Después de visitar Madrid durante el día 30, viendo el Museo del Prado, la Fundación Caixa, con una exposición del románico del MNAC y de visitar, igualmente, el Templo de Debod, nos dirigimos por la noche a la ciudad de Guadalajara, la capital de la Alcarria. Nos alojamos en un hotel cercano al Palacio del Infantado. Descansamos del día agotador en Madrid y después de cenar y dormir, nos levantamos con ganas de recorrer Guadalajara.
Lo primero que hicimos fue desayunar en un bar, con la vista del Infantado justo delante de nosotros. Un buen desayuno con unas vistas inmejorables para el momento. Salimos y nos dirigimos hacia el Alcázar, situado enfrente de la Iglesia de los Remedios, renacentista, edificada en 1573 con un atrio interior de tres arcos. Hoy se encuentra destinado a “Auditorio de Música”. El Alcázar, hoy muy restaurado es de origen árabe, del s. IX. Poco queda de él, aunque da una imagen de cómo fue su grandeza.
En la esquina entre Ejército Español y Miguel Fluiters se encuentra el Palacio del Infantado. Es un impresionante edificio del s. XV, residencia de la familia Mendoza. Construido inicialmente en estilo gótico-isabelino, hay también detalles mudéjares y, y sobre todo, renacentistas. Enseguida nos llama la atención el decorado de los sillares de piedra, a base de cabezas de clavos o de diamantes labrados, así como los escudos de armas y blasones de la familia Mendoza. Los bombardeos de la Guerra Civil destruyeron los artesonados mudéjares originales del palacio. Los tellos de las salas del patio interior están decorados por Rómulo Cincinato entre 1578-80. El Patio de Los Leones, llamado así por los motivos animales que tiene, es otro de los grandes atractivos de este palacio. Este patio es como un claustro de doble planta, precioso en su totalidad.
Subiendo la calle Miguel Fluiters nos dirigimos hacia Teniente Figueroa; allí encontramos la Iglesia de Santiago, gótico del XIV, en la que destacan sus arcos apuntados, de una gran altura, y el precioso artesonado mudéjar. Formó parte del antiguo convento de Sta. Clara, situado a su lado y hoy Oficina de Correos. Al lado se encuentra el Palacio de Mendoza y Convento de La Piedad., construido a finales del s. XV, es sede actual del Liceo Caracense, aunque primero fue palacio de Antonio Mendoza y así lo atestigua el inmenso escudo tuado en el patio del liceo. Y hasta la desamortización de Mendizábal fue beaterio y convento de franciscanas. La iglesia es obra de Alonso de Covarrubias, edificada a partir de 1526.
Llegamos por la calle Teniente Figueroa hasta el Convento de las Carmelitas de San José, edificada hacia 1625 por Fray Alberto de la Madre de Dios, carmelita. En la portada de la iglesia se encuentran los escudos de los fundadores y patronos, Frías y Mendoza. Subiendo por la calle Santiago llegamos a la Concatedral de Santa María. Tiene varios estilos, mudéjar, renacentista y barroco, aunque el inicio de las obras se sitúan hacia el s. XIII.. Desde la Cuesta de S. Miguel y al lado de la Capilla de Luis Lucena hay una vista muy agradable de esta concatedral. Esta capilla de Luis de Lucena es manierista, formando parte de una iglesia ya desaparecida y más antigua de S. Miguel. Construida y trazada por el humanista Luis de Lucena en 1540. Es una obra maestra de la arquitectura del ladrillo, cuyo aspecto de fortaleza sugiere ciertos propósitos simbólicos. Las bóvedas interiores son obra de Rómulo Cincinato, el de las pinturas del palacio del Infantado. Al lado se encuentra el palacio de la Cotilla. No pudimos verlo porque los funcionarios correspondientes se encontraban desayunando o en otros menesteres.
Continuamos andando por la calle Doctor Benito Hernando hasta llegar a la Plaza Mayor. Se encontraba en obras, por lo que apenas pudimos disfrutar de la vista de la misma. El Palacio de Dávalos, situado al lado del ayuntamiento, alberga en la actualidad la Biblioteca Pública Provincial, aunque su portada de piedra, con dos caballeros armados y el patio renacentista son muy bellos. Subiendo la calle mayor llegamos hasta la Iglesia de San Nicolás El Real, barroca edificada sobre 1564. En su interior se encuentra la estatua yacente del comendador Rodrigo de Campuzano, de finales del s. XV. Al final de la calle y muy cerca del Parque de la Concordia se encuentra la Iglesia de S. Ginés. De inicio fue convento de Santo Domingo de la Cruz y se inició su construcción hacia 1561. En su interior se encuentran las estatuas orantes de los fundadores del convento, Pedro Hurtado de Mendoza y Juana de Valencia y los sepulcros de los primeros condes de Tendilla.
Andando que andarás, y pasando por el parque antes mencionado llegamos hasta la iglesia de S, Francisco y el fuerte del mismo nombre. La iglesia se remonta al siglo XIV. Bajo el ábside se encuentra el panteón de la familia Mendoza, construido a finales del s. XVI. Cerca, un eufemismo, porque ya estábamos cansados estaba el Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo. Es obra encargada a Velázquez Bosco en el siglo XIX por la duquesa de Sevillano, Dª María Diega de Demaissieres. Es de estilo ecléctico, con influencias bizantinas. En el altar se encuentra un magnífico calvario, firmado por Alejandro Ferrán; en la cripta se encuentra un imponente grupo escultórico, obra de Ángel García Díez, que representa el cortejo fúnebre de la duquesa. Muy comentada por la gente, a mi, particularmente, no me gusta. Vuelta sobre nuestros pasos hasta llegar al Convento de los Padres Franciscanos o del Carmen o de los Santos Reyes de la Epifanía, de carmelitas descalzos, hoy ocupado por franciscanos. Proyectado por Fray Alberto de la Madre de Dios y 1632. En su interior se encuentra el sepulcro de Sor Patrocinio, la “Monja de las llagas”, famosa consejera de la Reina Isabel II. Calle abajo, calle Matadero llegamos hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Antigua. Patrona de la ciudad desde 1883. Este santuario fue en la Edad media iglesia de Santo tomé. De aquella época conserva tan sólo el ábside mudéjar de ladrillo. Su interior tiene dos capillas realmente curiosas. En una se encuentra una tabla con una Virgen, preciosa. En la otra se halla, sólo, un Cristo de gran belleza.
Buscando la calle Alvar Fáñez llegamos hasta su torreón, el del mismo nombre. De planta pentagonal, tiene en su interior un Centro de Interpretación de la Reconquista de la ciudad por Alvar Fáñez de Minaya. En 1085, este sobrino de El Cid conquistó la ciudad. Asimismo, fuera de los muros de la ciudad se encuentra el Puente y el Torreón del Alamín, del s. XIII. Aún hay lienzos de la muralla de la ciudad, mientras que en la Plaza Bejanque se encuentra la única puerta que queda de entrada a la ciudad. Muy cerca de la Iglesia de S. Francisco.
Como comprenderá el lector que conozca Guadalajara todo este maratón no se puede hacer de una sola vez, hay que dosificarlo. Hay que descansar, tomarse unas cervecitas, comer y en esta ciudad hay sitios muy buenos y económicos para hacerlo. A la tarde nos dirigimos hacia un supermercado situado en la zona de ensanche de la ciudad para comprar algo de cerámica típica de la zona. La encontramos y desde allí nos dirigimos hacia la salida de Guadalajara. Llegamos a Bailén entrada la tarde-noche. Cansados pero satisfechos. Estábamos en nuestro hogar, dulce hogar.
Cándido T. Lorite
martes, 7 de junio de 2011
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