Desayunamos bien, porque el día iba a ser duro. Amaneció un día de mucho calor y nos aprisionamos de agua fresca para nuestro termo frío.
Continuamos en el lugar donde nos quedamos el día anterior, en el Arco de la Estrella, por su calle pasamos a Plaza de Santa María y aquí vimos la casa de los Golfines de Abajo. Construido en el siglo XV y principios del XVI. De origen gótico y con fachada plateresca.
La fachada es de gran interés artístico, consta de una puerta principal de arco de medio punto con dovelas. Por encima, a ambos lados, nos encontramos por un lado el escudo de los Golfines (torres y lises) y por otro el de los Álvarez (León).
Por debajo de la ventana destaca el escudo de los Golfines, sujeto por dos angelitos, con la inscripción “Fer de Fer” (sin descifrar) a sus pies; y por encima de ella, el escudo de los Reyes Católicos, rematado por una corona real y una cruz. Todos estos elementos están rodeados por un alfil tributado. (Turismo Cáceres).
Por la calle Cuesta de la Compañía llegamos a la Plaza de S. Jorge que sorprende al visitante por su retablo pétreo compuesto por la iglesia de San Francisco Javier, construcción barroca del siglo XVIII y el convento de la Compañía de Jesús del mismo siglo y actual Palacio de Exposiciones de S. Jorge.
En su margen derecho se encuentra la Casa de los Becerra, de estilo gótico, obra del s. XV, con una portada de medio punto en cuya fachada descansan los emblemas de las familias Paredes, Ribera, Becerra y Orellana. Las escaleras de subida hasta Plaza de S. Mateo y plaza de Las Veletas se hicieron largas. El sol apretaba, aunque estábamos en sombra.
Dichas plazas son un regalo para la vista de los amantes de la historia. Torre de Las Cigüeñas, iglesia de San Mateo, Convento de San Pablo y Museo de Cáceres, Un descanso al final de las escaleras, al pie de la torre nos dejó un grato sabor de boca y, sobre todo, un aire fresco que el cuerpo agradeció. Ambas iglesias estaban cerradas, cual costumbre es, pero no así el Museo de Cáceres, hacia donde nos dirigimos. En el interior de este museo se encuentra los aljibes subterráneos, que se alimentan del agua de lluvia. Es uno de los aljibes musulmanes más grandes y mejor conservados de la Península Ibérica y formaba parte de la alcazaba almohade situada en la parte alta del cerro donde se asentaba la ciudad de Cáceres. se encuentra bajo el claustro del Palacio de Las Veletas. El museo tiene una importante colección arqueológica que recorre desde el Paleolítico hasta la época romana y el arte visigodo. También tiene dos grandes secciones de etnografía y bellas artes.
Salimos al Barrio Judio por la calle barrio de San Antonio, hacia abajo y girando a la izquierda, llegamos a la ermita de San Antonio. Fue una antigua sinagoga judía, originaria del siglo XV y restaurada en 1975.
Tiene tres arcos y una escultura dedicada a San Antonio de Padua. Aquí se daba “el pan de los pobres”. Y, como todo lo que se baja hay que subirlo, comenzamos a subir calles empinadas y escaleras, muchas escaleras y pasando por el Callejón de don Álvaro, un trozo del cual se encuentra “lleno” de huesos, llegamos a la calle Ancha. Y aquí, comencé a darme cuenta de una cosa. Comenzó a darme un golpe de calor.
Conociendo los síntomas, me senté en la esquina con Plaza de San Mateo y bebí agua a sorbos, esperando que el sudor aflorara a mi cuerpo. Sombra, agua y descanso, nos permitieron continuar la visita, aunque sentía que el cuerpo ya no era lo mismo que cuando me levanté.
Llegamos por
calle San Pablo hasta la iglesia de Santa Clara. De ella sólo obtuvimos unas
fotos, pues estaba cerrada. El
Convento fue fundado por Dª. Aldonza Torres Golfín, de quien luce su escudo en
el ángulo izquierdo de la fachada, y se encuentra situado extramuros del
recinto amurallado. Fue construido entre los siglos XVI y XVII en estilo
barroco manierista. De su fachada destaca la portada, obra de Juan de Villoldo
y Álvaro García, y rematada en un frontón partido con la imagen de San
Francisco en una hornacina, a cuyos lados pueden verse los escudos con las
armas de los Golfín, Torres, Paredes y Ribera. (Fundación Santa Clara).
Volvimos atrás y por calle Ancha, pasamos por delante del Parador de Cáceres.
Continuamos hasta San Mateo y por calle Orellana,
llegamos a la casa del Sol o Soles, ésta casa es del s. XV, gótica; lo más destacado es la puerta de medio punto coronada por el escudo de los Solís, formado por un sol con rostro humano. En la parte izquierda o lateral se observa el mismo rostro, pero con un rictus de tristeza. Los Golfines de Arriba, pertenece a una rama distinta de los de Abajo.
Tiene una torre almenada, debido a que se encontraba en la parte amurallada de la ciudad. y a la Casa Mudéjar de la Cuesta de Aldana y de aquí, al Arco de Santa Ana. Continuamos por el adarve de Santa Ana hasta la Plaza Mayor.
El golpe de calor no se me había pasado y eso que ya me
había bebido, a sorbos, un litro de agua. Nos sentamos a la sombra, pero el
aire caliente que soplaba, hacía que, a cada momento me encontrara peor. Así
que buscamos un restaurante con aire acondicionado y allí nos fuimos. Pedimos
el menú del día, muy buen en relación calidad-precio, pero yo ya no estaba para
comidas. Comimos y nos dirigimos al hotel, por suerte muy cerca. Una ducha
templada y una siesta de casi tres horas, me dejaron como nuevo.
A las 20 horas teníamos un tour por Cáceres y sus
leyendas y allí nos dirigimos. Volvimos a visitar de nuevo los mismos lugares
que vimos por la mañana, aderezados por leyendas del Cáceres monumental y
medieval; entretenida la visita Lo más interesante fue ver la ciudad de noche y
hacer algunas fotos nocturnas. La visita terminó bajando por la Plaza de Las
Peñuelas al Foro de Cáceres, con una fuente de ocho caños.
Ya en la Plaza Mayor nos tomamos una cerveza muy
fresquita, con tapa, eran las 12 de la noche y nos fuimos a descansar. El día
había sido muy intenso, demasiado.
Cándido Lorite
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