jueves, 1 de diciembre de 2011

VIAJE A ROMA. PRIMER DÍA




























BASÍLICA DE SAN PABLO EXTRAMUROS





TERMAS DE CARACALLA





BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN





ESCALERA SANTA Y CAPILLA PAPAL




BASÍLICA DE SAN CLEMENTE

Comenzó el día, mejor la noche, pues salimos de Bailén a las 12 de la noche, entre martes y miércoles, ya que el avión de Air Europa salía a las 6’55 horas y, ya se sabe, hay que estar dos horas antes. Anécdotas de viaje hay siempre alguna que otra, pero en éste tenemos más de dos o de tres. El avión salió a su hora y llegó puntual encontrándonos en Roma y en hotel a las 10 de la mañana. Dejamos las maletas y, como neófitos en Roma, aunque mi mujer Paqui, ya estuvo aquí hace años, nos dirigimos hacia la estación Termini. Cogimos el metro y nos dirigimos, por la línea B, hacia nuestro primer destino, la Basílica de San Pablo Extramuros.
En saliendo de la estación y pasando por debajo del puente nos dirigimos hacia la basílica, situada a unos 200 metros del metro. Mucho hay escrito sobre esta basílica y no es aquí el lugar de una descripción exhaustiva, sólo dar algunos retazos de la misma. Fue manda construir por Constantino, sobre el lugar dónde murió Pablo, el apóstol. El 15 de julio de 1583 sufrió un devastador incendio que dejó la basílica casi totalmente destruida. Tardó en reconstruirse casi un siglo y quedó un gran espacio basilical. Algo quedó de aquel incendio. Es conveniente ver lo siguiente: 1. La tumba de S. Pablo, situado debajo del espléndido ciborio de Arnaldo de Cambio de 1284, salvado del incendio; 2. El mosaico del ábside, hecho a partir del original, quemado en el incendio; 3. El candelabro o cirio pascual, del siglo XII; 4. El mosaico de Gala Placidia, del s. VI; 5. El claustro del s. XII, obra de los Vasalletto, parecido al de Letrán; 6. Los retratos de todos los Papas, incluidos el actual, alrededor de toda la basílica; 7. la capilla de la Adoración, con un fresco de Cavallini y la tumba del mismo; 8. El museo y el formidable cuadripórtico de la entrada.
Como leen los lectores hay muchas cosas que ver en esta basílica, a la que hay que dedicar un mínimo de una hora para que quede impresión de la misma. Andando de vuelta cogimos el metro y nos bajamos en Circo Máximo, la estación para ver las Termas de Caracalla. En saliendo del mismo y en dirección contraria a donde está el Circo Máximo, a la derecha del mismo y a unos 10 minutos andando llegamos a las Termas. Aquí compramos el paquete de Roma Pass. Explicaré un poco en que consiste la misma.
Cuesta 25 € y la hay reducida para aquellos que tengan más de 65 años. En ella encontrarán una tarjeta, que utilizada durante tres días, da derecho a entrar a casi todos los museos de Roma y a una serie de monumentos, con un gran descuento. La entrada de los dos primeros es gratuita, con lo que hay que saber elegir los mismos. Se puede viajar gratis en todos los autobuses y metro. Tiene una guía de los museos y monumentos que se pueden visitar con entrada reducida y una guía con los principales servicios de Roma, en todas las actividades. Si se va a estar más de tres días en la ciudad es muy conveniente comprarla, pues se amortiza prácticamente con la visita de dos monumentos, como Coliseo y Termas, por ejemplo. También se puede recibir información vía Internet de espectáculos, eventos, etc, de la ciudad.
Entramos en las Termas con el recuerdo del sensacional concierto de los Tres Tenores en la memoria y en la retina y con las ganas de ver los escenarios tan magníficos; y a fe que no salimos decepcionados. Es uno de los monumentos mejor conservados y a pesar de sus bóvedas derruidas y muros de ladrillos desgastados, la magnitud de las mismas impresiona y no deja indiferente al turista. Se terminan de construir en el año 216, por Antonino Bassiano, llamado Caracalla; fueron terminadas por Diocleciano que hizo aún más grandes las mismas. Fueron destruidas por los bárbaros hacia el 537, cuando impidieron la llegada del agua a las mismas.
Lo primero que se encuentra es el Caldarium, enorme y grandioso; a continuación el Tepidarium y Frigidarium, para acabar en la Natalio o piscina fría. Los jardines para pasear, enormes y el Mitreo, lugar donde se encontraba la diosa Mitre, pues eran tan importantes que hasta había un lugar para la diosa. Unos 45 ó 50 minutos son necesarios para ver las termas y llevarse un gran recuerdo de las mismas.
Salimos un poco cansados, pero aún teníamos que ver varias cosas antes de comer un poco, así que cogimos un autobús cercano, y nos dirigimos hacia la Plaza de San Juan de Letrán. Allí estaba imponente, esperándonos, la Basílica de San Juan de Letrán.
San Juan de Letrán es la iglesia más antigua del cristianismo. Por eso tiene el título de Cabeza y Madre de todas las iglesias. Fue casa de los papas hasta el año 1000, aproximadamente. Está abierta de 7-18’30, aunque el Baptisterio se abre de 7’30 – 12’30 y 16-18’30, con entrada gratuita. La Escalera Santa y la Capilla papal se encuentran al lado y su entrada es gratuita, aunque la Capilla Papal tiene una entrada de 3’50 € y la entrada de personas es reducida. Eso sí, una vez dentro dejan hacer todas las fotografías que quieras. Desde fuera no se pueden hacer, pues entre el cristal y la reja no se pueden hacer. En cuanto a la Escalera Santa tiene una leyenda muy curiosa. Indica que fue la misma que utilizó Jesús para subir a presencia de Pilatos. La gente la sube de rodillas pues haciéndolo así se tiene ganada indulgencia plenaria; además es la única manera de subir por la misma. No obstante para llegar arriba hay dos escaleras laterales para los que no suban de rodillas y quieran llegar a la Capilla Papal.
Esta capilla es especial. En ella dijeron misa los diferentes papas de la iglesia hasta el año 1000. Está dedicada a S. Lorenzo y sus pinturas son especiales, ya que como se dice en ellas, las pinturas están hechas sin mano de hombre. Son especiales.
San Juan de Letrán es una basílica dónde se pueden ver muchas cosas. A saber. 1. La tumba de Martín V, con una lápida probable de Donatello. Fue el primer Papa después del Cisma de Aviñón; 2. Los portones de entrada, originales de la Curia del Senado, provenientes del Foro Romano; 3. El ciborio del altar mayor, único que hay en roma de los papas de Aviñón; 4. El fresco del Jubileo, de Giotto; 5. La capilla Corsini y 6. El mosaico del ábside, calco del original. La fachada principal es imponente, barroca, del s. XVIII; la secundaria es la que utilizan la mayoría de turistas por estar más cerca del coliseo y Sta. María la Mayor. Tiene un obelisco, el más alto de la ciudad y el más antiguo. Tiene 31 metros de alto y pesa 455 toneladas. Se encontró en el Circo Máximo, dividido en tres trozos, que aún pueden verse, perfectamente ensamblados y el Baptisterio, de forma octogonal y del mismo tiempo que la basílica primitiva. En él fue bautizada Santa Elena, la madre de Constantino y quizá este mismo.
Acabada la visita a esta basílica nos dirigimos andando, como no, “a piede” que dicen los italianos, hasta la Basílica de San Clemente situada a unos 400 metros en dirección al Coliseo. Parece poca la distancia pero después del día y la noche anterior, sin dormir. Era todavía tiempo para visitarla, pues su horario es de lunes a sábado de 9 -12’30 y de 15-18, los domingos más restrictivo, de 12-18. Su visita es altamente recomendada por tener tres pisos o sótanos y datar la construcción de la misma en épocas pretéritas, al siglo I, el segundo nivel, al s. VIII y el tercero, y más moderno, al s. XV. En cada una de ellas hay cosas importantes que ver. Hay que concederle un mínimo de una hora para su visita. No se permite, fotos, vídeos, grabaciones de voz, de ninguna clase, aunque se hacen de todos ellos. Eso sí, con delicadeza y sin ser vistos. Al final de la visita te indican que no se pueden hacer fotos ni videos, pero…La Basílica es realmente magnífica porque hay pocas cosas tan bonitas como esta basílica. Antigua como pocas he visto y con unos frescos, pasadizos, bajadas al tercer piso, al Mitreo, realmente bonita. Era temprano, las 6’30 de la tarde, pero ya era de noche en Roma. El Coliseo estaba cerca, lo vimos, le echamos alguna foto, pues pensábamos verlo el viernes. Cogimos el metro, nos fuimos hasta Termini en él y en hotel nos dimos un baño, cenamos un poco y nos echamos a dormir. Estábamos realmente cansados. El día había sido muy largo.

Cándido T. Lorite

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