Nos
levantamos el domingo día 18 de febrero, descansados y con muchas ganas de
visitar Versalles. Todos los amigos que habían visitado el lugar nos decían que
es muy bonito. "Ya veréis como os gusta mucho". Íbamos en febrero,
época en la que no hay floración y, en consecuencia, sabíamos lo que nos
encontraríamos. Pero… Bueno, haré la valoración al final.
Teníamos
una guía contratada con Buendía Tours al precio, nada barato, de 48 euros por
persona, para visitar el palacio, con el billete del tren, incluido. Digo nada
barato, porque la entrada cuesta 20 euros, más 16 euros ida y vuelta el tren,
quedaba un amplio margen para la empresa. Así que esta excursión no la
recomiendo que la hagáis con ninguna empresa y sí por cuenta propia. Os
ahorrareis 28 euros que os servirán para tomar un amplio bocadillo con cerveza
en cualquier bar de parís o de Versalles. Dicho esto, comenzaré.
Cogimos el
tren y media hora estábamos en Versalles. Fuimos andando hasta la entrada al
palacio, a 1'5 km de distancia de la estación, más o menos. Situados delante
del mismo nos explicó, muy sucintamente, la historia del palacio pues ella nos
iba a explicar "los jardines".
Y vaya que nos explicó lo poco que pudimos observar. No imaginéis jardines con setos de altura variable. Todos estaban a ras del suelo. La explicación que nos dio sobre esta circunstancia es poco creíble, al menos para mi persona. Indicó que no eran altos porque así los que visitaban los jardines veían que el rey mandaba sobre todas las cosas, incluidos los setos. Muy gracioso, pero poco verosímil.
Vimos las
fuentes con todas las estatuas, excepto algunas de ellas, tapadas porque era
invierno. Una explicación que tampoco me satisfizo. En la Granja de San
Ildefonso, Segovia, en invierno las estatuas están descubiertas y no les sucede
nada. Y si es necesario, se limpian antes de la primavera o del verano. Aquí,
en Versalles con unas entradas a este precio y con millones de visitantes, se
pueden permitir el lujo de tenerlas al descubierto. Digo yo.
Como es natural, no dimos una vuelta por todos los "jardines" habidos y por haber, paseos, arboledas y demás. Sabíamos que no tendrían hojas por la época en que íbamos, y en consecuencia la guía podía haber diversificado un poco la ruta y no hacernos andar por lugares que no había nadie, pues nada había que ver. Salvo nosotros.
Por más imaginación que le echáramos nunca llegaríamos a disfrutar de los jardines en todo su esplendor, que supongo mucho y variado, pero sin comparación posible con los jardines de los palacios españoles.
Vimos algunas fuentes y, por nuestra cuenta nos desplazamos hacia el Gran Trianon, palacio donde se divertía y jugaba a campesina María Antonieta, antes de ser decapitada. La historia de los jardines las resumo a continuación.
El parque del Palacio de Versalles se extiende sobre más de
800 ha. En este parque totalmente cerrado, se encuentran varios
monumentos y curiosidades que hacen la fama del
Castillo de Versalles a parte del Palacio: “L’Orangerie” (El invernadero de
naranjos ), el gran canal, los jardines a la Francesa, los estanques, y el dominio
de la Reina que consta del pequeño Trianon y del grande Trianon a lo lejos en
el Gran Parque.
No se puede proyectar una visita de Versalles sin descubrir el inmenso complejo de parques, jardines, bosquetes, cuevas y fuentes, arreglados entre 1661 y 1700 por el maestro hortense Le Nôtre. Se considera el parque de Versalles como el modelo del jardín regular “a la Francesa”, ornado de estatuas de mármol, bronce o plomo, y de estanques animados por juegos de agua y donde el mito de Apolo, dios del Sol,
siempre está presente..
A bajo del castillo, el invernadero de los
naranjos de Versalles está situado bajo el “Cuadro del Mediodía”. Está formada
de una galería central de 155 metros de largo rodeada por dos galerías
laterales situadas bajo las “escaleras de las Cien marchas”. El invernadero de
los naranjos mide 13m de altura y consta de más de 1000 árboles, naranjos,
limoneros, granados de los cuales ciertos son centenarios, adelfas, ..
.y el conjunto está alumbrado por grandes ventanas. Los árboles dan fruta y los hortenses del Palacio de Versalles les sacan a partir de la mitad del mes de Mayo hasta la mitad del mes de Octubre cada año.
El Gran Canal tiene la forma de una cruz, de 1.5 km de largo y 62m de ancho y de una periferia total de 5.5 km, prolonga en su eje principal la perspectiva del jardín del Palacio de Versalles a lo infinito. Orlado de hayas, robles, fresnos, y cerezos silvestres, forma un conjunto armonioso.
El Gran Canal sirve durante las suntuosas fiestas reales, como el punto de arranque de los fuegos artificiales, pero también como un verdadero decorado de teatro. El Gran Canal ha acogido bajo Louis XIV una flota consecuente: un velero de tres palos, una galera, chalupas, góndolas procedentes de Venecia,... De un punto de vista práctico el Gran Canal, situado más abajo del castillo, servía también para recuperar el agua de las fuentes, que eran después absorbidas para volver a su punto de arranque.
Los jardines del Palacio de Versalles constan de
más de 30 estanques entre los cuales figuran los famosos Estanque de Neptuno,
Estanque de Apolo, Estanque de Latone,... Cada estanque consta de surtidores
que participan al igual que las 50 fuentes del jardín al magnífico espectáculo
de las grandes aguas musicales de Versalles. ¡El Estanque de Neptuno presenta
por sí sólo más de 150 efectos de agua durante sus espectáculos.
El
Gran Trianón se encuentra alejado de los jardines, hacia la izquierda de los
mismos. La historia a la que dedicado, según la guía, es bastante fantástica.
Pero las leyendas hay que cultivarlas para que no se pierdan.
El Gran Trianón fue construido en el recinto
palaciego de Versalles durante el reinado
de Luis
XIV.. Desde 1979pertenece al Patrimonio de
la Humanidad la Unesco
En 1670, Luis XIV decidió eliminar
la villa de Trianón, en el noroeste del parque de Versalles para
construir un edificio que le permitiera huir de la Corte. Luis Le Vau fue
el encargado de su construcción: decidió revestir los muros con porcelana de
Delft. El jardín contenía ya, hermosos parterres de flores. Luis XIV
acostumbraba a cenar, allí, en compañía de Madame de Montespan. Pero el
«Trianón de porcelana» era muy frágil y se decidió construir, en 1687 el
Gran Trianón o «Trianón de mármol», conforme a los planos de Jules Handaouin
Mansat. Éste siguió las órdenes del rey que controlaba la obra. El
emperador Napoleón ocupó y redecoró el Trianón. Luis Felipe lo
hizo restaurar. Actualmente es utilizado para las recepciones oficiales de la
República
El Gran Trianón es de estilo Barroco francés
mezclado con italianismos. El color rosa de la piedra otorga al conjunto una
apariencia especial. Se entra en el patio por una cancela: a la derecha se
encuentra el edificio norte. A la izquierda el edificio del Sur cubierto por un
tejado plano, con balaustrada.
Nos volvimos en un trenecito que iba desde el Gran Trianón hasta la plaza situada en la parte posterior del Palacio. Nos ahorramos muchos pasos. Ya estábamos empezando a estar cansados y aún nos quedaba lo peor.
Después
de tomar un tentempié nos dirigimos a la entrada del Palacio y ¡Oh, sorpresa!,
Tuvimos que hacer más de una hora de cola para entrar al Palacio, cuando se nos
dijo que con una excursión no tendríamos que hacerla. Pero, claro, la guía se
había escabullido nada más explicar los jardines y no tuvimos a quien reclamar.
Cola y se acabó con la poca paciencia que ya me iba quedando.
En
el Palacio había más gente que el día de cobro en un banco de pensionistas. No
podíamos ni andar. Hacerse fotos era tarea realmente difícil. Eso sí., sin
flash, no se fueran a echar a perder lo poco que había expuesto en el interior
del Palacio.
Los salones estaban medio vacios de objetos interesantes. Las paredes de la mayoría de las salas totalmente abarrotadas de gente. Tal era la cantidad de gente que había que mi mujer se tuvo que pegar a mí como una lapa, para no perderse. La única sala que merecía la pena ver, la Sala de los Espejos, estaba TAN LLENA DE GENTE,
que hacer fotos fue un verdadero prodigio. Empujones de chinos por todos lados (ya sabemos la "educación" tan exquisita que gastan). Algunas tenemos pero con gente en todas ellas. Imposible de otra manera. Un poc de resumen del Palacio para los interesados.
El rey francés Luis XIV construyó
el Palacio de Versalles para mantener a sus nobles y
a sus funcionarios de gobierno bajo su control. Versalles se convirtió en el
símbolo europeo del absolutismo. El palacio está situado a unos 18 kilómetros
al suroeste de París. Originalmente se trataba de un
pequeño pabellón de caza de la familia real, que Luis XIV transformó en la
jaula dorada de sus cortesanos.
Durante los 70 años del reinado de Luis XIV, uno de los reinados
más largos de la historia europea, Versalles se convirtió en la sede del
gobierno francés. La aristocracia francesa acudía al palacio, donde tomaba
parte en las decisiones intrincadas del gobierno, todas ellas diseñadas para
resaltar el poder absoluto del rey.
Versalles fue construido en 1624 por el padre de Luis XIV.
Cuando Luis consiguió la mayoría de edad en 1661, se dedicó a la construcción
de un palacio digno de su poder y de su imagen de Rey Sol.
Al igual que sobre el Sol giran todos los planetas, Luis XIV hizo que alrededor
de él giraran su corte, los nobles y funcionarios del gobierno francés.
Durante los 60 años siguientes, Luis XIV
fue ampliando sucesivamente el palacio original. En 1680 había empleado un
total de 36.000 albañiles, que habían añadido nuevas dependencias.
Definitivamente, en 1682, la sede del gobierno francés fue trasladada a
Versalles.
En Versalles se puede apreciar un gran cuidado en el detalle y
el diseño. El palacio está lleno de referencias simbólicas, tanto por dentro
como por fuera. Monarcas de toda Europa llegaron hasta aquí para maravillarse
ante la belleza del edificio, y luego regresaron a sus países con la idea y la
intención de duplicarlo. Una de las salas más famosas de Versalles es el Salón
de los Espejos, lleno de cristales, y que se utiliza para las visitas
de Estado.
Luis XIV no construyó Versalles por el hecho de tener una residencia
bonita y maravillosa. Su intención era mantener a sus nobles y su corte bajo su
poder supremo. En Europa, por aquella época, era común ver cómo los monarcas
tenían que luchar contra los traidores que surgían de su propia corte. En Inglaterra,
el pueblo había decapitado a su propio rey, Carlos I. Luis quería asegurarse
que todas las personas poderosas de Francia se
encontraban junto a él. Así creó Versalles y todos los rituales de la corte,
para poderlos mantener siempre ocupados. Pero claro, no resultaba nada barato
mantener el ritmo de vida del Rey Sol. Se necesitaba mucho dinero para hacer
caso de sus caprichos, entre los que se encontraban la ropa y las mujeres.
La corte de
Luis XIV no se atrevía a levantarse contra el rey. Esta es una de las razones
por las que el absolutismo se mantuvo tan fuerte en Francia. Lamentablemente,
sin embargo, el nieto de Luis XIV, Luis XVI, carecía de la astucia política de
su abuelo, y no pudo mantener el trazado y la planificación de Luis XIV,
cayendo con la Revolución
Francesa
Terminamos de ¿ver?, el Palacio de Versalles y
ya en la salida advertían del cierre del mismo. Las cinco y media y nos
dirigimos de nuevo hacia el tren que nos llevaría de vuelta a parís. Otra odisea,
porque hubo problemas con el mismo y en vez de legar a su hora, llegó con media
hora de retraso. Nos bajamos en Inválido, hicimos transbordo hasta Anvers, nos
bajamos y descansamos un poco, antes de darnos un pequeño paseo.
Decía casi al principio que iba a hacer una
valoración de los jardines y el Palacio. Creo que a lo largo del escrito ya he
dicho bastante acerca de lo que vimos y el estado en que se encontraban las cosas.
Las estatuas tapadas, debían de tener mucho frio, pobrecitas. Los jardines sin
hojas los árboles, cosa que ya sabíamos y de la que no me quejo. Pero sí, me
quejo de la cantidad de cosas inútiles que nos hizo ver la guía, cuando nos
podía haber llevado o indicado como llegar más fácilmente al Gran Trianón y al
pequeño Trianón, sin necesidad de andar como tontos por sitios sin arboleda.
Cansados y sedientos. ¿Nos podía haber dicho que en el Gran canal había un tren
que paraba y llegaba a los palacios citado? Claro que sí, pero no nos dijo
nada. En cuanto a la entrada en grupo al Palacio, podía habernos dicho que sí
íbamos por nuestra cuenta tendríamos que hacer cola. En definitiva, la guía en
esta excursión dejó mucho que desear. Tanto es así que lo puse en conocimiento
de la compañía turística que nos vendió la "burra" en esta ocasión.
Cándido T. Lorite
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