BRAGA
(Portugal)
Llegamos
al Hotel Doña Sofía pronto, hacia las 10 de la mañana. Dejamos las maletas
hasta la tarde para hacer la entrada al mismo, a partir de las 14 horas y nos
dispusimos a recorrer y conocer la preciosa ciudad de Braga. Dimos un paseo
hasta llegar a Porta Nova, lugar donde habíamos quedado con una guía que,
tranquilamente, nos enseñaría la ciudad durante unas tres horas, más o menos.
Por rúa de Sào Joào y girando a la izquierda entramos a R. Dom Diego de Sousa,
una de las principales vías de entrada a la ciudad. Al final de la misma se
encuentra Porta Nova..
Monumento Nacional. Era una antigua
puerta de muralla, mandada construir por el arzobispo Diego de Sousa en el
siglo XVI, aunque su aspecto actual es fruto de la reforma llevada a cabo por
André Soares en el XVIII por orden de Gaspar de Bragança.
El arco tiene dos lados diferentes: La cara externa (hacia el Campo das Hortas)
es rococó y está enmarcada por dos columnas unidas por un frontón partido, con
dos pináculos laterales, en el que lucen los escudos de Gaspar de Bragança y el
de armas de Portugal; la cara interna (hacia la rúa do Souto) tiene un sólo
pilar y pináculo a cada lado y en el centro una hornacina con la escultura de
la Virgen.
Muy
cerca y hacia la izquierda se encuentra el Museo de los Biscainhos, un museo
dedicado a las artes decorativas. Volviendo hacia Porta Nova nos encontramos
con una panadería en cuyo interior descubrimos unos paños de muralla antigua,
muy bien conservados. Eso sí, adosados a la pared de la casa, como parte de
ella.
En
el Largo (Plaza) de Praça Velha, encontramos una serie de edificios de la
ciudad antigua, medieval y la considerada como calle más estrecha de Braga, la
rua de Violinha, cuya pared izquierda o derecha, según, está recubierta de
huesos antiguos. Que los turistas arrancan de las paredes, para llevárselos
como trofeos. Vándalos les diría yo.
Al final de la
anterior calle giramos a la izquierda para encontrarnos en la R. Dom Paio Mendes,
a cuyo final vimos la Catedral de Braga. Volveríamos después para comer en la
Churrasquería de Sé. Al final, a mano izquierda encontramos una tienda de toda
clase de guitarras y de todos los precios. Un lugar muy curioso. Y, al fin,
llegamos a la Sé de Braga.
La catedral más antigua de Portugal
La Catedral de Braga
se asienta sobre los restos de una antigua capilla románica, de la que apenas
se conservan los muros. Algunos estudios apuntan a que incluso antes que
la capilla románica existió sobre este terreno una
mezquita.
El caso es que desde que la catedral
terminara de construirse en el siglo XII, se convirtió en epicentro de la vida
religiosa y en centro de referencia de la diócesis de Braga.
La arquitectura de
la Catedral de Braga integra distintos estilos; en su origen era románica, pero
con el paso de los siglos incorporó elementos góticos, manuelinos y
barrocos.
Si miras la catedral frente a frente te
llamarán la atención sus dos torres a
los lados con sus respectivos campanarios; en medio, un arco románico y una
escultura de la Virgen.
El interior, en la
zona central, tiene la austeridad de las catedrales románicas; las capillas
laterales, sin embargo, están decoradas profusamente.
Dando
la vuelta completa a la Sé de Braga nos encontramos con la Capilla de la
Gloria, la Iglesia de la Misericordia y el Museo de la Catedral. Tres espacios
impresionantes, por su belleza y por la calidad de las piezas conservadas. La
primera, Capilla de la Gloria, tenía en su interior una ventana en ojiva con
hermosos cristales y la tumba de Gonçalo Pereira.
En
la Iglesia de la Misericordia. Fue construida en el
año 1.562, aunque reformada por completo en el siglo XVIII con añadidos
barrocos. La fachada principal es de estilo renacentista florentino. Frente a
la portada principal hay una escalinata flanqueada por columnas jónicas sobre
la que hay un escudo, aunque ésta suele estar cerrada, accediéndose al templo
por la fachada lateral.
El interior es bastante recargado, y contiene
numerosos retablos barrocos de talla dorada, destacando el altar mayor,
realizado por Marceliano de Araújo. También es un elemento importante el techo,
compuesto por más de 35 paneles de madera policromada y dorada.
En saliendo de la Sé de Braga cogimos
camino del Antiguo Palacio Arzobispal y los Jardines de Santa Bárbara. Dos
bellezas juntas, una al lado de la otra. La fachada que da al Jardín de Santa Bárbara tiene
aspecto de castillo ya que es un edificio medieval, construido por los
arzobispos Gonçalo Pereira e Fernando da Guerra; lo que más llama la atención
es la torre almenada de tres pisos y las ruinas de una arcada formada por
cuatro arcos apuntados.
La parte construida sobre el Largo do Municipio está compuesta por tres alas, y
fue construida posteriormente, en el siglo XVI, por los arzobispos Agostinho de
Jesús, Manuel de Sousa y Rodrigo de Moura Telles. La última ampliación (una de
estas tres alas) fue construida en estilo barroco por André Soares (siglo
XVIII) por orden del arzobispo José de Bragança. Esta parte se incendió, y fue
reconstruida
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Tomada de la internet |
La plaza tiene forma rectangular, y en ella se disponen
varios caminitos rodeados de parterres que convergen en el centro, donde hay
una fuente de piedra hexagonal coronada por la estatua de Santa Bárbara, que da
nombre a la plaza.
Por zona peatonal llegamos al Castillo de Braga, del que
sólo queda la Torre del Homenaje. Lo que resta del castillo de Braga (su torre del homenaje y algunos trozos
dispersos) es el producto de la campaña constructiva del siglo XIV, siglo de
intensa actividad constructiva militar y que corresponde a la mayoría de
nuestras estructuras defensivas medievales, tanto castillos como cercas
urbanas.
La torre del homenaje es
lo más importante elemento remanente del antiguo castillo mandado construir por
Don Dionisio. Con cerca de 30 metros de altura (y un interior de
tres pisos) aún se impone en la red urbana de la ciudad, aunque con la
proximidad extrema de muchos otros edificios posteriores. Su construcción
revela un proyecto claramente gótico, con almenas y bloques de piedra en los
vértices, una ventana germinada en la cumbre, bien como las piedras de armas de
Don Dinis.
Por rùa do Castelo y
Largo do Barào de S. Martinho llegamos al cruce de dos grandes avenidas, Plaçca
de la República y Avenida da Libertade. El día que visitamos la ciudad jugaba
el Glasgow Rangers contra el Braga, que terminó 1-0 y que llevó a la ciudad a
miles de escoceses, bebedores y cantantes “como ellos solos”.
Era la hora de comer y
por indicaciones de nuestra guía, María, accedimos a la Churrasquería de Sé,
cerca de la Catedral. La relación calidad-precio fue desorbitada. Mucha
cantidad de comida, poco comestible y un precio exagerado. Así que no lo
recomiendo a nadie.
Terminamos de comer y
nos marchamos al hotel a descansar un poco. Levantados, nos acercamos a la
Avenida de la Libertad y allí cogimos el bus 2, con dirección al Santuario del
Buen Jesús. Llegados a la base, decidimos
subir por el elevador, en vez de por las escaleras (399 había para subir); las
piernas no dan para tanto. Al final de una
empinadísima escalera y sobre la cima de una colina encontrarás el Santuario de Bom Jesus do Monte, situado a las
afueras de la ciudad de Braga.
Esta iglesia blanca y rodeada de un
frondoso bosque es uno de los mejores ejemplos de arte neoclásico portugués, y uno de los lugares de
peregrinación más importantes de Portugal.
Pero el principal atractivo para
visitarlo son las vistas desde del Santuario de Bom Jesus do Monte: una
panorámica de Braga increíble que te dejará sin palabras.
No es ninguna novedad que un monte o colina se convierta en lugar sagrado para los católicos, y en el caso de
la colina donde se erige el Bom Jesus do Monte, la tradición viene de lejos:
hay constancia de que existió una capilla en la colina del Bom Jesus do Monte
ya en en el siglo XIV.
La capilla terminó convirtiéndose, con
los siglos y tras varios procesos de remodelación, en
una iglesia barroca consagrada a la figura del Buen Jesús (Bom Jesus).
Sin embargo, esta tampoco es la iglesia
que hoy podemos ver, pues a finales del XIX se decidió demolerla y construir un
nuevo Santuario del Bom Jesus, incorporando esta vez elementos neoclásicos en
su arquitectura. Oficialmente, la Iglesia del Bom Jesus fue inaugurada a
comienzos del siglo XIX y esta sí es la que
hoy podemos contemplar si vamos a visitar Bom Jesus do Monte.
No te pierdas, en el altar mayor,
la talla del Señor de los Pasos, hecha en madera, que
representa al patrón local y que todos los años, unos días antes de la Semana
Santa, se saca en romería.
Las escaleras que conducen hasta la iglesia, situada
en la parte superior del conjunto, no son solo un medio para alcanzar el
santuario: también tienen su propio simbolismo, de
modo que evocan el Via Crucis con capillas que representan, mediante
esculturas, distintas escenas de la Pasión de Cristo.
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Virgen de los Siete Cuchillos |
En el siguiente de los tramos de las
escaleras encontrarás una fuente; cinco
en total: cada una de ellas representa uno de los cinco sentidos, y no es
casual.
Los cinco sentidos simbolizan lo
terrenal, y la idea era que los devotos que ascendiesen hasta la iglesia fueran
dejando atrás ese plano material hasta alcanzar el templo, es decir, el plano
espiritual. Curioso, ¿no?
El último tramo de escaleras está consagrado
a la Caridad, la Fe y la Esperanza, representadas
también por una fuente (las fuentes están relacionadas con la purificación
antes de llegar al Templo de Dios, es decir, a la iglesia).
Bajamos,
cogimos el bus 2 de vuelta a la Avenida de la Libertad. Y nos encontramos que
ya, los escoceses se habían marchado al campo de fútbol del Braga y estaban
limpiando las calles. Con el cielo un poco nublado, nos dirigimos hacia la
iglesia de la Vera Cruz y a la Capilla y Casa Os Coimbras, situada justo
enfrente del hotel donde nos hospedamos
Fue levantado en el siglo XV como residencia para el clero, y adquirido por el
rey Don Joao de Coimbra. En 1525, Don Joao de Coimbra decidió construir una
capilla privada, bajo el nombre de Nuestra Señora de la Concepción, que sería
conocido como la Capilla
En 1906, el Palacio de Coimbra es demolido debido a la construcción del Largo
São João do Souto. Se conservan elementos arquitectónicos manuelinos, y el
nuevo edificio está construido a continuación con la capilla. Es declarado
Monumento Nacional en 1910 .
La Casa de Coimbra cuenta con algunas de las ventanas y las puertas de la vieja
mansión, pero se ha cambiado la forma del edificio. La capilla tiene la forma
de una torre cuadrada, dividido en dos espacios: el porche, con adornos
manuelinos, de Filipe Odarte y la parte interior, de Jean de Rouen, que tiene
el tradicional altar mayor y las armas de Don Joao de Coimbra. La capilla está
cubierta por una bóveda y las paredes tienen cuadros en azulejos.
Cenamos en un restaurante, el
Frigideiras do Cantinho, muy bien en precio y calidad de la comida.
Recomendado; aunque cierra pronto en la época en que fuimos nosotros. Mas
tardío en verano.
Un paseo tranquilo, visitando algunos Viacrucis que
estaban abiertos, dada la proximidad de la Semana Santa y nos fuimos a descansar.
El día había sido
agotador.
Cándido Lorite
7/04/2022