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El Atomiun |
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Palacio del Cincuentenario |
Salimos de Madrid en vuelo de
Ryanair, por primera y a la vuelta, por ÚLTIMA VEZ, a las 10,05 horas. Llegamos
a su hora a Zevendem, aeropuerto de Bruselas a la hora debida. Cogimos el tren,
en el piso -1, con dirección a Bruselas, encontrándonos con la “amabilidad” de
una expendedora de billetes, de habla germánica, que nos puso mala cara cuando
nos vio que hablábamos español o un francés poco correcto.
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Aeropuerto de Zevendem |
La primera en la
frente. Menos mal que por gestos todo el mundo se entiende, menos esta
expendedora, claro. Llegados a la Estación Central de Bruselas o Gare
Centralle, nos bajamos del tren, salimos a la superficie y nos dirigimos,
tranquilamente, por Grand Place, hacia nuestro hotel situado en rue du Midi,
muy cercano al niño meón, el Mannekin pis, siempre saturado de turistas de
todas las nacionalidades.
Nos instalamos en el hotel y
comimos en un bar, cercano al hotel, mal. Caro y comida fría. Ni con hambre nos
pudimos comer aquello. Las prisas para entrar en un bar son malas consejeras
para todo. Cogimos el metro y nos dirigimos hacia la estación de Heysel.
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Delante del Atomiun |
Ya
indiqué en mi primer escrito sobre Bélgica. Antes de viajar, el problema del
metro, mal señalizado. Bajamos en la estación indicada de la línea 6, y
estuvimos contemplando el Atomiun. Símbolo de la Exposición Universal de
Bruselas de 1958 se ha convertido en un símbolo de la ciudad y atracción
turística. Representa, terriblemente ampliado la estructura de un átomo de
hierro y en sus bolas hay exposiciones permanentes y temporales.
En el superior
hay un restaurante y un mirador. No me mereció la pena el dinero a pagar, 12
Euros por persona adulta. Me habían dicho que las exposiciones no merecen la
pena y subir y bajar por el interior es un problema. Así que decidimos verlo
por fuera, hacernos las fotos de rigor y pasear por los jardines que hay en el
exterior. Siempre tiene colas para entrar.
Cogimos de nuevo el metro, cuyo
billete cuesta 2’40, por lo cual es bueno comprar uno de 24 viajes si se va a
utilizar bastante y, nos dirigimos hacia el Parque del Cincuentenario, en la
otra punta de la ciudad turística de Bruselas.
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Vista del Palacio del Cincuentenario |
Cogimos la línea 6 de vuelta, nos bajamos en Beekant, hicimos cambio a
la línea 1 y nos bajamos en Merode. Si vais en tranví, hay que bajarse en Place
Saint Pierre, de las líneas 81 y 83. Anduvimos un poco, haciendo fotos hasta
que pudimos admirar la enorme amplitud y belleza del Palacio y sus jardines,
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Arco central del Palacio |
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Detalle |
con la fuente monumental. Lo más característico de este palacio es su Arco del
Triunfo, con una cuadriga de bronce en la parte superior.
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Fuente de los jardines |
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Fuente y Palacio. Y mi señora |
Le da un aire a la Puerta
de Brandeburgo en Berlín. Se construyó para celebrar los 50 años de la
independencia de Bélgica, de ahí su nombre. Tiene tres museos en su interior. Hacía
una tarde espléndida, de sol, y la gente estaba sentada tranquilamente,
leyendo, hablando, haciendo fotos, etc. Un lugar imprescindible para visitar.
Cogimos de nuevo el metro y nos
bajamos en Gare Central. Salimos a la calle a través de las Galerías Horta.
Allí nos encontramos a Papá Pitufo y al Oso Polar. Fuimos andando hasta el
hotel, descansamos un poco y nos fuimos a Grand Place a hacernos nuestras
primeras fotos en esa sensacional plaza.
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Se nos notaba el cansancio del día |
Estaba empezando a anochecer y
aprovechamos las luces para hacernos algunas fotos con la plaza de noche. Cerca del hotel, nos sentamos en el
bar Moeder Lambic, en la Plaza Fontainas.
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Las primeras cervezas |
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Nuestra tabla de quesos y embutidos |
Ponen unas cervezas belgas, bien de
precio y excelentes de calidad. Acabamos el día mejor que lo habíamos empezado.
Los quesos y embutidos, junto a la cerveza que nos bebimos nos agradó la noche
y, en consecuencia, la media jornada que habíamos echado en Bruselas. Nos
hicimos algunas fotos en Manneken pis. Ahora no había nadie. Lo íbamos a ver
cada día, pues estaba prácticamente al lado del hotel donde nos alojamos.
Cándido T. Lorite
14-03-2017
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