a la virgen y a la pasión de Cristo. La capilla de Santiago tiene escenas extraídas del Codex Calistinus, alusivas al cortejo fúnebre del Ápostol saboteado por la reina Lupa.
Villarcázar de Sirga. Pórtico
                        El pórtico sur debió prolongarse hasta el atrio porticado del Oeste. Bajo la bóveda se abren dos puertas abocinadas y en ángulo recto, peculiaridad única en este templo. Tiene arquivoltas ilustradas de santos, ángeles y nobles bajo dosel. El centro es para la Virgen Blanca de Villasirga. Sobre ella el Juicio Final con Pantocrátor, Tetramorfos y el Apostolado. Había merecido la pena adentrase hasta cerca de Carrión de los Condes para ver esta iglesia románica.
                        Vuelta a Palencia para terminar de visitar lo que nos quedaba por ver. Dejamos el coche y nos dirigimos hacia la calle Mayor y la Plaza del mismo nombre. La animación iba aumentando; la gente salía a pasear, aunque aún era temprano. Pero hacía un fresco muy de agradecer para unos visitantes como nosotros, de tierras calurosas.

            Cándido T. Lorite

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