Terminamos la comida en el restaurante indicado en la entrada del Barrio Latino. Nos tomamos un café y con el metro nos desplazamos hasta el Louvre. Eso sí, antes pasamos por Nôtre Dame y nos hicimos algunas fotos, para el recuerdo. La tarde estaba desapacible; no llovía pero había una humedad muy grande y sobre todo al lado del Sena. No entramos al mismo pues ya lo habíamos visitado anteriormente y sabíamos de lo cansado que era visitarlo.
La experiencia nos sirvió para ago. Eso sí, nos desplazamos por los alrededores, visitamos el Carrusel del Louvre, nos hicimos las fotos correspondientes y, despacito, nos desplazamos por el Arco del triunfo del Carrusel a los jardines de las Tullerías.
Frío, desangelado, nos recibió el parque. La visión anterior nos hizo pensar que quizá no estábamos en el mismo lugar, aunque si lo estábamos. Paseamos cogidos de la mano, como dos adolecentes, tranquilos, sin prisa, disfrutando de la tarde, que aunque algo fría y un poco lluviosa, a nosotros nos importaba bien poco. El parque era lugar idóneo para el paseo y es lo que hicimos. La historia del Parque de las Tullerías es bastante somera, lo que voy a poner aquí; el que necesite más información que visite la wiki.
En 1564 comenzó a construirse
el Palacio de las Tullerías, acompañado de un vasto
jardín de carácter florentino rodeado de altos muros; su nombre
hace referencia a la fábrica de tejas (tuilles) que se encontraba en
este lugar.
Durante el
reinado de Luis XIV el jardín se re-diseñó para abrirlo a
la gente de la alta sociedad, donde se celebraban fiestas y
reuniones por todo lo alto.
Con el
traslado de la corte a Versalles, el palacio y sus jardines
cayeron en el abandono. Más adelante el Palacio fue destruido por un
incendio provocado por La Comuna de París, pero el parque, ahora de estilo
inglés, se recuperó y se convirtió en el primer jardín público de
París.
Hoy en día los Jardines
de las Tullerías ofrecen un remanso de paz y naturaleza para
descansar o disfrutar de un picnic o un paseo por su avenida central
decorada con árboles, estatuas, fuentes y estanques.
Las Tullerías
está ubicado junto al Louvre y justo aquí también se encuentra
el Arco de Triunfo de Carrousel, arco más pequeño que
el Arco del Triunfo ubicado en los Campos Eliseos y
también construido por Napoleón, está decorado con una
cuadriga de bronce y columnas de mármol rosa.
Al final del paseo se encuentra la
Plaza de la concordia y uno de los más COMPLETOS DESASTRES que se han perpetrado
en esta encantadora ciudad. Han colocado, en medio de a plaza, a escasos 20
metros de su hermoso monolito egipcio una enorme noria, llamada la rueda de
París, a imagen y semejanza del Ojo de Londres. Ver para creer. Menos mal que
los parisinos tienen cabeza y decidieron al 22 de noviembre de 2017 retirar
esta gigantesca noria en el año 2018. A mí me ha tocado sufrirla en mi segunda
visita. Digo lo de sufrirla, porque rompe totalmente la armonía entre las
Tullerías y los Campos Elíseos. Es más no pongo ni una foto porque es horrible.
Pasamos a la plaza Concorde o Concordia. La plaza más grande de parís y
nos quedamos extasiados contemplando de nuevo, ese monumental y hermoso monito,
regalo de Egipto a Francia, donde en letras y dibujos de oro, se narra como
obtener un monolito y su desplazamiento. Algo que pudimos contemplar in situ,
en nuestro viaje a Egipto de 2015.
Añadir leyenda |
Cuando termina el régimen
terrorífico, en 1795, pasa a tener el nombre cómo se la conoce actualmente, es
decir, Plaza de la Concordia, con el fin de borrar los hechos violentos que
allí ocurrieron. Más tarde, en 1831, fue instalado en su centro el Obelisco de París (el obelisco egipcio de
Luxor), de 3200 años de antigüedad, donado por Mehmet Alí a Luis Felipe. A su
vez, se construyeron farolas, ocho estatuas (que simbolizan las ciudades más
importantes de Francia) y grandiosas fuentes.
Acabamos la visita,
cogimos el metro en Concorde y después de dos transbordos nos encontrábamos en
Anvers, al lado del hotel. Eran las 8 de la tarde. Un paseo por Pigalle y al
hotel. La zona empezaba a poblare de gente poco recomendable.
Cándido
T. Lorite
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