Después de visitar
Chavez, hacia el mediodía, salimos de la ciudad con dirección a Toro, Zamora.
El motivo de la visita no era otro que conseguir encontrar abierta la Colegiata
de Santa María la Mayor y poder disfrutar de su Portada, en el interior, del
Pórtico de la Majestad.
Llegamos al hotel,
Juan II, buena relación calidad-precio, al lado mismo de la Colegiata, justo a
la hora de comer. Nos dirigimos directamente al comedor y nos tomamos un buen
chuletón a la brasa, con pimientos y patatas, que estaba magnífico. Dejamos la
maleta en la habitación y nos fuimos directamente a La Colegiata. Estaba
abierta, por ser domingo y pudimos disfrutarla, tranquilamente.
Se pueden distinguir dos épocas: un primer
maestro utiliza piedra caliza clara, creando un estilo románico
evolucionado; y el segundo maestro, que finaliza la construcción y cubre el
templo, que emplea piedra arenisca rojiza y elementos arquitectónicos
románicos menos evolucionados.
Son significativas las portadas. La
portada norte de la Colegiata de Toro nos muestra al Cristo en Majestad junto a
la Virgen, San Juan y los 24 ancianos de la Apocalipsis, en una representación
del Juicio Final. La portada sur es más sencilla. Pero entre todas destaca la
PORTADA DE LA MAJESTAD, una de las más afamadas portadas de la arquitectura
gótica española. fue labrada y policromada en el último cuarto del siglo XIII.
Muy interesante es el rico muestrario de instrumentos musicales tañidos por los
Ancianos del Apocalipsis en torno a una manifestación de la divinidad de
Cristo, la Virgen y Juan.
El museo de la Colegiata, ubicado en la
sacristía, conserva importantes obras de arte, como un calvario de marfil y
carey de escuela italiana o un relieve de alabastro que representa la adoración
de los Reyes Magos. En cuanto a pintura, sobresale la excelente tabla flamenca
de la Virgen de la Mosca, del círculo de Jan Gossaert.
Después de fotografiarla a conciencia, nos dirigimos hacia El Alcázar, situado a no más de 200 metros.
Lo hicimos a través de la calle Comedias. Legamos a una amplia plaza, con el Alcázar a la derecha y enfrente nuestro. Al lado mismo se encontraba
la iglesia de San Agustín, una de las muchas que hay en la ciudad de Toro; estaba cerrada y no pudimos visitarla. Una pena, porque la traza es buena.
Nos dirigimos por el Parque de San Agustín
a la calle Botellos y de ahí a la iglesia de San Lorenzo el Real. De estilo
mudéjar tiene un ábside precioso. Igualmente, cerrada. Era domingo por la tarde
y nada abierto. De estilo románico- mudéjar viene a ser una de las más antiguas
de Toro, s. XIII. Tiene una sola nave centra, con artesonado mudéjar, según
prospecto.
Por
la calle del mismo nombre llegamos a la calle Real, que sí tenía algo de
animación, en las terrazas de algunos bares abiertos. El día estaba un poco
nublado y la temperatura algo fresca.
Seguimos por la calle hasta llegar a la Torre del Reloj, una de las puertas de entrada a la ciudad antigua. Este reloj que encontramos en esta sorprendente torre lleva dando la hora en Toro desde mediados del siglo XVI. Esa es la fecha en la que se construyó.
Bien es cierto que tiempo después, durante el reinado de Felipe V, se realizaron una serie de modificaciones respecto a su estructura original. Por lo tanto, en el año 1719, se terminaron esas obras por las que a la Torre se le dio esa forma con la que conocemos en la actualidad.
Algo más alejada nos encontramos en la Plaza de la Paja con la iglesia de San Sebastián de los Caballeros.
Se encuentra en torno al primer recinto amurallado. Es una zona céntrica próxima a la Plaza Mayor y se llega a través del Arco del Postigo.
Fue parroquia desde el s. XII hasta 1806.
Sería de ladrillo, de estilo románico-mudéjar, aunque fue reconstruida a
principios del s. XVI. La torre fue acabada en 1563, pero una posterior
reconstrucción, terminó por ser la ruina de la iglesia. Una pena.
Ya era bastante tarde. Volvimos hacia la
calle real y allí, cómodamente sentados nos tomamos un par de cervezas con una
buena tapa. Esperamos a que se hiciera de noche para fotografiar la Colegiata y
nos fuimos al hotel. Una ducha reparadora y, al día siguiente, cogimos el
camino para Bailén; pero con parada en Arévalo.
Cándido Lorite
9_04_2022