lunes, 9 de mayo de 2011

DE VUELTA A SIGÜENZA Y ATIENZA



No había hecho mucho tiempo desde la última vez que estuvimos en Sigüenza en el verano de 2010; pero nos quedaron las ganas de visitar de nuevo la ciudad, verla bajo el manto de la noche y descansar en el Parador, del que nos habían hablado magníficamente. Aprovechando el viaje a La Alcarria decidimos pasar una noche en Sigüenza, pasear bajo la luz de la luna por sus calles y dormir en el magnífico, era cierto lo que nos habían dicho, parador.
Dejamos la maleta en la habitación asignada y nos trasladamos a Atienza, distante 40 km. y con un castillo y un románico que había que ver. Así como el de Campisábalos, localidad situada a 15 km. de la anterior. Comimos bien y abundantemente en un asador de Atienza y después, despacio, sin prisas, nos dedicamos a la visita del pueblo. Pequeño pero encantador; con sus casas y calles perfectamente conservadas, con todo el esplendor de los viejos tiempos medievales.
Llegamos preguntando, como a todos sitios se llega, por la Iglesia de S. Gil, para desde allí comenzar la visita al pueblo. Por aquí pasó El Cid camino del destierro. S. Gil es una iglesia románica, del s. XIII, con tres naves centrales y un ábside semicircular, formado su interior por un tramo recto y la exedra. Destaca poderosamente el artesonado de la nave central. En el interior de la iglesia se encuentra un museo de arte sacro al precio de 3€ la entrada. Merece la pena verlo. Siguiendo la calle Real llegamos a la Plaza Mecenas y por el Arco de la Virgen entramos prácticamente a la Plaza del Trigo. Una plaza realmente impresionante por su estructura. Conserva todo el encanto medieval; aquí se realizaba el mercado del pueblo y en ella se encuentra la Puerta de Arrebatacapas, en uno de los lienzos de muralla que aún se conservan en Atienza. Las casas, con balcones esquinados, y casi toda la plaza porticada de madera, con los blasones de la gente importante de Atienza, le dan un aire que impresiona y llama la atención al visitante. Continuando por la calle Cervantes, llegamos hasta la iglesia de la Trinidad. Es un templo románico, construido entre los siglos XII y XV, aunque del
románico sólo conserva el ábside, con capiteles de decoración vegetal, típicamente segovianos. En su interior se encuentra un museo de arte sacro y otro de La Caballada, fiesta de Atienza declarada de interés Regional y Nacional. Destaca la capilla del Cristo, gótica, de cuatro clavos y una rococó de La Concepción. La entrada es de 3E. Merece la pena verlo.
Ascendiendo, y nunca mejor dicho, pues la cuesta es enorme, se llega hasta el cementerio. Un lugar donde se encuentra la iglesia del s. XVII de S. Salvador, que se ve a través de un agujero en la muralla; destruida en su inmensa mayoría por un incendio y por las tropas francesas. Más arriba aún nos encontramos con una joya del románico situada en la iglesia de Santa María del Rey, de la que quedan dos portadas, una del XII y otra del XIII. La del s. XII es realmente preciosa, aunque se encuentra un poco deteriorada. Más arriba aún se encuentra el castillo de Atienza en lo alto de un monte llamado El Padrastro (quizá sea llamado así por la forma que tiene).
De vuelta la Plaza del Trigo y pasando por la Puerta de Arrebatacapas llegamos a la Plaza de España, lugar donde se encuentra el Ayuntamiento y justo enfrente a unos doscientos metros nos encontramos con la iglesia de S. Bartolomé. Templo románico del s.XIII, tiene un pórtico realmente curioso, pues tiene reminiscencias del Cister. En su interior se encuentra un museo de arte religioso y paleontológico. De la iglesia antigua solo pervive el ábside, el pórtico y la espadaña, pero ésta modificada. El precio de 3€ permite ver la iglesia y el museo. Merece la pena verlo.
De vuelta a Sigüenza volvimos a pasar por la carretera que une el pueblo a Sigüenza. En muy mal estado, parece que volvíamos por una vía romana en vez de por una carretera normal, aunque fuera local. Un verdadero desastre.




Nota adicional.-




En Campisábalos visitamos la iglesia de S. Galindo y S. Bartolomé, donde se encuentra una ménsula especial. Se refiere a doce imágenes, en las que se representa las labores a realizar en el campo en los doce meses del año. Es algo único en el románico.

Cándido T. Lorite

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