
Era el día 26 de febrero de 2001, muy temprano, ni siquiera al alba, cuando nos levantamos dispuestos a iniciar nuestro particular Viaje a La Alcarria y a parte de la provincia de Guadalajara, incluida la capital. La madrugada era fresquita, la música en el conche sonaba bien y mi mujer, Paqui, dormitaba tranquilamente mientras el coche transitaba por la N-IV camino de Pastrana. Una parada para desayunar, reponer fuerzas, descansar y de vuelta al “tajo”.
Llegamos a Pastrana a hora temprana, antes de que abrieran los comercios.
Subiendo por la calle Mayor, que conserva todo el encanto de lo antiguo, pues sus casas no han sido destruidas ni derruidas, sino rehabilitadas. Al final, a la derecha, nos encontramos con la Plaza de los Cuatro Caños. Se encuentra en ella la fuente que da nombre a la plaza, señorial, del siglo XVI, en la que se ubican en cuatro laterales los cuatro mascarones en relieve sobre los que salen los cuatro caños del agua. En frente se encuentra situada la calle que nos lle
Muy cerca, en la calle de las Monjas se encuentra la Colegiata; levantada como Iglesia parroquial de la Villa Calatrava, en el siglo XIV; en su interior hay una magnífica colección de tapices góticos y en su cripta-panteón diversas urnas funerarias. Subiendo, y digo bien, subiendo, porque hay que ver las cuestas de Pastrana, nos dirigimos hacia la calle Palma; en ella se ubican distintos edificios, como la casa de la Inquisición, una de sinagoga y el palacio de los Burgos. Co
Nuestro primer encuentro con La Alcarria había sido satisfactorio. Cogimos el coche y enfilamos dirección a Sigüenza. Adonde llegaríamos sobre la hora de la comida; pero eso pertenece a otro capítulo de este viaje.
Cándido T. Lorite