sábado, 1 de febrero de 2014

FIN DE VIAJE A FLORENCIA Y LA TOSCANA

Cúpula de Brunelescchi

Capilla Benozzo- Gozzoni

Capilla Brancacci


Capilla de los Médici

Cúpula Catedral Florencia

Interior Catedral Florencia




David, en La Academia.

Baco, en la Galeria de los Ufizi

En la Iglesia Basílica de la Anunciación
Tumba de Maquiavelo. Santa Cruz. Florencia

Santa Cruz. Florencia

Árbol de la Vida. Santa Cruz. Florencia





Iglesia de Oggnissanti

Museo Bargello. Florencia

Puertas del Paraíso. Duomo. Florencia
Florencia desde los Jardines del Pitti

Sala de los 500. Palacio Vecchio

Catedral de Florencia

Palacio Vecchio. Florencia

Puente Vecchio. Florencia





Catedral de Pisa.

Púlpito. Pisa













Plaza del anfiteatro. Lucca

Plaza Mayor. Monteriggioni







Plaza del Campo o Palio. siena

Catedral de Siena.













Durante siete días magníficos y maravillosos, en compañía de la mujer de mi vida, Paqui, hemos estado visitando unos lugares que siempre habíamos querido ver. Florencia, Pisa, Siena, Lucca, Chianti, Monteriggioni, etc. Arte, espacios abiertos, paisajes, lugares, personas y personajes de todo tipo. Colores asombrosos del otoño toscanense, del río Arno, a su paso por Florencia.
            Días en los que hemos terminado con los pies destrozados de tanto andar y caminar; subir y bajar escaleras (Madre mía, ¡qué alto está el Campanile y la cúpula de Bruneleschi). Hemos visto, sentido y olido a Florencia en casi su total intensidad. De día, de tarde, al amanecer y al anochecer. Sus mercadillos, sus bares, sus bodegas, sus tiendas, el ruido propio de unas ciudades impresionantes.
            Hemos guardado en nuestra retina y en nuestra memoria (aparte de en nuestros ordenadores), toda la información que hemos podido acumular. Ahora la iremos digiriendo poco a poco. Hablaremos en estas tardes-noches de invierno, junto a nuestra estufa, en nuestra casa, de todo aquello que hemos vivido y lo recordaremos como algo magnífico. Porque lo hemos vivido juntos, segundo a segundo, en todos y cada uno de los lugares en los que hemos estado.
            Dejaré una serie de fotografías, las últimas, de los lugares más interesantes que hemos visto juntos. Cuando salimos de Florencia, en un taxi, camino del aeropuerto, nos íbamos con la sensación de que más no podíamos haber abarcado. Con la satisfacción de haber vivido siete magníficos y maravillosos días. Cuando llegamos a Madrid y cogí de nuevo el coche, le dije a mi mujer, Paqui: Y ahora, chiqui, a casa; al hogar, dulce hogar.


Cándido T. Lorite