miércoles, 14 de agosto de 2013

DE BAILÉN A ZARAGOZA. LA RUTA DE LOS SITIOS -2-




          
Nuestra Señora del Pilar
 
Dice mi amigo Mariano, secretario de la Asociación La Ruta de los Sitios y cabo de los Voluntarios de Aragón, amén de bellísima persona y mejor amigo que cuando pusiera esto, la Ruta de los sitios, pusiera un 2, por ser la segunda parte de la misma. Así lo hago en su honor, por ser la persona que nos la ha enseñado a mi mujer y a mí. Estuvimos acompañados en la misma por amigos de Los voluntarios de Aragón a los que desde aquí mando un cordial saludo. Gracias amigos por acompañarnos y hacernos pasar una tarde noche magnífica.
Interior Basílica del Pilar
Impactos balas en la Basílica del Pilar

Puente de Piedra. Zaragoza
            Todo lo que aquí se expone pertenece a la página de La Ruta de Los sitios. Comenzamos la ruta al revés, del final hacia atrás. Comenzamos en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Allí nos explicaron como defendieron la misma los aragoneses y otras gentes llegadas de diferentes lugares de España. Algún impacto en la fachada oeste, pero innumerables en la opuesta y en la que da al Ebro, atestiguan, aún hoy, la importancia de la Basílica.
Señalando el lugar de caída de las bombas.
Tuvo misiones de hospital, refugio, e incluso de maestranza, pues se fabricó pólvora y munición. Palafox llegó a prohibir la entrada a todo aquel que no pudiera entrar por su propio pie, tal era el mal olor que había en su interior. El punto siguiente: El Puente de Piedra. Aquí se señala el lugar exacto en que fueron asesinados y arrojados al río los asesores de Palafox, el padre Sas y el padre Basilio Boggiero, en vergonzoso cumplimiento de las Capitulaciones.

            El Palacio episcopal fue sede la Capitanía General de Palafox. Desde sus balcones podía el general ver las avanzadas de los franceses y de esta manera, consiguió el 21 de diciembre detener, con la caballería, la avanzada sobre el Puente de Piedra.

           
La vergüenza de la Casa natal de Palafox
En la calle Palafox, se encuentra la casa natal del general Palafox. La casa de los Lazán, familia a la pertenecía José Rebolledo de Palafox es, hoy en día, un triste espectáculo. Triste para la vista, para la historia y para los aragoneses. El abandono de la misma la llevó casi a la ruina y a verdadera cueva de ladrones. Iba a pasar lo mismo que con la Torre Nueva, demolición y se acabó. Pero se hizo quizá algo peor. Entró el ladrillo en la historia y se ve lo que se puede ver, NADA. La vergüenza para los aragoneses, culpa de quien sea pero culpa. Lo único que hay es una placa con motivo del Primer Centenario. No se ha querido poner una para el Segundo Centenario, por dignidad hacia la historia, pues el lugar no se lo merece, tal y como está.

            Siguiente parada, la iglesia de La Magdalena, que junto a la calle Doctor Palomar y el convento de San Agustín son el grupo de objetivos que permiten revivir lo que fue el extremo septentrional del semicírculo de fuego y muerte que acabó por hundir la defensa de Zaragoza.
San Nicolás. torre defensiva
El otro extremo, Santa Engracia y la Puerta Quemada, hablaremos después. La defensa de estos reductos y sus calles les costó a los franceses, en 100 metros, más de un mes. Lo hicieron casa por casa y sótano a sótano, dejando tras de ellos, muerte, desolación y ruina. Sólo poner aquí las palabras del general Lannes: “una muralla en cada calle, un parapeto en cada esquina, una mina en cada casa, ¡qué guerra!, inhumana y antirazonable”. Esta frase da una idea de lo encarnizado de los combates en las calles de Zaragoza.
Iglesia de La Magdalena.
Queda constancia en sus casas, todavía en pié. En la Plaza de San Agustín se erige la iglesia del mismo nombre. Tomada el 1 de febrero, merced a una bomba de 90 kilos de pólvora, entraron por el boquete, en tromba, con bayonetas, los franceses y se encontraron con la defensa interior de los zaragozanos. Desde el púlpito, desde el campanario, se disparaba todo aquel que llevara uniforme francés. Heroica defensa de una iglesia. Se cuenta que cuando los defensores de la torre se quedaron sin municiones, a los tres días, se lanzaron sobre los franceses desde lo alto, antes de rendirse.


Santa Engracia
           
Así quedaron las casas.Zaragoza
La siguiente parada nos llevó a la calle Asalto, Paseo de La Mina y  del Heroísmo. Sus nombres indican bien a las claras que sucedió en cada una de ellas. Aún se observan las casamatas, desde las que se defendían las tapias de Zaragoza. Los franceses para llegar hasta este lugar tuvieron que hacer zanjas en zig-zag, para llegar hasta ellas. Les costó meses hacerlo. Desde aquí el general Sangenís defendió la ciudad desde la batería Palafox. Dos placas que aquí dejo indican lo glorioso de la Defensa de Zaragoza. En esta zona Manuela Sancho, heroica defensora y el molino de aceite de Goicoechea fueron verdaderos baluartes de la defensa de estos lugares. Por aquí, dijo Napoleón que sería la entrada a Zaragoza. Así fue, pero no sabía lo que le iba a costar en tiempo y muertos.

            En el Seminario de San Carlos nos detuvimos un poco, para tomar algo de aliento. Nos tomamos unas copas, fresquitas. La tarde estaba siendo muy provechosa  y el ambiente era magnífico entre nosotros. Lo estábamos pasando muy bien. Gracias, amigos.


          
Placa en honor a los defensores.1808

Junto a las casamatas de la defensa de Zaragoza
Cena con los amigos. 2013.Zaragoza

Placa en honor a los defensores de Zaragoza. 1808
  Tranquilamente, Mariano nos explicó toda la historia del Seminario y la importancia en todos los sentidos del mismo durante Los Sitios. El 27 de junio de 1808, un carretero que llevaba la pólvora al lugar se puso a fumar cerca y una chispa de su cigarro hizo saltar por los aires casi todo el lugar. Cerca está la Puerta Quemada, llamada así porque se encontraba en su exterior unas “cubos” para calentarse del frio invierno por parte de todos aquellos que entraban por esa puerta a Zaragoza. Quemada estaba, negra, la puerta; de ahí su nombre.
Pues bien esta zona y parte de la calle del mismo nombre estuvo siendo tomada por los franceses, de tal manera que ¡en cuatro metros! Una acera era española y la otra francesa. A este extremo se llegó. Acabamos viendo el Museo de Camón Aznar; aquí visitamos las pinturas negras de Goya y un cuadro, dejado para la ocasión por el Capitán de los Voluntarios de Aragón, Don Luis Sorando Muzas, de Agustina de Aragón; original de 1808. Chiquito pero precioso.

            Aquí acabó la primera parte de la historia de Los Sitios. La tarde noche y la noche fue para cenar con los amigos, departir, contarnos historias, echar, en definitiva un rato para la historia. Para la historia de buena amistad, que no sólo de “guerras” vive los hombres, sino de la amistad que surge entre ellos.

 

            Cándido T. Lorite

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