Teníamos ganas, muchas ganas de viajar. De salir de
nuestra provincia, que ya conocíamos y que terminamos de conocer con la dichosa
pandemia. Y no se nos ocurrió mejores lugares que Carmona y Écija. Más tiempo
en la primera que en la segunda. Pero eso no fue obstáculo para ver lo más
importante de ambas, aunque para ello tuviéramos que andar demasiado; sobre
todo yo, que estoy con una fractura en el dedo “gordo” del pie izquierdo. Pero
es lo que hay; o andas o no ves nada. Luego me regañará mi médico traumatólogo,
D. Juan Garrido; por cierto, una eminencia en estas cosas de huesos.
Nos levantamos temprano, sobre las 7 para poder
llegar a tiempo a Carmona. Cogimos carretera hacia las 8 y estábamos en Carmona
hacia las 10’30. Eso sí, después de dar unas “vueltas” por las calles de la
ciudad, buscando el Hotel, el Alcázar de la Reina; magnífico y muy bien
situado. Nos dieron habitación y plano en mano, nos pusimos en marcha. Salimos
girando a la izquierda buscando la calle Descalzas y, toparnos al cabo de tres
minutos con el Convento de las Descalzas y enfrente la Iglesia Prioral de Santa
María. La primera estaba cerrada, pero no así la segunda. Aquí encontramos el
alminar y la aljama de la primitiva mezquita del siglo XI,
en el patio de los
naranjos; antesala de la misma iglesia.
Máximo
exponente de la arquitectura religiosa carmonense. Levantada sobre el solar de
la antigua mezquita mayor, de la que se conserva todavía el patio de las
abluciones. La verdadera importancia de este conjunto arquitectónico radica en
el templo cristiano, concebido según la estética tardogótica andaluza. El
templo presenta planta de salón, con tres naves y capillas situadas entre los
contrafuertes laterales.
La construcción se realizó en dos fases durante los siglos XV y XVI. En la
primera se realizó hasta el coro y, en la segunda, desempeñó un papel
importante Diego de Riaño.
Del
periodo barroco se conservan la Puerta del Sol y la capilla Sacramental. Talla
románica de la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad.
En la antesacristía hay una Inmaculada tallada por Pedro Duque Cornejo en 1724.
La bóveda estrellada del cimborrio, situado en el cuarto tramo de la nave
central y además la Capilla del Cristo de Los Martirios de estilo flamenco.
En
la misma calle, un poco más abajo, se encuentra el Convento de Santa Clara y el
Hospital de la Caridad. Este
hospital fue fundado como hospital de pobres en el año 1510, mediante bula papal del pontífice
Julio II. Del Este hospital fue fundado como hospital de pobres en el año 1510, mediante bula papal del pontífice
Julio II. Del convento no pudimos ver nada porque las monjas, clarisas de
clausura, sólo vendían dulces, pero no se podía ver la iglesia. Dejamos foto de
su portada.
Continuando por la calle Martín López, nos encontramos con la
Casa Palacio de los Aguilar, de dónde salió la primera cabalgata de Reyes Magos
de Carmona y en un lateral de la Prioral, se encuentra el Palacio de los Rueda.
Unos metros más adelante se sitúa el Arco de las Panaderas; y, a continuación,
una plaza preciosa, la Plaza de San Fernando.;un espacio singular. Aquí
encontramos el Convento de Madre de Dios, el antiguo y el nuevo ayuntamiento y
dos casas mudéjares, de singular belleza. Asimismo, es lugar de reunión, por el
espacio tranquilo y la gran cantidad de bares y restaurantes que hay a su alrededor.
Seguimos por calle Sacramento, llegamos a la Plaza del Mercado. Utilizado como
tal y aprovechado como lugar de reunión y tapeo de los carmonenses, por la
calidad y frescura de las mismas, debido a que se encuentra en el mismo mercado
de abastos. Una plaza porticada y muy espaciosa. Por calle Dominguez de la
Haza, llegamos a la parte trasera de la Iglesia de S. Bartolomé, cerrada por
esta puerta; así pues, decidimos seguir hasta la Puerta de Sevilla y su
Alcázar, donde encontramos parte de la muralla de la ciudad y, ya fuera de la
misma, la iglesia de S. Pedro, cerrada.
De vuelta por el camino de la Puerta de Sevilla. El Alcázar se erige sobre la Puerta de
Sevilla, formando así un complejo defensivo casi inexpugnable. Sufrió durante
los siglos XIV y XV importantes cambios. Fue restaurado entre 1973 y 1975 y sus
dependencias se han habilitado para la celebración de actos culturales y
turísticos. En la actualidad sirve como sede al Centro de Recepción Turística
Posee varios elementos a destacar como la Torre del Homenaje que llega hasta la
altura del patio y conserva intactos los sillares almohadillados. Más
información en Wikipedia o internet. Llegamos a la iglesia, ahora sí, abierta por su parte
delantera, de S. Bartolomé. La estructura es del s. XV, aunque durante el
Barroco se transformó y decoró en su totalidad.
En esta época se termina la torre fachada. La restauración e realiza
sobre 1975.
Destaca el retablo mayor del primer tercio del s. XVIII, que
consta de bancos y cuerpos de tres calles y ático. Existe una importante
colección de pintura distribuida por los muros de la iglesia y de la sacristía.
Destaca Sta, Catalina de Alejandría, en el presbiterio. La capilla de Jesús
Nazareno cuenta con tres retablos. En el principal se encuentra el titular de
la Cofradía de la Penitencia, escultura de Francisco de Ocampo de 1607.
Salimos y nos dirigimos, tranquilamente hacia la Plaza de S.
Fernando, donde nos tomamos una cerveza fresquita, con una tapita de rabo de
toro, exquisita. Cruzamos la plaza y nos
adentramos en el restaurante San Fernando, con excelente calidad-precio en el
servicio. De ahí, nos volvimos directamente al hotel, a descansar un rato.
Vamos, a echarnos una merecida siesta, pues el calor apretaba.
Salimos del hotel y a la izquierda, bajamos por la calle
Dolores Quintanilla a calle Paso de la Duquesa; llegamos a la Plazuela de
Santiago, un rincón típico de Carmona. Y de aquí a otra plaza, la de Santiago,
cerca del Instituto de Medicina Legal; andábamos por calles y plazas
tranquilas, con casas encaladas y un silencio que agradaba; poca gente y
balcones enrejados y con miradores a la calle. Típico andaluz. Seguimos por
General Freile, hasta la Puerta de Marchena, que da entrada al Alcázar del Rey
d. Pedro y donde se encuentra situado el Parador de Turismo. Hoy había
comuniones.
Por Extramuros llegamos al Molino de La Romera, casa antigua
convertida hoy en un Bar Restaurante, con comuniones. Solo pudimos ver la
fachada. Girando a la derecha por Pedro I, llegamos a la Iglesia de S. Felipe,
cerrada. San Felipe es la
iglesia que mejor nos muestra el estilo mudéjar en Carmona y con una curiosa
torre fachada. Y callejeando llegamos de nuevo a la Puerta de Sevilla. Nos
tomamos un café, tranquilamente sentados en la Sucursal del Ancla; con la vista
en una preciosa casa con unas cancelas impresionantes. Típicas andaluzas. Hay
que ver que bien vino el descanso, pues el día fue muy ajetreado.
Nos volvimos hacia el hotel, no sin antes hacer un descanso
en la Plaza de S. Fernando y tomar un helado en Los Valencianos, tranquilamente
sentados a la sombra, en un día realmente agradable y, admirando la
singularidad de esa plaza; a estas horas rebosante de gente y niños pequeños.
Llegados al hotel, una ducha y nos bajamos al restaurante del mismo a cenar.
Una cena tranquila y reparadora que, junto a un buen dormir nos dejó el cuerpo
descansado para el día siguiente, 2 de mayo.
Desayunamos, cogimos el coche y nos trasladamos, a primera
hora a la Necrópolis de Carmona, un poco alejada del centro y ya con la carretera
a la vista para emprender el camino a Écija.
La entrada a la Necrópolis fue gratis; apenas había gente por la
temprana hora y pudimos admirarla en toda su belleza. El descubrimiento de
la Necrópolis de
Carmona data del siglo XIX. La Necrópolis se
sitúa entre los siglos I y II. Destacan entre las diferentes tumbas la del
Elefante y la de Servilia. La del Elefante se encuentra muy cerca de la entrada
y es monumental y hermosa. Se trata de un
santuario dedicado al culto de las divinidades de Cibeles y de Attis. La
veneración de estos dioses orientales llegó a alcanzar una enorme importancia
en Roma. Attis dios que moría y resucitaba cada año, arraigó entre los
carmonenses, tal y como lo demuestran otros hallazgos en la Necrópolis, y
significó la recuperación de una forma de religiosidad propia, vigente en las
culturas orientales y mediterráneas con las que Carmona mantenía indudables
relaciones desde hacía tiempo. Junto a este dios, la Diosa Madre, encarnación
divina de la naturaleza, señora de la vida y de la muerte representada mediante
la forma anicónica de un betilo (piedra ovoidea).
No obstante, la figura del
elefante ejerció desde su descubrimiento tal fascinación que llegó a
convertirse en el símbolo de la eternidad más destacada de este edificio. La de
Servilia es famosa por sus pinturas y estructura sepulcral. La tumba de
Servilia, la más monumental de las estructuras tradicionales representadas en
la Necrópolis. Se atiene a modelos helenísticos y reproduce una lujosa mansión,
con un amplio patio porticado al que se abren diferentes espacios. Uno de estos
ámbitos lo constituye la galería cubierta, en cuyo tramo central se encuentra
una cámara donde parece ser que estuvo originalmente la estatua de Servilia. En
el frontal del patio porticado se halla la cámara funeraria, que tiene un gran
vestíbulo, de planta trapezoidal, cubierto por bóveda apuntada; ésta le
confiere un carácter singular sin precedentes en el lugar En definitiva, todo
invita a pensar que la tumba, fechada en época de Augusto, debió pertenecer a
una familia de poderosos gobernantes-funcionarios romanos.
El mausoleo colectivo,
formado por una cámara subterránea, de carácter familiar, es el tipo de
enterramiento más generalizado en la Necrópolis de Carmona. Se accede a él por
un pozo escalonado. La cámara suele ser cuadrangular, con un banco que recorre
la parte inferior de las paredes, donde se colocan las ofrendas y sobre el que
se abren los nichos. En algunas cámaras quedan las huellas de las puertas que
las cerraban, otras debían de cerrarse con una losa.
La parte externa de los
enterramientos debía de estar con cipos, estelas o túmulos y otras
construcciones de las que no se han conservado testimonios. Para ocultar la
tosquedad de la roca, las tumbas se decoraban. La Necrópolis de Carmona es
uno de los yacimientos más importantes de la Península porque conserva gran
número de pinturas.
Acabada la visita, cogimos
el coche y por la autovía nos dirigimos a Écija..
Llegamos sobre las 11’30, más
o menos. Aparcamos el coche en lugar cercano a Plaza España, al lado de la
Iglesia dela Victoria y cerca de la salida a la autovía. Una pareja ecijana, la
mar de amable, nos llevó hasta la oficina de Turismo. Nuestras gracias más
efusivas desde este humilde blog.
Se
encuentra esta oficina a las espaldas o lateral del Palacio de Benamejí, hoy
Museo Provincial y restaurante. Con nuestro mapa en la mapa, cogimos la calle
Fray Carlos Amigo Vall, cruzamos enfrente, a Caballeros y nos dirigimos a uno
de los edificios más emblemáticos de Écija, El Palacio de los Marqueses de
Peñaflor.
El Palacio de Peñaflor es uno de los monumentos civiles
más singulares del barroco andaluz. Fue comenzado sobre una residencia
anterior en torno a 1717 y finalizado en 1775. Tiene una espléndida portada flanqueada
por dos columnas dóricas y coronada por el escudo de la Casa. En su interior,
una soberbia escalera con ocho columnas toscanas, con bóveda de media naranja
ricamente decorada. En su testero principal una pintura de la Virgen del
Rosario.
El Palacio contiene varios patios. El principal tiene
veinte columnas de mármol blanco con bellos capiteles. En el centro una
elegante fuente de mármol con doce caños, que se suma a otras muchas repartidas
por la casa. En la zona claustrada, un original friso que cubre la parte baja,
formado a base de placas de mármol negro de Córdoba, mármol rosa de Cabra y
ágata de Lanjarón. Tiene espaciosos salones, luciendo algunos de ellos airosos
cupulines con delicados rosetones y rica marquetería.
Son importantes sus caballerizas
con bella portada de estilo dórico y en sus interior tres naves con bóveda de
arista sobre sólidas columnas. Es famoso su largo balcón corrido que sigue la
curva de la calle, donde figuran pinturas al fresco policromadas, de paisajes
con perfiles y marcos arquitectónicos y trompe l’oeuil,
obra de Antonio Fernández. Contiene bellos trabajos de escayola. La mayor parte
de su mobiliario original y su contenido artístico ha desaparecido
recientemente.
Justo en la
esquina de enfrente y muy próximo al Palacio
de Peñaflor se encuentra el Palacio de los Condes de Valhermoso de Cárdenas y
de Torres Cabrera. Se trata de un edificio mandado construir por los marqueses
de Fuentes y Villaseca en el siglo XVI según los cánones artísticos
renacentistas del momento, pudiendo datarse en torno a 1530. Su portada de
acceso es el mejor ejemplo plateresco de écija y se compone de un formidable
arco de medio punto que aloja a la portada propiamente dicha, formada por
puerta con arco carpanel enmarcado por pilastras y a ambos lados las figuras
tenantes del Buen Salvaje. En el segundo cuerpo un gran balcón flanqueado con
dos esculturas alegóricas y rematada por un frontón triangular labrado.
El nivel superior de la fachada se resuelve en galería
abierta de arcos de medio punto sobre columnas. El conjunto presenta una
decoración típica del renacimiento a base de grutescos y candelieri.. Un
espectáculo para la vista esta plazuela de S. Juan. Porque sin moverse del
sitio, se divisa a unos treinta metros la torre de la iglesia de San Juan,
típica de Écija.
Por calle
Pacheco, Garcilaso y Espíritu Santo llegamos hasta la Plaza de Nuestra Señora
del Valle y ahí encontramos el Palacio de Palma y la Iglesia Mayor de la Santa
Cruz. El Palacio está destinado hoy a restaurante y se visita si comes en él. La iglesia Mayor. Hora de llegada, ya estaba
cerrada. Desde aquí y por la calle Santa Cruz nos fuimos a la Plaza de España,
a tomarnos una cerveza y comer
. Era la hora.. Elegimos uno de los múltiples
sitios que había y dos cervezas y dos menús nos sirvieron para reponer las
fueras gastadas desde el desayuno en Carmona.
Desde
aquí, a Plaza de Santa María, donde encontramos el Palacio de los Pareja, La
iglesia de Santa María y el convento de capuchinos. La hora que teníamos nos
hizo tomarnos un café en un bar cercano a La Victoria; no habíamos visto Écija
como esta ciudad merece; pero volveremos en otra ocasión, seguro. Cogimos el
coche y la autovía y partimos hacia Bailén.
Llegamos a
nuestra ciudad a las 7 de la tarde. Estábamos en nuestro hogar, dulce hogar.
Cándido Lorite
1-2 de mayo de 2021