Se presentó el verano con ganas de viajar a varios y diversos lugares y aproveché el desconocimiento de mi mujer de ciudades, como Barcelona, Tarragona y Toledo, para desplazarnos a ellas y enseñárselas detenidamente; sin prisas, sin problemas, sin agobios. Pensando sólo y exclusivamente en pasarlo lo mejor posible.
Comenzamos el mismo desplazándonos desde Bailén hasta Almería, dónde saludamos a mi hermana y a mi hija, junto a su pareja; pasamos un par de días disfrutando de su compañía, antes de seguir el viaje hacia Benidorm. En el camino se nos quedó una comida por hacer, con algunas amigas mías de la zona de Murcia, concretamente de Sucina y La Manga, por problemas de olvido de reservas de hoteles. Una pena. La comida quedó aplazada para otra ocasión.
Llegamos a Benidorm al hotel Plaza, descansamos un poco y nos dedicamos a visitar un poco la ciudad y a saludar a unos parientes de mi mujer, dueños de uno de los mejores restaurantes, llamado Rías Baixas, situado al lado de la playa, en la Plaza del Torreón y con un servicio espléndido. Al lado y andando nos desplazamos al Mirador para poder ver las dos partes o playas de Benidorm, la zona de Levante y la de Poniente. La visión de la ciudad es impresionante, aunque a mi, particularmente no me gusta nada. La mole de edificios que impide la visión de cualquier cosa no es la mejor vista de una ciudad. Los enormes y altísimos edificios son la mejor prueba de un urbanismo loco en una época pasada en que se construía de una manera arbitraria, sin tener en cuenta nada más que el lucro. Al día siguiente salimos para Tarragona.
Cándido T. Lorite
Comenzamos el mismo desplazándonos desde Bailén hasta Almería, dónde saludamos a mi hermana y a mi hija, junto a su pareja; pasamos un par de días disfrutando de su compañía, antes de seguir el viaje hacia Benidorm. En el camino se nos quedó una comida por hacer, con algunas amigas mías de la zona de Murcia, concretamente de Sucina y La Manga, por problemas de olvido de reservas de hoteles. Una pena. La comida quedó aplazada para otra ocasión.
Llegamos a Benidorm al hotel Plaza, descansamos un poco y nos dedicamos a visitar un poco la ciudad y a saludar a unos parientes de mi mujer, dueños de uno de los mejores restaurantes, llamado Rías Baixas, situado al lado de la playa, en la Plaza del Torreón y con un servicio espléndido. Al lado y andando nos desplazamos al Mirador para poder ver las dos partes o playas de Benidorm, la zona de Levante y la de Poniente. La visión de la ciudad es impresionante, aunque a mi, particularmente no me gusta nada. La mole de edificios que impide la visión de cualquier cosa no es la mejor vista de una ciudad. Los enormes y altísimos edificios son la mejor prueba de un urbanismo loco en una época pasada en que se construía de una manera arbitraria, sin tener en cuenta nada más que el lucro. Al día siguiente salimos para Tarragona.
Cándido T. Lorite
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