Salimos de Toro,después de desayunar y echar un último vistazo a esa impresionante colegiata. Cogimos la Autovía dirección Madrid; pero, antes, hicimos una parada obligatoria en Arévalo. Un pueblo pequeño, pero impresionante en la belleza de sus monumentos y en la tranquilidad de sus calles. Llegamos, eso sí, temprano y pudimos aparcar bastante bien, en la Plaza del Salvador. Desde allí dirigimos nuestros pasos hacia la Plaza del Tello, donde estaban empezando a poner unos estantes, para celebrar el Dúa del Libro.
A la vuelta compramos alguna cosa. De ahí al Arco de Alcocer. Éste era la principal y es única entrada a la ciudad que queda. Es del Siglo XII y a través de sus diferentes arcos apuntados entramos en la Plaza del Real. En ésta encontramos un templete de música, una estatua dedicada a Eulogio Florentino y otra a Emilio Romero. Es una plaza muy coqueta, donde se encuentra ubicado el Ayuntamiento de la ciudad.
Al lado izquierdo de éste, por la calle Santa María llegamos al Palacio de los Ballesteros y Ronquillo, hoy en ruinas.
Casi al final de la calle, a la derecha, nos encontramos con la Plaza de La Villa. Totalmente sola. Algo inaudito y que, obviamente aprovechamos para hacerle un montón de fotos a los distintos monumentos que allí se encuentran. Empezando por la iglesia de Santa María.
La Iglesia de Santa María la Mayor de Arévalo situada
en la Plaza de la Villa es de estilo románico-mudéjar construida a finales del
siglo XII y principios del XIII.
La Iglesia de Santa María la Mayor de Arévalo está situada
en la Plaza de la Villa de la ciudad es una iglesia románica de estilo mudéjar
construida a finales del siglo XII y principios del XIII. Este templo lo
restauraron de una forma muy precaria en el año 1969, y como consecuencia de
ello en 1981 se hundió la cubierta. Actualmente se encuentra en perfectas
condiciones gracias a la restauración realizada posteriormente. Es fundación y
enterramiento del linaje de los Caballeros Briceños.
La Iglesia es de una sola nave en la que destaca el ábside semicircular con
arquerías ciegas de medio punto y una torre a los pies. La nave estrecha y alta
es de calicanto con unas hileras de ladrillo y ventanas con arco. Es una
estructura sencilla de par y nudillo.
Los muros del Presbiterio tienen tres bandas con arcos ciegos murales
doblados. El ábside se comunica con el presbiterio mediante arco triple donde
se han descubierto unas pinturas murales muy interesantes del siglo XIII.
Se trata de un Pantocrátor rodeado de mandorla o aureola con símbolos de
Tetramorfos y escenas de la Natividad con Jerusalén Celeste a los pies. Es una
obra de un maestro popular que, por estilo guarda relación con el autor de las
pinturas de San Justo de Segovia. El Pantocrátor tiene una esfera en su
mano izquierda y está bendiciendo con la derecha.
El acceso a la nave se realiza a través de dos puertas muy sencillas.
La esbelta Torre situada a los pies del templo es de planta cuadrada y
tiene dos cuerpos, uno de tapias de calicanto con verdugadas de ladrillo
ascendiendo hasta el cuerpo de campanas y arriba de ladrillo con doble vano
apuntado en cada cara.
A la torre se accede a través de una puerta que se encuentra situada encima
del coro. En el exterior la torre está levantada sobre un arco, por debajo del
cual se pasa a la Calle de Santa María. La Torre es una excelente obra de
estilo mudéjar. Aún hoy en día conserva la campana de queda sustituido en 1548,
con cien toques tocados de diez en diez que en su momento cerraba y abría las
puertas de la muralla. (Notas de Rutas con Historia).
La Plaza de la Villa es un ejemplo total del arte románico-mudéjar, llevado al estilo civil y religioso. Está declarada de Interés Turístico Cultural, por el motivo aducido. Las diversas fotos que emplazo dan una idea de la belleza singular de esta plaza.
Dejamos la plaza y nos dirigimos por calle Sta. María a San Miguel, a la iglesia de este mismo nombre. Un poco dejada de la mano de la conservación, es un ejemplo del románico tardío.
De su antiguo esplendor queda la torre desmochada, la puerta principal y una mampostería de verdugadas de ladrillo. Está cerrada al público desde 1911. Imposible de ver por dentro, pues nadie tiene llave cerca de ella.
Bordeando la muralla y la calle
llegamos hasta la Plaza del Arrabal, de ahí a la Plaza del Salvador, pasando
primero por la compra de unos comics antiguos de El Jabato, El Capitán Trueno y
Hazañas Bélicas; propios de mi época de niño y que me apetecía tener algunos.
Nos tomamos un pequeño tentempié en El Millenium. Nos hicimos un bocadillo,
agua fresca y tomamos el camino de vuelta para Bailén. Una pequeña parada en
Seseña, pasado Madrid y llegamos a nuestro pueblo hacia las 9 de la noche. Un
día largo, pero fructífero.
Después de tantos
días de viaje, estábamos de vuelta en nuestro hogar, dulce hogar. Como en casa,
en ningún sitio.
Cándido Lorite
10-04-2022
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