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El sol en sus manos, al amanecer |
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Abu Simbel |
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Templo de Nefertari |
Acabamos el
segundo día cansados, pero nos acostamos pronto. La razón era que íbamos a
darnos un “madrugón”. Nos levantamos a las 3 de la madrugada. Merecía la pena.
Íbamos a ver el Templo de Abu Simbel. Situado muy cerca de la frontera con
Sudán. Por este motivo, las medidas de seguridad fueron por primera vez en todo
el viaje, abrumadoras. No nos molestaron a los turistas, pero los guías era un
continuo subir y bajar del autobús con los nombres de las personas que
estábamos en el interior. Hicieron, al menos, seis controles, pero los que
estábamos dentro del autobús lo considerábamos lógico. Nos adentrábamos en el
desierto para ver un templo legendario, y teníamos que ir en caravana.
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Descanso en el desierto |
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Jugando con el sol. |
El viaje dura aproximadamente unas
3’30 horas y, en el de ida, vimos amanecer. Nos bajamos del autobús, comimos
alguna cosa del picnic de desayuno que nos habían puesto, hicimos, como
pudimos, nuestras necesidades y nos hicimos algunas fotos. Yo ya había visto
amanecer en el desierto, pero verlo en compañía de Paqui fue diferente, muy
diferente. Ver como la luz del sol se abre paso, poco a poco, entre las miles
de estrellas que se veían en el cielo, fue un espectáculo que a todos, sin
excepción, nos dejó impresionados.
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Impresionante Abu Simbel |
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Poco turismo en Abu Simbel |
Cuando llegamos, nos bajamos del
autobús, entramos en los servicios, nos lavamos la cara y las manos, hicimos
acopio de paciencia, de mucha paciencia, para esquivar a las decenas de
vendedores que, como de costumbre, te vendían o lo intentaban, cualquier cosa. Nos
dieron la entrada, nos pusimos a andar y a la vuelta de un recodo en el camino,
vislumbramos la impresionante mole del Templo de Abu Simbel.
¿Describirlo? Ahora después lo haré,
y para eso está también internet, la wikipedia y veinte mil páginas sobre el
templo, su historia y como lo trasladaron de un lugar a otro, debido a la
construcción de la presa de Asuám. A mí, y a Paqui, lo que nos produjo una
impresión sensacional fue el ver el templo a la luz del sol. Un tono rojizo,
propio de las arenas del desierto cuando les da el sol de lleno.
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Color según el sol |
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Más claro, a la misma hora. |
Pero al mismo
tiempo, cálido, acogedor. Como diciendo:”
Aquí
estoy, llevaba miles de años esperando vuestra llegada”. Nos acogió
sentadas ambas figuras, como cansadas del tiempo de espera. Y es lo mismo que
hicimos nosotros cuando lo vimos de cerca. Sentarnos. Admirar la belleza que se
desprendía de sus piedras. Uno grande y,
otro pequeño, el de Nefertari. Si uno impresiona por su grandiosidad, el otro
lo hace por su menudez, en comparación, pero no menos por su belleza.
Conocido como el “Templo de
Riamsese-;eryanum”, fue construido por Ramsés II, a principios de su reinado,
terminándose bien avanzado el mismo. El lugar donde se encontraba fue
descubierto por Burckhard en 1813, pues estaba totalmente cubierto de arena. Es
una gran suerte puyes de esa manera se han conservado todas las pinturas y
estatuas de su interior. Entre los años 1964 y 1968 fue desmontado y trasladado de su emplazamiento original,
unos 210 metros más allá del río y 65 metros más arriba, para evitar que
quedara sepultado bajo las aguas de la enorme presa de Asuán, que se estaba
construyendo por esa época. Fue mediante un concurso y colaboración de la
UNESCO y muchos países, entre ellos España. Como agradecimiento por este gesto,
Egipto regaló a España el Templo de Debob que se encuentra en la montaña del Príncipe
Pio, cerca del palacio Real.
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Abu Simbel |
El templo tiene un pórtico y un
atrio que lleva a una terraza. Aquí se encuentra la impresionante fachada,
excavada en roca, de 35 metros de anchura por 30 metros de altura y los famosos
4 colosos sedntes de Ramsés II y Nefertari, de 22 metros de altura. Entre sus
piernas se encuentran esculturas que representan a sus parientes. La construcción
fue hecha de tal manera que dos veces al año, cuando el sol salía por el
horizonte, sus rrayos penetraban por la puerta y atravesaban la sal de ocho
columnas, la segunda sala, el vestíbulo y el santuario e iluminaba las tres
estatuas que se encontraban en su interior, porque la cuarta, el dios de las
tinieblas, no quedaba iluminado.
La
fachada
Los colosos de la fachada
representan a Ramsés II con el nemes, la doble corona de las Dos Tierras. El
Alto y el Bajo Egipto, la barba postiza que simbolizaba que el faraón estaba
vivo, el collar y un pectoral grabado con el nombre de la coronación; asimismo
se encuentra Nefertari, a la misma altura que el faraón, una gentileza del
mismo por estar situado el templo en el lugar de nacimiento de la reina.
Normalmente la reina tenía menor altura que el faraón. A cada uno de los cuatro
colosos se encuentran representados familiares directos del faraón:
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Coloso I, izquierda |
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Coloso II, a la derecha |
El coloso I, del lado izquierdo
según se mira de frente, tiene la representación de la reina Nefertari, en la
pierna izquierda del faraón, Tuya, madre de Ramsés II en la derecha y el
prícipe Amonhorjepeshef en el centro.
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Coloso II, izquierda |
El coloso II, se encuentra las
princesas Bentata, Nebettauy y otra que posiblemente representa a Senefra.
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Coloso I, a la derecha |
El coloso I, del lado derecho
mirando de frente está la reina Nefertari, la princesa Beketmut en la izquierda
y el príncipe Riamsese en el centro.
El coloso II del lado derecho la
princesa Nerytamun, la reina madre Tuya y Nefertari.
En la parte derecha de la fachada e
encuentra la capilla septentrional, dedicada al culto al sol. Es un pequeño
recinto a cielo abierto que tiene dos pedestales en los que se encontraban las
imágenes de dioses que ahora están en el Museo de Arte Egipcio en El Cairo y
una representación de la barca solar con un sacrificio del faraón a Ra-Horajti.
En el lado meridional o izquierdo, en su parte sur, se encuentra la
capilla excavada en la roca. Se trata de
una pequeña capilla de 4’40x 7.17 metros, con una altura de 3.90 metros
dedicada a Thot.
Entramos por la puerta y nos
encontramos con la sala hipóstila, enorme y grandiosa. 18 metros de larga y 16
de ancha, con ocho pilares osiríacos, con ocho colosos, cuatro a cada lado, que
representan a Osiris con los rasgos de Ramsés II. Los de la derecha llevan la
corona Paschent (doble corona de la unificación) y los de la izquierda las coronas
del Alto Egipto. Miden unos 10 metros de altos.
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Ocho estatuas de Ramsés II, divinizado como Osiris |
La decoración del techo son
pinturas de la diosa Nejbet con los textos reales y las alas desplegadas.
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Batalla de Qadets |
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Ofrendas |
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Ramsés II, divinizado |
Las paredes tienen,
de izquierda a derecha, según se entra: inmolación de prisioneros y cortejo de
príncipes, escenas de batallas en Siria, Libia y Nubia, con ofrendas, y
prisioneros a Ra-Harmajis Y Ramsés II divinizado, la batalla de Qadesh e
inmolaciones de príncipes y princesas.
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Añadir leyenda |
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Ofrendas |
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Varios dioses |
A la derecha hay cuatro salas o
cámaras laterales, con los techos estrellados y diferentes grabados. La segunda
sala hipóstila tiene cuatro pilares cuadrados con escenas del rey abrazado por
diferentes divinidades. Tiene 11 metros de larga y 7.7 metros de ancha, y lleva
a través de tres puertas a la sala de ofrendas, de 3.30 metros de larga,
decorada con escenas de ofrendas. Tras ésta se encuentra el santuario, al que
se accede por otras tres puertas alineadas con las anteriores.
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Ptah, Amon-Ra,Ramsés II divvinizado, Ra-Horajti |
La central
conduce al santa sanctorum con 4 estatuas, talladas en la roca que representan,
de izquierda a derecha según se miran, a Ptah, Amon-Ra, Ramsés II divinizado y
Ra- Horajti. Cuando se produce la entrada del sol la estatua de Ptah queda en
sombra, pues es el dios de las tinieblas.
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Imagen de Abu Simbel |
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Ramsés II, con la doble corona |
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El dios dando la vida a Ramsés II |
Una pequeña explicación sobre el
impresionante monumento que acabábamos de ver. No me pregunten cómo he hecho
las fotos. Es secreto de estado. Pero sí puedo decir que están hechas lo mismo
que las del Valle de los Reyes. Hay varios vigilantes. Por lo que el flash es
imposible usarlo. Se han de hacer sin flash y con “el permiso” de los
vigilantes. ¿Cómo se consigue este “permiso especial”? Los lectores son
suficientemente inteligentes para saberlo. Eso sí, hay que ser generosos.
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Ofrenda |
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Sacrificio de princesas |
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"Atributo" de Ramsés II |
Salimos el templo con la boca
abierta, literalmente hablando. Lo que habíamos visto nos había dejado sin
palabras para describirlo. Debido a que habían estado tantos siglos tapados por
la arena, las pinturas, estatuas, etc, apenas habían sufrido deterioro alguno y
estaba todo realmente magnífico. Dejo suficientes fotos de su interior para disfrute
de todo el que quiera verlas.
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Inscripciones de esclavos a la salida o entrada |
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Izquierda de Abu Simbel. Entrada al templo |
Al lado de este impresionante templo
se encuentra otro, más pequeño, pero no menos bonito que el anterior. Se trata
del Templo de Nefertari o también Templo de Hathor, fue construido bajo el
faraón Ramsés II, su marido, entre los años 1284 y 1264 a. de C. Se suponía que
Nefertari era una princesa Nubia, por eso cuando se construye el complejo de
Abu Simbel el faraón Ramsés II, en deferencia a su esposa la hizo en escultura
a la misma altura que él. Un hecho insólito.
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Abu Simbel desde Nefertari |
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Templo de Hathor o Nefertari |
El templo estuvo abandonado durante
siglos hasta que el suizo Burckhardt lo descubre en 1813. Lo comunica en Europa
y vuelve en 1817, llevándose con él cuántos objetos y figuras pudo transportar.
Está tallado en la roca y tiene seis figuras en la fachada. Empezando de
izquierda a derecha según se mira de frente son las siguientes:
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Tres figuras de la izquierda |
1. Ramsés II
con la Corona del Alto Egipto y barba postiza.
2. Nefertari
con atributos de la diosa Hathor, disco solar entre dos altas plumas y cuernos
de vaca.
3. Ramsés II
con la Corona Blanca del Alta Egipto, con barba postiza.
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Tres figuras de la derecha |
4. Ramsés II
con la doble corona y barba postiza.
5. Nefertari
con atributos de la diosa Hathor, disco solar entre dos altas plumas y cuernos
de vaca.
6. Ramsés II,
con el nemes, la corona atef, con barba postiza.
Están situadas en grupos de tres a
cada lado del templo y dentro de hornacinas. Todas del mismo tamaño, unos 10
metros de altura.
La entrada conduce a la sala
hipóstila, con seis columnas centrales, con capiteles decorados con la cabeza
de la diosa Hathor e inscripciones con historias del rey y de la reina y las
fórmulas de adoración a las diosas Mut, Isis, Satis, Hathor, Anukis y Urethakau.
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Vista frontal del Templo de hATHOR |
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Delante del Templo de Hathor |
El templo está dedicado a Hathor,
diosa del amor y de la belleza, así como a su esposa favorita Nefertari. La
dedicatoria que se encuentra en la entrada del templo, lleno de imágenes de
Nefertari y de sus hijos, es suficiente para comprobar el amor que sentía el
faraón por su esposa: “
…Una obra
perteneciente por toda la eternidad a la Gran Esposa Real Nefertari-Merienmut,
por la que brilla el sol”.
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Nefertari |
La visita había durado, aproximadamente,
dos horas y media. Poco tiempo, pero la caravana de autobuses tenía que volver
por el desierto hacia Asuán. A la vuelta más de uno en el autobús dijo que
miráramos por la ventana que estaba viendo un lago a lo lejos. Lo que había era
un desierto como un pino de grande. Y lo que veía era un espejismo. Tendría
sed, así que le dimos agua, se echó a dormir y cuando despertó ya estaba cerca
del destino. Suerte para él porque el viaje se hizo realmente pesado.
A pesar de todo, de las 7 horas de viaje,
ida y vuelta, del madrugón- nos levantaron a las 3 de la madrugada-, el viaje a
Abu Simbel mereció la pena. Preguntado si volvería a hacerlo al día siguiente,
contesté sin dudarlo: Sí. Había merecido la pena esperar casi cincuenta años
para ver ese templo que de joven me impresionó; sobre todo en la forma de
salvarlo de las aguas, como un Moisés moderno. Había merecido la pena. Comimos,
descansamos un poco y nos dispusimos a seguir las excursiones por la tarde.
Cándido T. lorite
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