jueves, 30 de septiembre de 2010

LA TIERRA DE MIS ANTEPASADOS





Los ordenadores tiene ese no sé qué, que hace las cosas como si fueran brujería. Lo digo porque el último artículo escrito sobre Viajes ha salido en mi blog de educación, balonmano y otras noticias. Lo dicho, cosas de la ciencia que no entiendo ni tampoco quiero entender a estas alturas de mi vida. Yo lo escribo y ya está. Que salga donde quiera, o donde “quiera el ordenador”.
Continuando con mi periplo viajero en compañía de mi querida esposa, nos desplazamos a la tierra de mis antepasados: Olite. Mi querido hermano Fernando, que en paz descanse, aficionado a la heráldica, entre otras muchas más, se dedicó durante mucho tiempo en averiguar el árbol genealógico del apellido Lorite, natural de la ciudad de Baeza, desde tiempo inmemorial. Todo el que quiera saber acerca del apellido visite la ciudad de Baeza, patrimonio de la Humanidad y verá el escudo de los Lorite en todos los lugares de la ciudad. El escudo de la ciudad es el escudo familiar. Se encuentra situado en el lugar central de la Iglesia de S. Andrés, como uno de los infanzones que se quedaron en Baeza, después de la histórica batalla de Las Navas de Tolosa, allá por el año de 1212.
La entrada a Olite, peatonal, por la Rua Romana, nos transportó unos cuantos siglos atrás. La conservación del pueblo es magnífica, quedando en sus calles y plazas, constancia de su pasado como capital del Reino de Navarra. Desde aquí partieron muchas de las tropas del rey Sancho VII el Fuerte de Navarra a la batalla de Las Navas de Tolosa , entre ellos los infanzones que se quedaron en Baeza, uno de los cuales, de apellido Lorite, quedó en la ciudad con tierras, debido al gran valor demostrado en la batalla de Las Navas. Por eso, mi vuelta a la ciudad en compañía de mi mujer, era para mí muy importante. Se trataba de volver a pisar, ahora en compañía, las calles por dónde anduvieron mis antepasados. Y, la verdad, el pueblo es impresionante. Dentro de su pequeñez actual (no más de 4000 habitantes), está como he dicho más arriba, perfectamente conservado. La primera impresión, ya de lejos, es la visión de su imponente Palacio Real y su Castillo. Ambos marcan la historia de Olite.
Dejamos el coche en la entrada del pueblo, pues está prohibida la circulación por sus calles, excepto carga y descarga, o entrada a los hoteles situados en el centro del pueblo. Lo dejamos al lado del convento de las Mercedarias. La llegada a la Plaza de Carlos III El Noble se abrió ante nuestros ojos en todo su esplendor. La vista desde ella del Palacio de Olite, Palacio Real de los reyes de Navarra, la Iglesia de Santa María, dan a esta plaza y entorno un encanto singular. Después de visitar el Palacio Real, y Santa María la Real, nos dirigimos hacia la iglesia de Santa Engracia y S. Francisco, ambos conventos y después, en agradable paseo nos acercamos hasta las murallas romanas y medievales, terminando con un agradable paseo por sus calles, con un encanto medieval, llenas de casas ilustres, escudos y blasones de la gente importante que llegó a vivir en ella.
Acabada la visita continuamos nuestro viaje hacia la capital, Pamplona. Allí volvía después de haber estado en ella en años anteriores, pero eso es otra historia.

Cándido T. Lorite

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