2ª PARTE
PLAZA VENECIA
TEATRO MARCELO
FORO BOARIO
STA. MARÍA IN COSMEDIN Y BOCA DE LA VERITÁ
FORO IMPERIAL
S. PIETRO IN VINCOLI
SANTA PRÁXEDES
Después del incidente de la comida, describiré la Plaza Venecia y el entorno de la misma. En ella destaca, por su monumentalidad, el dedicado a Vittorio Emanuele II. Se encuentra en la plaza Venecia, a espaldas de Santa María in Aracoeli, de la plaza Campidoglio, como apoyándose en ella; algo que los expertos en arquitectura consideran un error monumental, tanto como el monumento en si mismo. La plaza está delimitada por el Palacio Bonaparte, esquina con Via Corso, al frente; a la izquierda el Palacio Venecia, con la iglesia de S. Marcos y a la derecha el Palacio Rossellini. La descripción de la Plaza Venecia nos llevaría mucho tiempo, indicaré que las fotos en las que aparecemos Paqui y yo, están tomadas delante del Triunfo al trabajo y el amor a la patria, la mía y la de Paqui, delante del monumento ecuestre de Vittorio Emanuelle II. Los dos soldados situados al lado de la ofrenda floral están de guardia las 24 horas del día, ante la tumba al soldado desconocido. Algo parecido a lo del Arco del Triunfo de París. El palacio Venecia fue sede del gobierno de Mussolini, quien tuvo despacho en en la 2ª planta del mismo. En la basílica de San Marcos, al lado, se encuentra una lápida sepulcral dedicada a Vanozza Cattanei, amante del Papa Alejandro VI. De su relación con el cardenal Borgia salió la famosa dinastía. Desde la derecha del monumento se puede hacer una magnífica foto de la Basílica de Santa Lucía, la estatua de la Fuerza y la Columna de Trajano. Dejo constancia de la misma.
La subida al monumento, por un precio de 7€ permite la subida al ascensor y a las vistas de los Foros y de Roma. Lunes a jueves de 9’30- 18’30 y viernes a domingo hasta las 19’30. Merece la pena, si hay tiempo, ganas y dinero.
Cogimos el autobús 80 y nos bajamos enfrente del Teatro Marcelo. Es el único de la época de Julio César que queda en pie. Lo termina Augusto que se lo dedica a su sobrino Marcelo, muerto prematuramente. Tenía una capacidad entre 15000y 20000 espectadores. Tiene dos órdenes de arquerías, sobre las que se construyó con el tiempo el palacio renacentista de Savelli-Orsini. Queda abandonado durante el s. IV; después, en el s. XII fue fortaleza lo que impidió su total derrumbe. Perteneció después a las familias nombradas, Savelli y Orsini. Andando llegamos, en dos minutos, a la zona del Foro Boario.
Éste era en la antigüedad el puerto de Roma, al lado de la isola Tiberina y la orilla del Tevere (Tíber). Había un mercado vivaz y grande, con dos hermosos templos que a punto estuvieron de desaparecer en la edad Media. El Templo de Fortuna Virile, está construido en la orilla del Tevere y es de planta rectangular; está dedicado a Portunus. Y el Templete Circular dedicado a Ercole Oliverio, conocido como el Templo de Vesta y era el más conocido de todos los de la zona. Circular con columnas corintias que levantan un techo circular de forma cónica. Dentro del río Tíber se encuentra el Puente Roto, los restos del primer puente de piedra de Roma, del s. II a. de C. Cruzando la calle con cuidado nos encontramos en el atrio de Santa María in Cosmedin. Indicar, de entrada, que en dicho atrio se encuentra la Boca de la Veritá (Boca de la Verdad). Este medallón representa una deidad marina con barba y cuernos. Según la tradición, aquél que mete la mano y dice una mentira, la boca se cierra y la mano queda atrapada. Es motivo de numerosas fotos y quedó espléndidamente fotografiada en la película Vacaciones en Roma, con Audrey Herpbhum.
La iglesia o basílica es otra cosa. Fue construida en la Edad Media, s. VI, sobre un Templo de Hércules. Tiene abundante ornamentación, antigua, con mosaicos en el suelo, el coro, el trono del obispo y el baldaquino. Conserva el cráneo de S. Valentín. En el subsuelo se encuentra una pequeña cripta, donde reposan las reliquias de mártires que el Papa Adriano I había sacado de las catacumbas. En el exterior se encuentra el campanario, esbelto, el más alto del románico de Roma, del s. XII, añadido a la construcción original. El conjunto llama la atención al viajero desde la lejanía.
Saliendo de la basílica y cerca de la parada del autobús nº 63, que nos devolvería a la Plaza Venecia, nos encontramos con el arco de Jano, situado en la Plaza de la Boca de la Verdad. Se trata de un arco con cuatro caras, cuadrifonte (cuatro caras), muy poco habitual. Aunque está situado cerca del Foro Boario, no pertenece al mismo; se construyó hacia el s. IV. Muy deteriorado por ser utilizado como descanso y para guarecerse de la lluvia por parte de los mercaderes. Prácticamente al lado se encuentra el arco de los Argentarios. Del año 204 d. C. es una arquitrabada, y fue dedicado por los comerciantes de la época a los emperadores Septimio Severo y Caracalla. Está adosado al anterior y en la misma zona.
Como decía cogimos el autobús nº 63 y en la Plaza Venecia comenzamos la visita al Foro imperial. Lo primero la columna de Trajano, situada en el comienzo del mismo, como un adelantado de la cantidad de cosas a ver. Se puede ver desde la misma calle con lo que no es necesario pagar los 11€ individuales por entrada y abiertos de 9-19 del día. Se puede caminar y ver en toda su amplitud andando tranquilamente por la Via Fori dei Imperiali. Fue inaugurado en el año 112 y se hizo durante el mandato de Trajano. A la vez que el foro se construyó el mercado de Trajano, se reconstruyó el Templo de César y el Templo de Venus Genetrix. La destrucción de los foros sucedió durante la Edad media, cuando los mármoles y placas fueron utilizados en otros menesteres debido a la calidad de los mismos. El Mercado de Trajano tenía seis niveles, dedicados los tres inferiores a vino, pescados, mariscos, frutas y verduras y los tres superiores tenían las oficinas. Llegó a tener hasta 150 tiendas. Tuvo hasta un convento que fue derruido para que en el s. XX el mercado tuviera la forma original.
Nos encontrábamos casi al límite de nuestras fuerzas. Descansamos un poco a la altura de Via Cavour, al lado de la Torre de las Milicias el último vestigio del Mercado de Trajano. Por esta via llegamos poco a poco hasta la basílica o iglesia de S. Pietro in Vincoli. Fue construida durante el s.V para albergar en ella una de las cadenas de S. Pedro que, según la leyenda, regaló la emperatriz Eudoxia al Papa León I y que fueron llevadas desde Jerusalén. Milagrosamente la segunda de las cadenas fue llevada a Roma para unirse a la primera. Ambas se encuentran situadas debajo del altar mayor. A la derecha del mismo se encuentra también la tumba o mausoleo del Papa Julio II y, en él, se encuentra la estatua de Moisés, de Miguel Ángel. Dice la leyenda que cuando estuvo terminado el autor dijo que sólo le quedaba que hablara para ser realmente perfecto. Para verlo hay que echar una moneda pues se encuentra en la penumbra total. En esta iglesia se encuentra también la tumba de S. Nicolás de Cusa, de 1464 y un S. Sebastián barbudo del s. VII. Hay unos frescos de esqueletos realmente curiosos para una iglesia. Por cierto para llegar a esta iglesia se puede hacer por otro lugar, por via Sforza pero lo suyo es por Via Cavour y luego por Via Travesera Sforza, empinada, con escalones, con entrada a la Plaza mediante un arco lleno de vegetación. Eso sí las piernas sufren mucho y, sobre todo, después del día andando. Pero merece la pena hacerlo. Sólo se sube una vez en la vida.
Piano, piano, “a piede”, por Via Giovanni Lanza llegamos la Plaza S. Martino al Monti y desde aquí por Via Liberiana hasta la basílica de Santa Práxedes, última estación de este día. Esta iglesia o basílica nos fue recomendada por nuestro amigo Blas Galey, que recordaba haber visto al lado de Sta. María la Mayor una iglesia pequeña pero muy bonita. Realmente sus recuerdos eran ciertos. La basílica desde fuera no es gran cosa, pero el interior es realmente increíble. La iglesia fue construida sobre el año 780 por el Papa Adriano I, pero sobre otra anterior del s. V. La iglesia fue ampliada y remodelada por el Papa Pascual I, alrededor del año 822. Contiene los restos de un trozo del pilara de la flagelación del Señor y otras muchas reliquias, traídas desde Jerusalén. Lo más importante es un lienzo del altar mayor que representa a Santa Práxedes recogiendo la sangre de los mártires y, sobre todo, los mosaicos, el programa decorativo musivo y la capilla de S. Zenón. Capilla funeraria para la madre del Papa, Teodora. Los frescos se remontan al s. VIII, visigóticos, de una gran belleza y representan el ciclo de la vida de la titula de la iglesia, Santa Práxedes.
Pasamos al lado de la Basílica de Santa María la Mayor, que visitaríamos al día siguiente, sábado. Pero sólo le hicimos unas fotos, nocturnas y nos fuimos al hotel, muy cerca de dónde estábamos. Lo que habíamos andado sólo lo sabemos nosotros y nuestros cuerpos; sobre todo nuestros pies, cansados y doloridos. Una ducha caliente y reparadora, una cena ligera, las noticias del día en la tele, un relajante y a descansar. Otro día agotador en todos los sentidos, pero maravilloso. Había cumplido 64 años en la Ciudad Eterna. Para no olvidar.
Cándido T. Lorite
PLAZA VENECIA
TEATRO MARCELO
FORO BOARIO
STA. MARÍA IN COSMEDIN Y BOCA DE LA VERITÁ
FORO IMPERIAL
S. PIETRO IN VINCOLI
SANTA PRÁXEDES
Después del incidente de la comida, describiré la Plaza Venecia y el entorno de la misma. En ella destaca, por su monumentalidad, el dedicado a Vittorio Emanuele II. Se encuentra en la plaza Venecia, a espaldas de Santa María in Aracoeli, de la plaza Campidoglio, como apoyándose en ella; algo que los expertos en arquitectura consideran un error monumental, tanto como el monumento en si mismo. La plaza está delimitada por el Palacio Bonaparte, esquina con Via Corso, al frente; a la izquierda el Palacio Venecia, con la iglesia de S. Marcos y a la derecha el Palacio Rossellini. La descripción de la Plaza Venecia nos llevaría mucho tiempo, indicaré que las fotos en las que aparecemos Paqui y yo, están tomadas delante del Triunfo al trabajo y el amor a la patria, la mía y la de Paqui, delante del monumento ecuestre de Vittorio Emanuelle II. Los dos soldados situados al lado de la ofrenda floral están de guardia las 24 horas del día, ante la tumba al soldado desconocido. Algo parecido a lo del Arco del Triunfo de París. El palacio Venecia fue sede del gobierno de Mussolini, quien tuvo despacho en en la 2ª planta del mismo. En la basílica de San Marcos, al lado, se encuentra una lápida sepulcral dedicada a Vanozza Cattanei, amante del Papa Alejandro VI. De su relación con el cardenal Borgia salió la famosa dinastía. Desde la derecha del monumento se puede hacer una magnífica foto de la Basílica de Santa Lucía, la estatua de la Fuerza y la Columna de Trajano. Dejo constancia de la misma.
La subida al monumento, por un precio de 7€ permite la subida al ascensor y a las vistas de los Foros y de Roma. Lunes a jueves de 9’30- 18’30 y viernes a domingo hasta las 19’30. Merece la pena, si hay tiempo, ganas y dinero.
Cogimos el autobús 80 y nos bajamos enfrente del Teatro Marcelo. Es el único de la época de Julio César que queda en pie. Lo termina Augusto que se lo dedica a su sobrino Marcelo, muerto prematuramente. Tenía una capacidad entre 15000y 20000 espectadores. Tiene dos órdenes de arquerías, sobre las que se construyó con el tiempo el palacio renacentista de Savelli-Orsini. Queda abandonado durante el s. IV; después, en el s. XII fue fortaleza lo que impidió su total derrumbe. Perteneció después a las familias nombradas, Savelli y Orsini. Andando llegamos, en dos minutos, a la zona del Foro Boario.
Éste era en la antigüedad el puerto de Roma, al lado de la isola Tiberina y la orilla del Tevere (Tíber). Había un mercado vivaz y grande, con dos hermosos templos que a punto estuvieron de desaparecer en la edad Media. El Templo de Fortuna Virile, está construido en la orilla del Tevere y es de planta rectangular; está dedicado a Portunus. Y el Templete Circular dedicado a Ercole Oliverio, conocido como el Templo de Vesta y era el más conocido de todos los de la zona. Circular con columnas corintias que levantan un techo circular de forma cónica. Dentro del río Tíber se encuentra el Puente Roto, los restos del primer puente de piedra de Roma, del s. II a. de C. Cruzando la calle con cuidado nos encontramos en el atrio de Santa María in Cosmedin. Indicar, de entrada, que en dicho atrio se encuentra la Boca de la Veritá (Boca de la Verdad). Este medallón representa una deidad marina con barba y cuernos. Según la tradición, aquél que mete la mano y dice una mentira, la boca se cierra y la mano queda atrapada. Es motivo de numerosas fotos y quedó espléndidamente fotografiada en la película Vacaciones en Roma, con Audrey Herpbhum.
La iglesia o basílica es otra cosa. Fue construida en la Edad Media, s. VI, sobre un Templo de Hércules. Tiene abundante ornamentación, antigua, con mosaicos en el suelo, el coro, el trono del obispo y el baldaquino. Conserva el cráneo de S. Valentín. En el subsuelo se encuentra una pequeña cripta, donde reposan las reliquias de mártires que el Papa Adriano I había sacado de las catacumbas. En el exterior se encuentra el campanario, esbelto, el más alto del románico de Roma, del s. XII, añadido a la construcción original. El conjunto llama la atención al viajero desde la lejanía.
Saliendo de la basílica y cerca de la parada del autobús nº 63, que nos devolvería a la Plaza Venecia, nos encontramos con el arco de Jano, situado en la Plaza de la Boca de la Verdad. Se trata de un arco con cuatro caras, cuadrifonte (cuatro caras), muy poco habitual. Aunque está situado cerca del Foro Boario, no pertenece al mismo; se construyó hacia el s. IV. Muy deteriorado por ser utilizado como descanso y para guarecerse de la lluvia por parte de los mercaderes. Prácticamente al lado se encuentra el arco de los Argentarios. Del año 204 d. C. es una arquitrabada, y fue dedicado por los comerciantes de la época a los emperadores Septimio Severo y Caracalla. Está adosado al anterior y en la misma zona.
Como decía cogimos el autobús nº 63 y en la Plaza Venecia comenzamos la visita al Foro imperial. Lo primero la columna de Trajano, situada en el comienzo del mismo, como un adelantado de la cantidad de cosas a ver. Se puede ver desde la misma calle con lo que no es necesario pagar los 11€ individuales por entrada y abiertos de 9-19 del día. Se puede caminar y ver en toda su amplitud andando tranquilamente por la Via Fori dei Imperiali. Fue inaugurado en el año 112 y se hizo durante el mandato de Trajano. A la vez que el foro se construyó el mercado de Trajano, se reconstruyó el Templo de César y el Templo de Venus Genetrix. La destrucción de los foros sucedió durante la Edad media, cuando los mármoles y placas fueron utilizados en otros menesteres debido a la calidad de los mismos. El Mercado de Trajano tenía seis niveles, dedicados los tres inferiores a vino, pescados, mariscos, frutas y verduras y los tres superiores tenían las oficinas. Llegó a tener hasta 150 tiendas. Tuvo hasta un convento que fue derruido para que en el s. XX el mercado tuviera la forma original.
Nos encontrábamos casi al límite de nuestras fuerzas. Descansamos un poco a la altura de Via Cavour, al lado de la Torre de las Milicias el último vestigio del Mercado de Trajano. Por esta via llegamos poco a poco hasta la basílica o iglesia de S. Pietro in Vincoli. Fue construida durante el s.V para albergar en ella una de las cadenas de S. Pedro que, según la leyenda, regaló la emperatriz Eudoxia al Papa León I y que fueron llevadas desde Jerusalén. Milagrosamente la segunda de las cadenas fue llevada a Roma para unirse a la primera. Ambas se encuentran situadas debajo del altar mayor. A la derecha del mismo se encuentra también la tumba o mausoleo del Papa Julio II y, en él, se encuentra la estatua de Moisés, de Miguel Ángel. Dice la leyenda que cuando estuvo terminado el autor dijo que sólo le quedaba que hablara para ser realmente perfecto. Para verlo hay que echar una moneda pues se encuentra en la penumbra total. En esta iglesia se encuentra también la tumba de S. Nicolás de Cusa, de 1464 y un S. Sebastián barbudo del s. VII. Hay unos frescos de esqueletos realmente curiosos para una iglesia. Por cierto para llegar a esta iglesia se puede hacer por otro lugar, por via Sforza pero lo suyo es por Via Cavour y luego por Via Travesera Sforza, empinada, con escalones, con entrada a la Plaza mediante un arco lleno de vegetación. Eso sí las piernas sufren mucho y, sobre todo, después del día andando. Pero merece la pena hacerlo. Sólo se sube una vez en la vida.
Piano, piano, “a piede”, por Via Giovanni Lanza llegamos la Plaza S. Martino al Monti y desde aquí por Via Liberiana hasta la basílica de Santa Práxedes, última estación de este día. Esta iglesia o basílica nos fue recomendada por nuestro amigo Blas Galey, que recordaba haber visto al lado de Sta. María la Mayor una iglesia pequeña pero muy bonita. Realmente sus recuerdos eran ciertos. La basílica desde fuera no es gran cosa, pero el interior es realmente increíble. La iglesia fue construida sobre el año 780 por el Papa Adriano I, pero sobre otra anterior del s. V. La iglesia fue ampliada y remodelada por el Papa Pascual I, alrededor del año 822. Contiene los restos de un trozo del pilara de la flagelación del Señor y otras muchas reliquias, traídas desde Jerusalén. Lo más importante es un lienzo del altar mayor que representa a Santa Práxedes recogiendo la sangre de los mártires y, sobre todo, los mosaicos, el programa decorativo musivo y la capilla de S. Zenón. Capilla funeraria para la madre del Papa, Teodora. Los frescos se remontan al s. VIII, visigóticos, de una gran belleza y representan el ciclo de la vida de la titula de la iglesia, Santa Práxedes.
Pasamos al lado de la Basílica de Santa María la Mayor, que visitaríamos al día siguiente, sábado. Pero sólo le hicimos unas fotos, nocturnas y nos fuimos al hotel, muy cerca de dónde estábamos. Lo que habíamos andado sólo lo sabemos nosotros y nuestros cuerpos; sobre todo nuestros pies, cansados y doloridos. Una ducha caliente y reparadora, una cena ligera, las noticias del día en la tele, un relajante y a descansar. Otro día agotador en todos los sentidos, pero maravilloso. Había cumplido 64 años en la Ciudad Eterna. Para no olvidar.
Cándido T. Lorite