Salimos de Plasencia hacia Cáceres sobre las 1030 h, sin
prisas. En ¾ de ora estábamos en el hotel, cogiendo habitación y saliendo hacia
la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Nos dirigimos hacia la Oficina de
Turismo, un mapa y ¡andando! Teníamos
que recorrer una ciudad que ya habíamos visitado a poco de conocernos y había
ganas de recordar esos momentos mágicos de la primera vez.
Nos dimos una vuelta hasta S. Francisco Javier y como empezaba el calor decidimos bajar a la Plaza mayor. En un bar con sombra, el Tal Cual comimos muy bien, con cerveza muy fresquita y buena relación calidad-precio. A esa hora, 14’30h hacía un calor tremendo, así que al hotel; buena siesta al aire acondicionado y a la tarde, vuelta a salir. Pagamos una guía-en grupo- para el sábado por la noche; una visita por la ciudad a las horas de las brujas; de noche. Seguimos la ruta trazada por mí antes de salir de viaje y cogimos por Arco de La Estrella, la entrada a la ciudad monumental. Es la principal puerta de entrada al recinto amurallado desde el siglo XV, servía de paso de carruajes hacia la Plaza Mayor. En la parte externa está el escudo de Cáceres y en la interna, un templete con la imagen de la Virgen de La Estrella.
Por
la calle del mismo nombre llegamos a la Plaza de Santa maría y aquí, la
Concatedral, el palacio Obispal, el Palacio de los Ovando y la Casa del
Mayorazgo. Por partes, la Concatedral, abierta a esa hora, por 6 euros los dos,
entramos a la misma.
El templo está construido en sillería dorada y el exterior destaca por la sobriedad típica de la arquitectura medieval española. Entre los espacios más destacables de la Concatedral de Santa María de Cáceres están las dos portadas del templo. La principal, y más característica que da acceso desde la Plaza Mayor, se sitúa en el lado del Evangelio y es singular su arco apuntado gótico, correspondiente a finales del siglo XIII y principios del XIV.
Una vez dentro, la Capilla Mayor. El retablo mayor de esta capilla es una de las joyas del templo y del renacimiento español, elaborado en madera de cedro y roble. A los pies del templo se eleva la tribuna del coro. Aquí se encuentra el Cristo Negro, de gran devoción en la ciudad y con su propia leyenda.
Salimos y nos encontramos en la esquina con la escultura de S. pedro de Alcántara. Aunque la cabeza no es la del santo, que no se conoce tal cual, pues es la cabeza del escultor que la hizo. Es la costumbre tocar o besar los pies; de ahí la frase: “Llegar y besar el santo”. Ambos lohicimos, como es costumbre.
A la derecha se encuentra la casa de los Ovando. De estilo renacentista fue construida en 1519 y reformada en el s. XVIII, tiene la portada en arco de medio punto, con arquivoltas y pilastras en alto relieve sobre plintos.
En los ángulos del arco, se pueden ver dos medallones con las figuras de Hernando de Ovando y su esposa Mencía de Ulloa, por encima, en el friso se lee la inscripción “Aetea iustorum memoria” rematado en sus extremos por figuras de niños. En el centro, un óvalo con el escudo de Ovando-Ulloa y en la parte superior, en esgrafiado, un águila con escudo bajo corona, que perteneció a Dª Leonor de Ovando y Vera, autora de la reforma. En el extremo derecho, se encuentra una torre sobre la que destaca una ventana en arco conopial, con adornos simulando calados en la piedra.
En la parte izquierda de la fachada, se ven los restos de una torre, que dejó de construirse en 1480, por contravenir las ordenanzas.
Al lado el Palacio del Obispado, La parte más antigua de este palacio data del siglo XIII, y la más moderna del siglo XVII. Tiene fachadas renacentistas y góticas en las laterales. Dentro del conjunto, se pueden distinguir dos medallones con figuras de lo que parecen dos indios americanos y dan idea de la participación de la región en la colonización de América. La fachada trasera, orientada hacia el adarve de la Estrella, del siglo XVI, perteneció a la entrada principal del seminario de San Pedro, edificado fuera de la muralla. En su reconstrucción, se trastocaron dos letras muy parecidas en la inscripción de la parte superior de forma que se lee
Calarza y Goria, en vez de Galarza y Coria. Dice la leyenda que lo hizo el cantero, debido a que el Obispo Galarza no le pagó el salario establecido. Y, por último, la Casa del Mayorazgo. En la fachada derecha del palacio, por la calle del arco de la estrella también nos encontramos un portón con arco apuntado, del siglo XVI, y que porta un escudo muy antiguo de Mayorazgo, de los tiempos de Alfonso XI. Otro escudo podemos encontrarnos de esquina con la plaza, de Catalina Enríquez. Para empezar la visita no estaba mal la cosa.
Justo enfrente, por la calle Tiendas y Plazuela del Socorro, salimos de la ciudad y nos fuimos extramuros, buscando la iglesia de Santiago; por calle Godoy llegamos a ella.
Se construyó en el siglo XIII y posteriormente se reformó en el siglo XIV, levantándose sobre los restos de un templo de la orden de los Fratres, originaria de la orden de Santiago. La parte romántica del interior coincidía con el tramo de la Capilla Mayor, y arranque de crucero. Tenía tres naves y tres ábsides. En la Capilla mayor está enterrado el fundador D. Francisco de Carvajal, Arcediano dePlasencia.
En el interior el elemento más destacado es el retablo mayor, de cuatro pisos, con escenas de la vida de Cristo y varios santos, obra de Alonso de Berruguete y sus discípulos (1570). Además, podemos encontrarnos con diversas imágenes de carácter religioso, como: la imagen del Cristo de los Milagros, Nuestra Señora de la Esclarecida, la Inmaculada Concepción, entre otras.
De aquí, volvimos hacia la Plaza Mayor; donde,
en el Tal Cual nos estaban “esperando” con una cerveza muy fría y una media
razón de embutidos ibéricos, que nos vinieron que muy bien.
Era tarde y el primer día había sido provechoso
para la visita. Así que hotel, ducha y descanso. Era el día 16 de julio.
Cándido Lorite
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