miércoles, 22 de octubre de 2014

EL POBLADO NUBIO EN ASUÁN. 3º DÍA


Atendiendo las explicaciones

Poblado nubio. Mi mujer en cabeza.
Recordando viejos tiempos





Después de llegar de Abu Simbel, cansados de autobús y repletos de imágenes de los colosos de Ramsés II y Nefertari, descansamos un poco después de comer y a las 4 de la tarde nos dispusimos para la visita de un poblado nubio, situado cerca de la presa de Asuán. Es uno de los “lugares más curiosos” que nos podemos encontrar en todo el recorrido desde Luxor hasta Asuán.
            Nubia fue una región situada al sur de Egipto y al norte de Sudán, pueblo de donde se supone que era la reina Nefertari. Por eso los Templos de Abu Simbel y Nefertari. Lo que en la antigüedad fue un reino independiente, hoy son poblados o grupos que se sitúan a los lados del río Nilo, entre la primera y la sexta catarata. 
Camino del poblado nubio. Río Nilo.
Tras la colonización iglesa, Nubia fue separada en dos partes, una en Egipto y otra en Sudán. Cuando comienzan las obras de la gran presa de Asuán, muchos de estos poblados fueron obligados a desperdigarse y separarse aún más, de sus lugares de origen. Hoy en día se encuentran poblados nubios al norte del río Nilo y cerca de la isla Elefantina. En esta excursión que hacemos visitaremos los poblados nubios de Koti.
Tumba del Aga Khan camino del poblado nubio
            Para llegar a ellos, se hace una travesía en barca, desde los barcos de la orilla izquierda hasta la parte derecha. Durante la travesía nos encontramos con otra de las cosas que llamaron nuestra atención: muchachos en tablas de surf, que cantando en español, el aserejé, viva España, Achilipún, etc, nos pedían de esta manera unas libras egipcias. Cuando las conseguían abandonaban los laterales del barco donde se habían cogido con una gran habilidad. Llegados a nuestro destino, los que quisieron se dieron un baño en la playa, mientras los demás mirábamos a nuestro alrededor, admirando la belleza del desierto, los camellos para nuestro viaje y a los vendedores. No tan “cansinos” como en otros lugares, pero a los que me acerqué pidiendo y regateando unas figuras de nubias, de ébano.
Mi mujer en cabeza. Detrás, corriendo, el camellero
Me salieron por un buen precio, al igual que dos collares de hueso de camello, muy bonitos para mi mujer. El guía Rabeh Hares cada vez estaba más pendiente de mis regateos, admirando la forma en que lo hacía. Llegó a decir:”Por ti corre sangre árabe, lo haces muy bien”.
Cómo llevar un camello

Llegada al final.

            Cuando llegó nuestro turno, nos montamos en camellos. Ninguno de los allí presentes sabía cómo hacerlo, excepto yo por mi servicio militar entre ellos. Me subía a uno de ellos, con tranquilidad, crucé mis piernas por delante del cuello del camello y me dispuse a “camellear” hasta el poblado nubio. Mi mujer iba detrás de mí, pero en un momento dado se le soltó el amarre del camello delantero y su dueño no pudo sujetarlo. Así que al trote, el camello se dirigió a su lugar tranquilamente, mientras se oía a mi mujer, gritar:”Cándido, Cándido, el camello que va solo”, y le decía:”No te preocupes que el sabe dónde tiene que ir”. Así fue.
Mi mujer en el poblado nubio. Ya más calmada.
Ella llegó la primera al poblado y me hizo una foto cuando yo lo hice, tranquilamente, en el mío.
           
Casa del poblado nubio

Casa del poblado nubio donde estuvimos.
De allí, callejeando fuimos hasta una casa Nubia, que pudimos visitar tranquilamente, dónde nos ofrecieron una pipa de “chircha”, que fumamos tranquilos; un té caliente que nos vino muy bien y algunos, como Paqui y yo que nos hicimos un dibujo con henna. Ella se hizo un escarabajo, animal de la suerte en Egipto y yo un escorpión, mi signo del zodiaco; que luego resultó ser el signo de Ramsés II. Sería por eso que desde el principio Rabeh se dirigía a mí como “el jefe”. La visita al poblado nubio se hace siempre desde el respeto que merece un pueblo celoso de sus costumbres.
Foto del grupo con Rabeh Hares, el guía
No es aconsejable que las chicas o mujeres lleven “pantalones culeros”, porque son mal vistos, tanto por los hombres como por las mujeres nubias.
Objetos en venta

Haciéndome el escorpión con henna.
Los niños te piden algún dinero de propina, o sea una limosna; no es conveniente dársela, el pueblo nubio vive del mercadeo y del trabajo, no de la limosna que se le pueda dar. Una pulsera, si la regateas bien, sale por unas 5 ó 7 libras y un collar entre 15 ó 20 libras.
Fumando una "chircha"

Fumando la "chircha"
En el poblado puedes comprar toda clase de especias, camisetas, figuras, etc. Todo hay que regatearlo, nada tiene precio fijo; así que si estás cansado o no sabes hacerlo, no lo intentes, porque saldrás malparado en cuestión de precio.
En la terraza de la casa nubia, de noche

           
El día acabó con la luna llena.
Acabada la pipa, que ponen bastante cargada y siendo ya de noche, nos volvimos de nuevo al barco. El día había sido muy completo, desde las 3 de la madrugada hasta las 9 de la noche. Y aún nos esperaba una fiesta nubia en el barco. Eso sí, voluntaria. Quizá por eso cuando cenamos, nos subimos un rato a la cubierta del barco, nos sentamos tranquilamente en las hamacas y estuvimos viendo el Nilo bajo la luz de la luna. Fue una forma magnífica de terminar el día.

            Cándido T. Lorite

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